Todo lo que necesitas para visitar Dublín y la isla de Irlanda

Pubs en el centro histórico de Dublín

Pubs en el centro histórico de Dublín

Artículos de Irlanda:

Guía completa para viajar a Irlanda

Clonmacnoise
Connemara
Península de Dingle
Kilkenny
Kinsale
Acantilados de Moher
Rock of Cashel

Cine rodado en Irlanda


Irlanda en cifras:

Superficie: 69. 797 km²
Población: 4. 804.000 hab.
Capital (población): Dublín (1.201.000)
Otras ciudades importantes: Cork (208.669), Limerick (94.192), Galway (79.974)

Idiomas oficiales: Irlandés (gaélico) e inglés
Moneda: Euro
Número de turistas anuales que recibe: 10.100.000 (2018)

Por qué ir a Irlanda

Los tópicos retratan a Irlanda como un país cubierto de prados verdes repletos de indolentes ovejas y pubs oscuros en los que se sirve cerveza negra a mansalva. Pero la conocida, no sin razón, como ‘Isla esmeralda’ es mucho más que eso.

Irlanda posee unos paisajes abiertos en los que se pierde la mirada, pueblecillos llenos de encanto y un patrimonio histórico y cultural realmente excepcional.

Lo cierto es que la mayoría de turistas suele quedarse en su agradable y cosmopolita capital Dublín. Algunos incluso hacen alguna excursión rápida a los famosos acantilados de Moher o cruzan la frontera de Irlanda del Norte para pasear por la Calzada de los gigantes.

Pero para conocer la Irlanda más auténtica hay que salirse de las rutas más transitadas y dejarse caer por sus zonas rurales, agrestes y recónditas.
Si uno desea disfrutar de paisajes costeros casi en soledad existen docenas de bellos enclaves por todo el litoral occidental del país.
En las zonas rurales no se ha construido a lo loco, todo tiene una cierta modesta armonía. Las carreteras atraviesan los pueblos bordeadas de casitas de colores de dos pisos y pintorescos pubs con fachadas de madera.

Puerto de Dingle en el condado de Kerry

Puerto de Dingle en el condado de Kerry

Además, quizá debido al aislamiento insular, se han podido conservar verdaderas joyas de su pasado: yacimientos prehistóricos, enormes cruces celtas, preciosas abadías y castillos medievales.

A todo ello hay que añadir la hospitalidad y la amabilidad de sus gentes. Alejados de toda impostura, los irlandeses son sencillos y amigables y no dudan en ayudar al visitante en todo lo posible.

Conviene reservar con tiempo el alojamiento en algunas zonas de Irlanda. Se puede empezar por buscar
hotel o apartamento en Dublín para después hacerlo en los demás sitios.

Cuándo ir a Irlanda

Partimos de la base de que en Irlanda llueve a lo largo de todo el año, haga frío o calor. Los datos estadísticos (extraídos de Aemet) reflejan que la época más lluviosa suele darse entre octubre y enero, que además coincide con temperaturas bastante bajas.

También debemos tener en cuenta nuestro destino, ya que en el interior y la costa este donde se sitúa Dublín suele llover bastante menos que en la costa occidental. Los condados de Cork y Kerry, en el Suroeste, están muy expuestos a las tormentas venidas del Atlántico por lo que puede llegar a llover hasta 20 días algunos meses.

Parque Nacional de Connemara (Condado de Galway, Irlanda)

Parque Nacional de Connemara (Condado de Galway, Irlanda)

Sin embargo, esto de ninguna manera debería echar atrás al viajero que desea visitar la isla. En la mayoría de casos las precipitaciones son una simple llovizna pasajera que no impide realizar las actividades previstas.

Eso sí, conviene planificar visitas alternativas al resguardo de algún techo, por si la lluvia arrecia, quizá algún museo, castillo o uno de los acogedores pubs que pueblan todo el país.

