La ciudad japonesa de Kioto es un lugar maravilloso que cuenta con cientos de puntos de interés para visitar: templos, jardines, palacios, mercados. Pero a menudo los atractivos quedan a una distancia más que respetable, unos de otros, para ir a pie. De manera que una forma muy práctica de recorrer la ciudad es en bicicleta.
A pesar de que Kioto es una gran ciudad de casi millón y medio de habitantes no tiene los atascos y problemas de tráfico que puedan sufrir otras urbes japonesas como Tokio o la cercana Osaka, al menos en la zona de los templos, que se encuentran en su mayoría en las estribaciones que rodean la ciudad por el norte y el este (Higashiyama), a las afueras de Kioto.
Alquiler de bicicletas y ruta por Higashiyama
Existen diversas tiendas de alquiler de bicicletas en Kioto, en especial en la zona de la estación de tren y el centro de la ciudad (en torno a la zona de Kawaramachi) donde se concentran el grueso de los hoteles.
El alquiler de una bicicleta sencilla viene a costar unos 1000 ¥ (unos 7,5€ en 2017) lo cual es bastante barato teniendo en cuenta el precio de otros servicios en Japón.
Precisamente una de estas tiendas J-cycle ha publicado un práctico mapa con algunas posibles rutas en bicicleta por la ciudad. Además en las oficinas de turismo de Kioto, uno puede conseguir mapas más detallados con los “carriles bici” de manera que pueda trazarse una ruta evitando las calles y zonas más conflictivas.
Nosotros decidimos visitar el norte del barrio de Higashiyama (al Este de Kioto) una de las zonas con mayor cantidad de templos y lugares interesantes que ver y al mismo tiempo con menor grado de tráfico.
Alquilamos unas bicicletas en una tienda llamada curiosamente E-musica a muy buen precio y donde nos dieron unas nociones de como transitar.
En primer lugar, en Japón se circula por la izquierda como en los países anglosajones. De manera que el ciclista deberá ir por la calzada pegado a la acera izquierda. El resto de consejos y precauciones eran de puro sentido común. Además los conductores japoneses son tremendamente respetuosos con los ciclistas por lo que no tuvimos ningún problema.
Pedaleamos hacia el norte por un carril bici en el estrecho parquecito que bordeaba el cauce rio Kamo. Después enfilamos una avenida recta hacía nuestro primer destino: El Ginkakuji o Pabellón plateado, ya en el barrio de Higashiyama.
Antes de acceder a él debíamos encontrar un aparcamiento adecuado para las bicicletas. Éstas no se pueden dejar en cualquier lado, sólo en lugares habilitados para ello o corremos el riesgo de ser multados, por lo que hay que estar pendientes de los carteles.
El Ginkakuji o Pabellón plateado
Cerca del Templo plateado hay un gran aparcamiento en el que tuvimos que comprar el Bicycle 1 day parking pass. Hay varios de estos parkings de pago por la ciudad sobre todo junto a los templos más famosos.
El Ginkakuji es uno de los templos más concurridos de Kioto por eso es preferible verlo a primera hora, para evitar a la mayoría de turistas.
Este templo zen fue construido a finales del siglo XV por un shogun amante de las artes y la cultura tradicional. Probablemente en contraposición al famoso pabellón dorado, a éste se le conoce como Pabellón plateado ya que parece ser que se pensaba cubrir de planchas de plata. Sin embargo su edificio principal permanece con la madera oscura original, y otras teorías dicen que tal apelativo proviene del aspecto plateado del templo cuando la luna se refleja en el estanque.
El recorrido por los terrenos del Ginkakuji comienza en el edificio principal, de tamaño más bien pequeño y modesto pero con unos bonitos voladizos. Sin duda el jardín y el estanque que lo envuelven con mimo es lo que lo convierte en un lugar tremendamente pintoresco.
Muy cerca encontramos el conocido como Mar de arena plateada, un jardín seco con un enorme y llamativo cono también de arena. Después se pasa junto al Hondo y los otros edificios del templo, que normalmente no pueden visitarse.
El camino empedrado sube por una colina rodeada por un jardín precioso con cierto aire de bosque cuidado por el hombre. Desde lo alto se tienen unas vistas del pabellón plateado y la ciudad magníficas.
Bajando de nuevo, nos encontramos con algunos pinos retorcidos y ramas sinuosas que dan al entorno un aspecto como de bosque encantado. Hacia el final del camino nos tropezamos de nuevo con el estanque, al otro lado queda el encantador pabellón plateado. Quizá desde este punto se tiene la vista más bonita del templo.
El Paseo del Filósofo y los templos de Higashiyama
Se puede tomar entonces El Paseo del Filósofo, que discurre junto a un bonito canal rodeado de árboles, al pie de las colinas. Este camino cerrado a los coches, resulta muy placentero tanto a pie como en bicicleta. Aunque pedaleando se tendrá la posibilidad de visitar más templos.
El barrio se encuentra plagado de templos, algunos muy conocidos y de pago, otros más pequeños que pueden encontrarse cerrados, por lo que conviene apuntarse algunos nombres para no subir las cuestas en vano. El templo de Honen-in es quizá uno de los más bonitos cuya entrada es gratuita. Es un templo modesto y poco visitado pero con rincones de mucho encanto.
