No es de extrañar que el turismo sea una de las fuentes de prosperidad de Salzburgo, una ciudad pequeña de apenas 150.000 habitantes, pero muy accesible desde la capital de Austria. La distancia de Viena a Salzburgo es de 300km de distancia, unas 3 horas en coche y menos aún en tren rápido (Flixtrain). La ciudad bávara de Múnich se encuentra a tan sólo 2 horas, cruzando la frontera alemana.
Y es que únicamente es necesario asomarse a alguno de los miradores de la orilla opuesta del rio y contemplar el centro histórico o Altstadt para darse cuenta de que Salzburgo, con sus edificios de cuento y su puñado de bellas iglesias barrocas, parece detenida en el siglo XVIII.
La ciudad está declarada Patrimonio de la Humanidad y refuerza con orgullo este hecho organizando cada verano uno de los festivales culturales más importantes del mundo: El festival de Salzburgo, en el que tienen lugar multitud de conciertos, óperas y obras de teatro.
Para no perderse nada se puede hacer alguna de las muchas excursiones y free tours en Salzburgo que ofrece Civitatis, además en español.
Un poco de historia de Salzburgo
En torno al año 15ac los romanos fundaron la ciudad de Iuvavum en este privilegiado enclave a mitad camino de los Alpes y el Danubio. Siglos más tarde, tras sufrir múltiples ataques celtas, probablemente una epidemia diezmó la ciudad y quedó abandonada.
Hasta que San Ruperto, un obispo católico alemán, refundó la ciudad hacia el año 700, revitalizando las minas de sal que existían en la zona y que dieron nombre a la ciudad. Salzburg significa literalmente Ciudad de sal en alemán y el rio que la atraviesa, el Salzach, también hace referencia a este preciado producto.
Durante siglos Salzburgo fue gobernado por poderosos príncipes-arzobispos que intentaron mantener la neutralidad de la región en guerras y momentos convulsos que asolaron Europa. Ello le procuró a Salzburgo una etapa de gran florecimiento, en especial entre los siglos XVI y XVIII. La Residenz, la Dom o Catedral y el resto de edificios más destacados de Salzburgo pertenecen a este periodo.
La Margen derecha. Palacio de Mirabell y la montaña de los Capuchinos
Aunque Salzburgo cuenta con un pequeño aeropuerto a las afueras de la ciudad, quizá la manera más agradable de llegar a la ciudad sea en tren. Salzburgo se encuentra perfectamente conectada por vía férrea con Viena y el resto de ciudades importantes de Austria, así como con Múnich, Budapest y otras grandes ciudades centroeuropeas.
La estación central de trenes se sitúa en el margen derecho del Salzach a un corto paseo del Palacio de Mirabell (Schloss Mirabell). Un precioso palacio barroco con algunas estancias de una gran opulencia, cuyo acceso además es gratuito. Los jardines, con espléndidos y cuidados diseños de flores y setos, proporcionan una de las estampas más fotografiadas de Salzburgo, con la Fortaleza de Hohensalzburg al fondo.
No muy lejos se encuentra el cementerio de San Sebastián (Friedhoff St. Sebastian), un apacible lugar donde está enterrada parte de la familia de Mozart, pero donde destaca en su centro el mausoleo del Wolf Dietrich Raitenau uno de los príncipes-obispos más influyentes que gobernó la ciudad entre 1587 y 1612.
Aunque las enormes cuestas lo desaconsejen, merece la pena subir la montaña de los Capuchinos la más alta de la ciudad, donde reposa el monasterio de esta orden eclesiástica.
Los capuchinos se instalaron aquí en torno al año 1600 y quien se acerque podrá visitar la iglesia siempre que no coincida con la misa.
Si dejamos los muros del Monasterio de los Capuchinos (Kapuzinerkloster) a un lado, y continuamos por el camino, llegaremos hasta los miradores que caen a pico sobre el rio y desde los que se tienen una espectacular panorámica del centro de Salzburgo. Efectivamente, muchas de las fotos de los folletos turísticos están tomadas desde aquí. Aun así la visión del casco antiguo al otro lado del rio, con su decena de iglesias barrocas sobresaliendo de entre los edificios, resulta embriagadora.
Se puede bajar por Imbergstiege una calle de escaleras interminables que va a morir a Steingasse ambas calles tremendamente pintorescas y normalmente poco transitadas por los turistas.
Altstadt. El casco antiguo de Salzburgo
Cruzando el puente llegamos al Altstadt, un centro histórico más bien pequeño pero en el que se ha preservado con gran esmero las edificaciones y el ambiente barroco de tres siglos atrás.
El casco antiguo se encuentra de algún modo aprisionado entre el rio Salzach y la montaña, que ni siquiera permite ver la ciudad moderna más allá, lo que le confiere un aspecto como de pueblecito encantador.