En realidad, la mayoría de días aparecen nublados y en algún momento se atisba el sol. De hecho, muchos irlandeses aseguran que ven el sol todos los días un rato, aunque tampoco hay que creerles demasiado.

En verano, a un día lluvioso puede sucederle un día de sol resplandeciente y no existe nada más bello que las colinas verde esmeralda de Irlanda después de la lluvia.

La primavera también es una buena época para viajar a Irlanda ya que los campos y las fachadas de las casas se llenan de flores frescas. Salvando las distancias, el clima de Irlanda no es muy diferente del de la costa gallega en España. Puede llover, o no, pero indudablemente esta tierra es preciosa.

Día lluvioso en Galway

Día lluvioso en Galway

Que ropa llevar

Más allá de que en primavera y verano tengamos las condiciones más favorables (temperaturas moderadas y menos lluvias) lo más importante al viajar a Irlanda es llevar la ropa adecuada.

En la maleta no debe faltar un buen chubasquero o un impermeable sobre la chaqueta. El paraguas no siempre será de utilidad ya que el fuerte viento puede desbaratarlo. Conviene llevar también calzado especializado en el que no cale la lluvia, quizá unas botas de montaña. Y prendas que sequen rápido, los habituales vaqueros no suelen ser una buena opción en los días más lluviosos.

En todo caso no es mala idea consultar la predicción meteorológica la víspera, para saber que ropa ponerse al día siguiente.

De todos modos, si uno ha olvidado traer alguna prenda, siempre podrá comprarla en las tiendas irlandesas, donde hay una variedad extraordinaria de prendas para el frío, el viento y la lluvia. Si en las tiendas turísticas y de recuerdos los precios no son demasiado atractivos, siempre se puede ir a los centros comerciales donde acuden los propios lugareños.

Un poco de historia

Irlanda es una tierra con una rica y compleja historia de la que conviene conocer al menos algunas pinceladas antes de viajar a ella. Quizá de esta manera entendamos un poco mejor el país y sus gentes.

Dolmen de Poulnabrone en la región del Burren (Condado de Clare)

Dolmen de Poulnabrone en la región del Burren (Condado de Clare)

Prehistoria

Las primeras evidencias de pobladores humanos en Irlanda datan en torno al 10500 a. de C.

De época posterior, existen monumentos tan sorprendentes como el dolmen de Poulnabrone, una tumba megalítica que podría tener hasta 6000 años de antigüedad o los túmulos de Newgrange, no muy lejos de Dublín. Muchas de estas construcciones pueden todavía encontrarse diseminadas por toda la isla y alineadas de forma astronómica.

En el Museo Nacional de Dublín se exponen suntuosas joyas y ornamentos datados hacía el 2500 a. de C. lo que denota ya una sociedad muy avanzada.

Los Celtas

El pueblo celta colonizó la isla en sucesivas oleadas en el último milenio antes de Cristo. Estos trajeron a la isla importantes descubrimientos como el hierro, la rueda y el caballo, así como un gran conocimiento culinario, ya que elaboraban cerveza, mantequilla, miel, pan…

Monasterio de Clonmacnoise fundado en el siglo VI (Condado de Offaly)

Monasterio de Clonmacnoise fundado en el siglo VI (Condado de Offaly)

Al contrario que gran parte de Europa, el Imperio romano nunca llegó a conquistar Irlanda, por lo que la cultura celta se desarrolló aquí durante siglos.

Los celtas tenían una estructura social basada en pequeñas comunidades y familias y un mundo espiritual dominado por los druidas y en la que se establecía una especial relación con la naturaleza (culto a la tierra, al cielo, al agua, los animales…).

También tenían una larga tradición comercial lo que facilitó la relación y el intercambio con otros pueblos y culturas.

De esta época data la división tradicional de Irlanda en cuatro grandes regiones: Leinster al Este (Dublín), Munster al Sudoeste (Cork), Connacht al Oeste (Galway) y Ulster al norte (Belfast).
La herencia celta sigue de algún modo viva en la actualidad y forma parte intrínseca de la identidad irlandesa.