El Paseo del Filósofo o Camino de la Filosofía recorre kilómetro y medio junto al canal dejando a un lado la ciudad de Kioto y al otro las colinas con las últimas casas del barrio de Higashiyama y al menos una decena de templos y santuarios.
El Eikando se encuentra en el extremo sur del Paseo del Filósofo y es también uno de los lugares más visitados en otoño debido a las espectaculares tonalidades de las hojas de los árboles. Todo un espectáculo en Japón que se denomina Momiji o Koyo. El templo Eikando incluso realiza espectaculares juegos de iluminación nocturnos en otoño.
Nota: La entrada al templo de Eikando cuesta 600¥, excepto en Otoño 1000¥ por el dia. 600¥ por la noche.
El templo Nanzenji
No lejos de allí, se encuentra el templo Nanzenji, uno de los templos zen más importantes de todo Japón. El complejo es enorme y a él se puede entrar libremente, aunque la visita del interior de los distintos edificios y subtemplos es de pago.
En primer lugar destaca la imponente puerta de Sanmon construida en el siglo XVII y de más de 22 metros de altura, a la que se accede por una escalinata que acrecienta la impresión aún más. Otro elemento que sorprende es el gran acueducto de ladrillo construido a finales del siglo XIX que atraviesa los terrenos del Nanzenji y que formaba parte de un complejo sistema de canales para transportar agua y mercancías entre Kioto y el cercano lago Biwa.
Aunque el edificio más singular del templo Nanzenji es el Hōjō, la residencia del abad del templo que cuenta con unas preciosas pinturas de animales en las puertas correderas de las estancias. Y sobre todo el jardín zen o de roca que se encuentra junto al lateral del edificio quizá uno de los más bellos de Japón.
El Kioto menos turístico
En la zona de los templos de Higashiyama no es fácil encontrar restaurantes, al menos no abarrotados. Por lo que pedaleamos en dirección a la ciudad y buscamos algún sitio donde comer en los alrededores del Zoo. La zona estaba muy concurrida por los propios kiotenses ya que cuenta con parques, pistas deportivas, museos y el gran santuario sintoísta de Heian.
Acabamos en un restaurante diminuto, una pequeña casita de ladrillo anexada a un edificio mucho más alto donde nos sirvieron un sencillo pero riquísimo ramen. Japón está lleno de estos pequeños restaurantes baratos y sin pretensiones que sirven básicamente esta sopa japonesa de verduras que viene a ser su comida rápida. Por supuesto, estos lugares no suelen tener clientela extranjera, pero no es complicado pedir en un lugar donde prácticamente no hay platos entre los que elegir.
Después volvimos junto al rio Kamo que cuenta con uno de los tramos más largos de “carril bici” de toda la ciudad. Abajo, junto al propio cauce del rio hay agradables paseos con jardines en ambas orillas y es un lugar muy frecuentado por los habitantes de Kioto, esta zona se la conoce como paseo de Kamogawa . Incluso por familias enteras que se compran unas brochetas para comer.
No muy lejos del centro de Kioto se produce la confluencia del río con uno de sus afluentes formando una enorme V, que pese a encontrarse en mitad de una gran ciudad rebosa de vida. En las aguas claras y poco profundas o entre los juncos, no es difícil ver garzas reales, patos y garcetas que acechan a los pececillos. Allí se ha construido un puente muy especial hecho con bloques de hormigón simulando grandes piedras sobre las que hay que saltar, algunas tienen la forma de una tortuga y son las más buscadas por los pequeños y los turistas.
El Mercado de Nishiki
Tras devolver las bicicletas en la tienda, nos acercamos al mercado de Nishiki. Se trata de una calle peatonal cubierta que se extiende a veces por alguna calle adyacente que como sucede en muchas otras ciudades japonesas se ha destinado a fines comerciales.
Aunque su clientela habitual suelen ser los turistas lo cierto es que las distintas tiendas y puestos son sorprendentes y maravillosos. Y uno puede encontrar desde verduras, tés, especias o setas a helados, galletas y casi cualquier alimento imaginable.
Se trata de todo un placer para los ojos y merece la pena arriesgarse a probar alguna cosa, aunque las verduras maceradas no tengan demasiada buena pinta para un occidental.
Enlaces de interés:
Web de Kioto
Emusica (alquiler bicicletas)
J-cicle (alquiler bicicletas)
Porque se conduce por la izquierda en Japón
15 mejores sitios para ver el momiji en Kioto
Viajar a Japón:
Organizar el viaje:
Qué hacer y qué ver en Japón
Cómo preparar un viaje a Japón
Hotel, ryokan. alojamientos en Japón
Itinerario por Japón
Tokio y Nikko:
Harajuku y Shibuya.
Asakusa, Yanaka y Ueno
Shinjuku
Nikko
Alpes Japoneses:
Shirakawa-go
Kamikochi
Takayama
Cine en Japón:
Tokio de cine.
Deja una respuesta