La zona más comercial se encuentra quizá en torno a la Getreidegasse, repleta de restaurantes, tiendas de chocolate, ropa y recuerdos y dependiendo la época del año, oleadas de turistas. En esta misma calle se encuentra uno de los lugares más visitados de Salzburgo: La casa natal de Mozart o Mozart Geburtshaus, fácil de reconocer por su fachada amarillo ocre entre edificios mucho más sobrios. Los amantes de la música clásica tienen además otros dos museos dedicados al genio austriaco, la Residencia de Mozart (Mozart-Wohnhaus) y un archivo cinematográfico y fonográfico.
En la plaza de la Universidad se levanta todos los días (menos los domingos) el Grünmarkt, un mercado tradicional en el que destacan los puestos de frutas, verduras, quesos y embutidos. Aunque el turismo ha diluido un tanto su esencia, sigue siendo un lugar encantador para recorrer y probablemente de los más económicos de la ciudad donde tomar un bocado.
Quizá uno de los lugares injustamente menos visitados de Salzburgo es la Abadia de San Pedro (Erzabtei St Peter), acurrucada junto a la montaña, posee algunos de los vestigios más antiguos de la ciudad. En particular las catacumbas, excavadas en la misma roca y que cuentan con algunos arcos y pinturas románicas de gran valor histórico.
En torno a la Catedral de Salzburgo
La Catedral o Dom es el edificio más prominente de Salzburgo y sus cúpulas y torres son visibles desde gran parte de la ciudad. Esta obra del barroco temprano destaca por la magnificencia de su interior y su estilo italiano, ya que fue obra en gran medida del arquitecto italiano Santino Solari.
La importancia del edificio queda reflejada en el hecho de que se encuentra rodeado de una serie de plazas, probablemente las más bellas de toda la ciudad y dónde suceden gran parte de los eventos lúdicos de Salzburgo: mercados navideños, conciertos públicos…
La Resindenzplatz es probablemente la más destacable de estas plazas, con su preciosa fuente de mármol en mitad de ella. A esta plaza también se abre la fachada principal de la Residenz, el palacio que era residencia oficial de los gobernantes de la ciudad. La Residenz sorprende por la sobriedad de su exterior con elementos neoclásicos, pero que esconde en su interior salas de gran suntuosidad barroca y algunas pinturas excepcionales de la escuela holandesa y flamenca.
En la adyacente plaza de Mozart y bajo la atenta mirada de la efigie del compositor, se encuentra el Museo de Salzburgo, quizá el más interesante de la ciudad. Alojado en otro palacete barroco, este museo recorre la historia de la ciudad austriaca mostrando desde objetos romanos a retratos de obispos y lujosos tapices.
Y ante tanta exquisitez barroca quizá la iglesia más bella de todas sea la cercana Franziskanerkirche o Iglesia de los Franciscanos, que es fundamentalmente un edificio gótico, aunque cuenta también con una portada románica. Es un edificio esbelto que posee elementos de estilos muy dispares, pero que sorprende por su interior de techos altos y columnas robustas que acaban en unas bóvedas de crucería preciosas como fueran palmeras.
La Fortaleza de Hohhensalzburg
Llegar hasta el castillo de Salzburgo bien merece una caminata muy cuesta arriba. Aunque existe la opción más cómoda del funicular, eso impide pasar por el Convento de Nonnberg, célebre por aparecer en la película “Sonrisas y lágrimas” (Sound of music) (1965).
Siguiendo el camino empinado uno va accediendo a distintas puertas fortificadas hasta que finalmente llega a la fortaleza de Hohhensalzburg. Encaramada en un peñasco, fue construida allá por el siglo XI, aunque posteriormente se añadieron muros, torres y bastiones hasta convertirlo en una de las fortalezas más espectaculares de Europa.
Sus interiores también resultan sorprendentes ya que el príncipe-arzobispo Leonhard von Keutschach acondicionó el castillo para hacerlo habitable.
Para volver a la ciudad nada mejor que hacerlo por la zona de Mönchsberg, con varios senderos muy agradables entre bosques y que bordea el casco antiguo por su parte alta lo que ofrece magníficas vistas de las iglesias de Salzburgo.
Hotel en Salzburgo
Salzburgo no es precisamente una ciudad muy económica para los turistas. De manera que para ahorrarse algo en el alojamiento una buena opción es dormir en una acogedora casa de huéspedes a 1,5 del centro.
La encantadora The Little Guesthouse hace que valga la pena alejarse un poco del mundanal ruido.
Para los viajeros interesados en el turismo sostenible es una buena opción el Das Grüne Hotel zur Post, de gestión familiar y 100% BIO y ecologico.
Enlaces de interés:
Turismo de Salzburgo
Destinos de Austria: Salzburgo
Historia de la Catedral o Dom
Localizaciones de «Sonrisas y lágrimas» («Sound of music»)
Fortaleza de Hohhensalzburg
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