El cristianismo

A mediados del siglo V d. de C. comenzó a propagarse el cristianismo en la isla, en gran medida gracias a la obra de San Patricio, que se cree que utilizó el trébol de tres hojas (símbolo hoy de Irlanda) como metáfora de la Santísima Trinidad.

El oratorio Gallarus se cree que fue construído hacia el siglo VIII  (Península de Dingle, Condado de Kerry)

El oratorio Gallarus se cree que fue construído hacia el siglo VIII (Península de Dingle, Condado de Kerry)

La religión cristiana no tardó en imponerse, aunque impregnada de las creencias paganas ancestrales. Quizá la mejor prueba de ello sean las hermosas cruces celtas que salpican hasta el último rincón de la isla. Algunas de las más antiguas, datadas en los siglos IX y X se encuentran en el monasterio de Clonmacnoise. Estas cruces muestran una iconografía cristiana (crucifixión, juicio final…) pero una ornamentación típicamente celta.

De las primeras construcciones cristianas se conserva el excepcional oratorio Gallarus, realizada con una gran destreza constructiva en la península de Dingle.
Durante los siglos IX y X los vikingos desembarcaron en numerosas ocasiones en la isla y terminaron por establecerse en diversos puntos de la costa.

La dominación inglesa

La invasión del rey Enrique II de Inglaterra y sus tropas normandas en 1169 determinó la dominación inglesa de la isla durante ocho siglos. Los pequeños reinos irlandeses fueron sometidos por la superioridad del ejército normando que en poco tiempo controló casi toda la isla. Aunque con el paso del tiempo los irlandeses recuperaron parte de sus tierras y los normandos adoptaron las costumbres de la isla.

Fort Charles con la ciudad de Kinsale al fondo (Condado de Cork)

Fort Charles con la ciudad de Kinsale al fondo (Condado de Cork)

No fue hasta siglos más tarde (en 1536) que Enrique VIII de Inglaterra decidió conquistar de facto la isla. El rey inglés confiscó bienes y tierras a los nobles irlandeses y disolvió las ordenes monásticas. También rompió con la autoridad papal y se erigió en jefe de una nueva iglesia, separada de la fe católica que profesaba la mayoría de la población irlandesa.

A finales del siglo XVI se sucedieron diversos levantamientos de irlandeses contra la dominación inglesa. Quizá el más importante fue la conocida como Guerra de los Nueve años, capitaneada en el norte por Hugh O’Neill. Este pidió ayuda al monarca católico Felipe III de España, tradicional enemigo de Inglaterra que mandó 4000 hombres, la conocida ‘Armada española’.

La batalla definitiva, ganada por Inglaterra, tuvo lugar en Kinsale (1601) tras la cual vino la rendición de los rebeldes.

La independencia

En abril de 1916 republicanos irlandeses se rebelaron en Dublín, tomando diversos edificios públicos, el más simbólico de ellos fue la Oficina de Correos. Sin embargo, la insurrección fue aplastada y los líderes ajusticiados.

Bandera de Irlanda junto al muro de la prisión Kilmainham Gaol

Bandera de Irlanda junto al muro de la prisión Kilmainham Gaol (Dublín)

Dos años más tarde en 1918, el partido republicano del Sinn Féin ganó por aplastante mayoría y poco después declaró la independencia de Irlanda. Esto dio pasó a una guerra de guerrillas entre el IRA y las fuerzas británicas que se saldó con más de 2000 muertos, muchos de ellos civiles. Varios de sus líderes fueron encarcelados en Kilmainham Gaol una sombría prisión dublinesa que puede visitarse en la actualidad.

El Tratado Anglo-irlandés puso fin al conflicto y dividió a la isla en dos. Gran parte de la región del Ulster con mayoría protestante siguió perteneciendo al Reino Unido.

Una parte del IRA no aceptó la partición de la isla e Irlanda se vio inmersa en una guerra civil entre 1922-23, que provocó más muertes incluso que la guerra anglo-irlandesa y en la que murió uno de los considerados héroes irlandeses: Michael Collins.

Castillos, abadías y dólmenes

Una de las grandes sorpresas que depara Irlanda es su valioso y abundante patrimonio histórico. De sobras es conocida la espectacular silueta de Rock of Cashel en lo alto de una colina y su alta torre cilíndrica.

El emblemático Rock of Cashel (Condado de Tipperary)

El emblemático Rock of Cashel (Condado de Tipperary)

Pero en tierras irlandesas pueden descubrirse docenas de monumentos más: abadías, castillos, fuertes, dólmenes y mansiones que merece la pena visitar.

Y quizá lo más sobresaliente son los numerosos vestigios que se conservan de las antiguas civilizaciones. Existen abundantes monumentos megalíticos y asentamientos prehistóricos en lugares inhóspitos como el Burren o la apartada península de Dingle.

En el extremo de esta preciosa península de la costa oeste se puede visitar por ejemplo el Dunbeg fort, un pequeño poblado amurallado situado sobre un acantilado.

También son muy destacables las muestras del primitivo arte cristiano en tierras irlandesas, como el excepcional conjunto monástico de Clonmacnoise. Que fue probablemente durante muchos años el monasterio más próspero y poderoso de toda la isla

Castillo de Kilkenny (Condado de Kilkenny)

Castillo de Kilkenny (Condado de Kilkenny) (Foto: Álvaro Romero)

Resulta difícil elegir entre tantas fortalezas espectaculares, pero no hay que perderse el castillo de Kilkenny, casi un palacio por las lujosas estancias que posee. O también el Charles Fort a la entrada de la bahía de Kinsale, un magnífico ejemplo de fortaleza inexpugnable del siglo XVII.

Heritage Card (OPW)

Si uno va a permanecer unos cuantos días en la isla y desea visitar un buen puñado de estos magníficos monumentos del patrimonio histórico irlandés, probablemente le interese adquirir la Heritage Card (OPW), algo así como la tarjeta del patrimonio irlandés.

Esta tarjeta permite el acceso a casi 100 sitios en su mayoría castillos y abadías, pero también jardines, museos y mansiones por todo el territorio de la República de Irlanda y es válida por un año.

La Heritage Card (OPW) se puede comprar a través de su página web o en el primer monumento adscrito que se visite. Su valor es de 40€ para adultos y se puede amortizar si se visitan unos 6 o 7 lugares.

Qué visitar en Irlanda

Cruce de Grafton street con St Anne's Street (Dublín)

Cruce de Grafton street con St Anne’s Street (Dublín)

Dublín

Baile Átha Cliath es el impronunciable nombre en gaélico de la capital irlandesa, que suele ser la puerta de entrada al país de los visitantes extranjeros.
Dublín es una ciudad vibrante de más de un millón de habitantes venidos de todos los rincones del país y no pocos foráneos que han decidido quedarse.

Es por supuesto una visita imprescindible ya que concentra multitud de atractivos en su pequeño casco histórico y también fuera de él. En particular el Trinity College y la prisión Kilmainham Gaol a los que se puede añadir museos como la National Gallery o el Castillo de Dublín.

Tampoco está de más visitar la catedral anglicana y su versión católica la St. Patrick’s Cathedral, así como la animada calle comercial de Grafton Street y la muy concurrida zona de ocio de Temple Bar.

El monasterio de Glendalough rodeado de bosques (Condado de Wicklow)

El monasterio de Glendalough rodeado de bosques (Condado de Wicklow) (Foto: BSTAUNTON/ Pixabay)

Sureste de Irlanda

Wicklow
El condado de Wicklow a apenas 20 km al sur de Dublín es sin duda una región con múltiples atractivos que merece ser visitada. Conocida a menudo como el jardín de Irlanda, Wicklow puede alardear de una naturaleza extraordinaria llena de bosques, lagos y cascadas. Aquí también se encuentran las hermosas ruinas del monasterio de Glendalough.

Kilkenny
Algo más lejos queda Kilkenny, un municipio con un centro histórico con muchísimo encanto dominado por su magnificente castillo. Éste fue adquirido en 1967 por el gobierno irlandés en estado ruinoso, pero tras una larga y modélica restauración se muestra ahora en todo su esplendor.

Al otro lado de la ciudad se levanta la elegante catedral gótica de San Canice rodeada de losas y tumbas. Entre medias, la calle principal o High Street es el lugar ideal para pasear sin prisas, ya que está llena de tiendas, acogedores pubs y bonitos edificios antiguos.

Cashel
La pequeña localidad de Cashel alberga dos auténticas joyas del medievo irlandés. Por un lado, el célebre Rock of Cashel, un conjunto eclesiástico único por la belleza de su emplazamiento. Por el otro, a apenas 1 kilómetro del pueblo encontramos las espléndidas ruinas góticas de la abadía de Hore, rodeada de prados donde pastan las vacas.

Cashel mantiene su aire de autenticidad, sus casitas de colores en la calle principal y algún que otro edificio medieval en su casco urbano.

La Muckross House y sus jardines están dentro del parque nacional de Killarney (Condado de Kerry)

La Muckross House y sus jardines están dentro del parque nacional de Killarney (Condado de Kerry)

Condados Cork y Kerry

Cork
La segunda ciudad más importante de Irlanda posee una importante población universitaria que la dota de un tremendo dinamismo. Lo mejor que se puede hacer aquí es pasear por la ciudad, curiosear en su animado English Market, meterse en varios de los mejores pubs de esta parte del país y disfrutar de su música en directo.

Kinsale
La localidad más bonita de la costa de Cork es muy probablemente Kinsale. En verano muchos turistas llegan hasta aquí atraídos por su puerto deportivo y su bonito casco antiguo lleno de pubs y bed & breakfast pintados de vivos colores. Aunque su mayor atractivo es el impresionante Charles Fort, una fortaleza que domina toda la bahía.

De Kinsale parte la conocida como Wild Atlantic Way una ruta turística que sigue las preciosas carreteras costeras del Oeste irlandés hasta la frontera con Irlanda del Norte.

La península de Dingle
El condado de Kerry atesora alguno de los paisajes costeros más bellos de toda Irlanda. Su abrupto litoral ofrece joyas como la península de Iveragh famosa por el conocido como anillo de Kerry que la recorre. En su extremo se hallan las espectaculares Islas Skellig que aparecieron en la saga de ‘Star Wars’.

Paisaje de Connemara cerca de Leenaun (Condado de Galway)

Paisaje de Connemara cerca de Leenaun (Condado de Galway)

Sin embargo, nuestra recomendación es la también hermosa y menos visitada península de Dingle. Esta estrecha franja de tierra posee preciosos pueblos pesqueros, largas playas y un puñado de yacimientos arqueológicos de primer orden.

Parque Nacional de Killarney
En el interior de Kerry se halla el Parque Nacional de Killarney, quizá el más visitado de Irlanda. En su interior se pueden encontrar tres grandes lagos, senderos de montaña, cascadas y la fastuosa Muckross House.

Condados Clare y Galway

Los acantilados de Moher y el Burren
Los acantilados de Moher son sin duda el mayor atractivo turístico del condado de Clare. Son realmente espectaculares, pero hay que ser conscientes de que en temporada alta el entorno del Centro de Visitantes y la Torre O’Brien suele estar abarrotado.

La solitaria Abadía de Quinn (Condado de Clare)

La solitaria Abadía de Quinn (Condado de Clare)

De esta región no hay que irse sin visitar la agreste belleza del Burren, que según se dice inspiró a J. R. R. Tolkien para ‘El señor de los anillos’ y también varias preciosas abadías medievales como la de Quinn o Ennis.

Galway y Connemara
La cuarta ciudad más poblada de Irlanda es también una de las más vibrantes y divertidas. Merece la pena visitar la bonita St. Nicholas Church patrono de los marineros y el Galway City Museum justo al lado del Spanish Arch, lo que queda de las murallas que protegían la ciudad. Además, Galway puede ser una estupenda base para visitar los alrededores.

La región de Connemara con su naturaleza áspera poblada de lagos, turberas y colinas despojadas de árboles resulta de una belleza inenarrable. Hay que reservar al menos un día para recorrer sus estrechas carreteras acompañados del viento, las nubes y las ovejas semisalvajes.

Para los que gusten de hacer rutas al aire libre no deben dejar de subir a la Diamond Hill, en el mismo corazón del Parque nacional de Connemara. En esta región los pueblos son escasos y exiguos, pero no faltos de encanto como Roundstone, Leenaun o Clifden.

Clonmacnoise

Este monasterio fundado en el siglo VI por San Ciarán se ubicó estratégicamente en el centro de la isla. No solo en mitad de las rutas que conectan el Oeste con Dublín sino también a orillas del Shannon, el río más largo e importante de la Irlanda.

Clonmacnoise devino un lugar de vital importancia durante siglos y fue elegido como lugar de enterramiento de reyes. Todavía conserva varios templos románicos y góticos, pero son especialmente las cruces celtas las que le han dado su merecida fama.

La calzada de los gigantes en Irlanda del Norte

La calzada de los gigantes en Irlanda del Norte (Foto: PaulHampshire/ Pixabay)

Ulster

Seis de los nueve condados de la histórica región del Ulster constituyen la conocida como Northern Ireland (Irlanda del Norte) perteneciente al Reino Unido. Estas fronteras acordadas tras la Guerra de Independencia Irlandesa (1919-1921) siguen provocando no pocos conflictos.

Durante años los ciudadanos de la Unión Europea han podido traspasar estas fronteras sin mayores problemas y así visitar muchos de sus atractivos.

Entre ellos están la ciudad de Belfast, la Calzada de los gigantes o algunas de las localizaciones de la conocida serie ‘Juego de tronos’.

La posible salida sin acuerdo del Reino Unido de la Unión Europea, el temido ‘Brexit’, puede complicar a irlandeses y turistas extranjeros el paso entre las dos Irlandas.

Transporte en Irlanda

Aeropuertos

Para llegar a Irlanda la mayoría de visitantes opta por el avión. El aeropuerto con mayor tráfico de pasajeros (a mucha distancia) es el de Dublín. Pero también se puede volar a los aeropuertos internacionales de Cork y Shannon (cerca de Limerick) o al de Belfast en Reino Unido.

La moderna Terminal 2 del aeropuerto de Dublín

La moderna Terminal 2 del aeropuerto de Dublín

Desde España vuelan a Irlanda: Aer Lingus, Iberia Express, Ryanair y Vueling. Easyjet y Jet2 vuelan también a Belfast.
Los vuelos desde las grandes capitales de Iberoamérica (Buenos Aires, México DF, Bogotá) suelen hacer escala en ciudades europeas.

Conducir en Irlanda

La mejor manera de conocer la Irlanda más auténtica y rural es lógicamente moviéndose en coche. Muchos turistas deciden alquilar un vehículo para poder acceder a lugares apartados como las penínsulas del Suroeste, yacimientos arqueológicos o abadías rurales.

En todo caso si se decide alquilar un coche en Irlanda, es conveniente tener en cuenta ciertas características propias de las carreteras irlandesas.

Como en Reino Unido y otros países de cultura anglosajona (India, Sudáfrica, Australia…) en Irlanda se conduce por la izquierda. Lo que puede suponer más de un quebradero de cabeza al conductor más hábil habituado a conducir por el lado derecho. No es por tanto recomendable que conductores novatos se lancen a las carreteras de Irlanda.

Conduciendo bajo la lluvia por las carreteras del Burren (Condado de Clare)

Conduciendo bajo la lluvia por las carreteras del Burren (Condado de Clare)

Los mayores problemas se suelen producir al tomar un cruce, en los adelantamientos y al acceder a las rotondas, ya que todo se realiza al contrario de lo que el conductor está habituado.
A la hora de alquilar el coche es aconsejable contratar un seguro a todo riesgo y llevar un GPS ya sea de la empresa de alquiler o alguna app como Google maps o Waze.

Las carreteras secundarias en Irlanda son a menudo muy estrechas y varían imperceptiblemente su ancho y a veces ni siquiera disponen de arcén.
De hecho, algunas veces es necesario que uno de los vehículos se aparte o se detenga para que pase el otro que viene en sentido contrario.
A la hora de devolver el coche es habitual ver a los clientes rellenar un parte de daños, debidos sobre todo a rayones producidos por los arbustos en los laterales del coche.

La parte positiva es que los conductores irlandeses son tremendamente educados y pacientes. Conducen de manera segura, no utilizan jamás el claxon y agradecen cuando se les deja paso levantando el dedo índice.

Otro detalle, a tener en cuenta, es que algunas carreteras por ejemplo en la costa occidental (la conocida como Wild Atlantic Way) o Connemara curvean entre paisajes de extrema belleza y el conductor ha de mantenerse concentrado en la carretera para evitar accidentes.

Carretera de la Wild Atlantic Way, cerca de Dingle (Condado de Kerry)

Carretera de la Wild Atlantic Way, cerca de Dingle (Condado de Kerry)

En cuanto a la señalización los nombres de las localidades o lugares suelen aparecer en gaélico (irish) en minúscula y cursiva y debajo su traducción al inglés en mayúsculas.
El límite de velocidad en travesía, esto es dentro de una población, es de 60km/h.

Autobuses, trenes y ferris

El autobús es el medio de transporte más extendido y eficiente en la isla ya que permite llegar hasta a los municipios más pequeños. Sin embargo, las frecuencias de los recorridos fuera de la época estival suelen ser escasas.

Bus Éirann y Express Way son las compañías estatales de autobuses y las que tiene una red más extensa de rutas. Aunque también hay numerosas empresas privadas que operan en regiones concretas y otras como Citylink o Dublin Coach que ofrecen rutas muy transitadas entre grandes ciudades.

En esta página puede encontrar información sobre distintos pases y tarjetas de autobuses y trenes.

El tren, aunque es más cómodo no suele sobrepasar los 90km/h, por lo que resulta más lento y también más caro que el autobús. La red ferroviaria llega a las grandes ciudades y a las localidades intermedias, pero no alcanza a amplias zonas, por ejemplo, de la costa de Cork y Kerry o Donegal al norte.
La página oficial de los ferrocarriles irlandeses es Irish Rail.

Para más información sobre los ferrocarriles puede visitarse esta página: Trains in Ireland

Desde Reino Unido y Francia también es posible llegar en ferri hasta Irlanda, aunque es una opción usada sobre todo por turistas de esos países.
La compañía Stena Line conecta la costa occidental inglesa con el oriente irlandés desde cuatro puntos distintos.

Puerto pesquero de Roundstone (Condado de Galway)

Puerto pesquero de Roundstone (Condado de Galway)

Así mismo, existen en Irlanda algunos ferris que conectan con pequeñas islas, por ejemplo, el archipiélago de las Aran, la isla de Clare o las antaño remotas y ahora turísticas islas Skellig. También hay un ferry que atraviesa el ancho estuario del Shannon y que permite ahorrarse muchos kilómetros.

Lamentablemente estos barcos de mediano tamaño dependen del buen tiempo para realizar sus rutas por lo que no es infrecuente que sus viajes sean cancelados cuando el estado del mar no es idóneo.

Algunas de estas empresas de ferris irlandesas son: Doolin ferry, Shannon Ferries o Skellig Michael cruises.

Aunque si lo que buscamos es alguna excursión con guía, para no preocuparnos demasiado, podemos contratar alguno de los tours en inglés de Paddy Wagon Tours.

Si se prefieren excursiones en español sin duda la mejor opción será buscar la más apetecible en la web de Civitatis. Tiene más de 30 actividades distintas en Irlanda, la mayoría de ellas partiendo de Dublín.

Tienda de Galway especializada en prendas de lana de Aran

Tienda de Galway especializada en prendas de lana de Aran

Qué comprar en Irlanda

Irlanda es quizá un país más turístico de los esperado. Las numerosas conexiones aéreas con ciudades europeas, muchas de ellas con compañías low cost, hizo que en 2018 este pequeño país recibiera más de 10 millones de visitantes extranjeros.

Esto hace que las localidades más turísticas estén repletas de tiendas. Pero más allá de los típicos souvenirs (imanes de nevera, tazas y postales) estos comercios suelen ofrecer también una gran variedad de ropa de calidad.

Jerséis de lana

En especial han conseguido mucha fama los jerséis de lana de Aran. Las islas Aran son unas pequeñas islas, situadas frente a la costa cerca de Galway, que tradicionalmente han sufrido un gran aislamiento. En ellas las mujeres comenzaron a tejer jerséis de lana virgen sin tratar que pronto llevaron todos los pescadores de la zona. Debido sobre todo a que abrigaba mucho, la lana resultaba impermeable y apenas era necesario lavarlos.

Las tiendas turísticas normalmente venden prendas realizadas a máquina, mientras que las tejidas a mano suelen encontrarse en tiendas especializadas. Estos jerseys tienen mucha mayor calidad y su precio puede rondar los 100€ por unidad.

Ropa deportiva

Sin embargo, no es necesario desembolsar una fortuna para llevarse alguna prenda irlandesa de buena calidad. Hay todo un muestrario de sudaderas, camisetas de rugbi (el deporte más popular en la isla) y chaquetas deportivas. En ellas son habituales los verdes y los símbolos de la tierra como el trébol o el arpa.

Joyas y bisutería

Entre los mejores regalos que uno puede llevarse de Irlanda están las joyas de inspiración celta (pendientes, pulseras, anillos…). En las tiendas turísticas hay a la venta piezas de bisutería muy económicas por 15-20€. Pero en los establecimientos especializados encontraremos preciosa artesanía celta y joyas de plata de gran calidad y exquisito diseño.

La tienda de dulces Aunty Nellie's en Temple Bar (Dublín)

La tienda de dulces Aunty Nellie’s en Temple Bar (Dublín)

Mermeladas y cervezas

Pero si uno lo que quiere es recordar la preciosa Irlanda a través de sus papilas gustativas lo más adecuado es llevarse consigo alguno de sus manjares. Y entre los alimentos envasados destaca su magnífica variedad de mermeladas, en especial de frutos rojos (arándanos, moras, grosellas…)

Si uno es muy goloso también puede llevarse una cajita de dulces y caramelos. Unos muy conocidos son los ‘Irish assorted sweets’ de la marca Kate Kearney’s.

Y varias marcas de cerveza, porque, aunque la marca Guiness cope gran parte del mercado hay otras marcas que quizá gusten más a los cerveceros. La Murphy´s procedente de Cork y la muy rica Smithhwick’s que tiene su sede en la encantadora ciudad de Kilkenny.

Pese a que es el whiskey escocés el que tiene una fama merecida. En los últimos años se han vuelto a abrir numerosas destilerías por todo el territorio irlandés. Incluso algunas destilerías como en Dingle ofrecen visitas guiadas.
Las marcas más conocidas son probablemente Jameson, Midleton y Tullamore D.E.W.