Si buscáramos en el mapa de Irlanda un lugar apartado y remoto quizá posaríamos el dedo en la punta de la península de Dingle. Y es que esta estrecha y abrupta franja de tierra se levanta sobre el embravecido Atlántico formando un litoral de tortuosa e indescriptible belleza.
Muy lejos quedan las grandes ciudades, aquí encontraremos únicamente pequeños pueblos de pescadores y diminutas aldeas junto a los márgenes de la carretera.
La populosa capital Dublín se encuentra a cinco horas en coche, pero pareciera que quedara en la otra punta del continente. Ciertamente, en la península de Dingle la mayor población de residentes estables la constituyen las vacas, las ovejas y las aves marinas.
Un paisaje para los 5 sentidos
En este rincón de la Irlanda rural, los sentidos de los viajeros se ven sobreexcitados. Los prados verdes esmeralda toman matices distintos si algún rayo de sol consigue traspasar las nubes.
Las olas chocan contra los acantilados ribeteando la orilla rocosa de blanco e impregnando el ambiente de humedad. Y el mar ondulante puede tornarse en un instante azul, verde turquesa, oscuro, negro o claro.
El aislamiento de este lugar ha permitido, del mismo modo, que se hayan preservado enclaves arqueológicos y construcciones medievales únicas en el mundo. Aquí podemos encontrar fuertes prehistóricos en escarpados acantilados o misteriosas iglesias y oratorios de la oscura Edad Media.
Todos los veranos llegan hasta la península miles de turistas, pero la región ha conseguido mantener intacto todo su encanto y su autenticidad. De hecho, este es uno de los reductos donde todavía puede escucharse de manera habitual el irlandés o gaélico. Sin duda, la península de Dingle o Corca Dhuibhne (su nombre irlandés) es un territorio que merece ser explorado con calma.
Slea Head Drive
La llamada Slea Head Drive es una ruta circular que transita por las estrechas y sinuosas carreteras del extremo occidental de la península. Ésta ofrece un espléndido recorrido junto a precipicios que caen al mar, con importantes restos arqueológicos y preciosos enclaves que han servido de escenario a famosas películas.
Se trata de una ruta perfecta para un road trip, ya que la mejor manera de recorrerla es en automóvil o caravana y también es posible hacerlo en bicicleta. Se recomienda, así mismo, circular en el sentido de las agujas del reloj, dada la estrechez de algunos tramos, para evitar toparse con grandes vehículos en dirección contraria.
En verano, incluso, cabe la posibilidad de recorrer este circuito en un bus turístico, aunque es desaconsejable. La mejor manera de disfrutar la belleza de la Slea Head Drive es teniendo la total libertad para detenerse en cualquier lugar, mirador o recodo de la ruta. Y por supuesto, no hacerlo entre la multitud de una excursión numerosa.
La Slea Head Drive ronda los 60 kilómetros y puede hacerse perfectamente en medio día o un día (en coche) dependiendo de la tranquilidad con que se visite.
Este recorrido forma parte, además, de la conocida como Wild Atlantic Way una ruta turística que bordea toda la costa occidental irlandesa desde el pintoresco pueblo de Kinsale al sur hasta la frontera con Irlanda del Norte.
Algunos tramos de la Wild Atlantic Way se han convertido en circuitos turísticos muy concurridos, como el conocido anillo de Kerry (Ring of Kerry) situado en la cercana península de Iveragh.
Dunbeg Fort
A 5 kilómetros del pueblo de Ventry se encuentra el Dunbeg Fort (An Dún Beag) una fortificación construida probablemente en la Edad del Hierro. Aunque su datación es incierta y algunos historiadores la sitúan en época muy posterior.
En toda Irlanda se han clasificado unas 200 fortificaciones de este tipo, aunque éste es probablemente el que se construyó en un lugar más impresionante. Dunbeg Fort se asienta sobre un acantilado rocoso que cae a pico sobre el mar. Sin duda, sus pobladores se instalaron aquí para poderse defender mejor de los ataques enemigos.
Al acercarse a las ruinas arqueológicas se atraviesan varias zanjas y terraplenes defensivos, antes de llegar hasta un largo muro de piedra que cubre de lado a lado el promontorio. Tras el muro, casi en el borde del precipicio se haya una construcción de piedra y base circular con forma de colmena. No cuesta mucho pensar, que la vida de estos hombres sería muy dura, obligados a vivir en un lugar tan inclemente.
En los alrededores, pueden encontrase otras construcciones en forma de colmena conocidas como clocháns y que también puede visitarse.
La cabaña de piedra del Dunbeg Fort ha perdido, sin embargo, la bóveda superior, probablemente al estar tan expuesta a los vientos. De hecho, en 2017 parte del conjunto arqueológico se precipitó al mar, como consecuencia de las fuertes tormentas.
Por lo que este monumento nacional tuvo que ser cerrado durante meses en los que se llevaron a cabo obras de reparación y la instalación de nuevas vallas de seguridad.
Al otro lado de la carretera en el Dún Beag Fort Visitor Centre se encuentran las taquillas, una pequeña tienda y en la sala contigua puede verse también un vídeo explicativo.
Dunmore Head y las islas Blasket
El tramo de carretera de unos 5 kilómetros que discurre entre el fuerte de la Edad del Hierro y el promontorio de Dunmore Head es quizá el más hermoso de toda la península de Dingle.
La estrecha y sinuosa carretera se agarra a la ladera de la montaña, mientras que al otro lado un acantilado rocoso cae sobre el océano. Basta con circular con precaución para que no haya peligro alguno, en mitad de este paisaje sobrecogedor.
Existen algunos miradores, en algunos casos, simples ensanchamientos de la calzada, que permiten contemplar con calma la espectacular belleza de este litoral.
Un poco más allá, la exigua playa de Coumeenoole ofrece uno de los escasos cobijos de la zona a los bañistas que no teman las bajas temperaturas.
Sobre la playa emerge la imponente silueta de Dunmore Head, un ondulado peñón cubierto de hierba, azotado sin descanso por los vientos.
Merece la pena trepar por esa estrecha franja de tierra mientras se contempla el mar al sur, al norte y al oeste.
Desde lo alto del promontorio, donde el vendaval es continuo se extiende un panorama excepcional, con las islas Blasket en primer término. Este pequeño archipiélago hoy solo lo pueblan las aves marinas, los conejos y algunas ovejas, pero estuvo habitado hasta el año 1953.
La historia de estas islas y la pequeña comunidad que aquí residía resulta tan interesante que existe un museo dedicado a ellas, unos 4 kilómetros al norte, junto al pueblo de Dunquin. De abril a septiembre una empresa local de ferris realiza el trayecto entre el muelle de Dunquin y la Great Blasket.
También el cine se ha sentido atraído por la belleza de la abrupta costa de esta zona de la península de Dingle. David Lean rodó aquí su clásico ‘La hija de Ryan’ (1970) y más recientemente también se filmaron algunas escenas de la nueva saga de películas de ‘Star wars’. De hecho, en varios lugares podremos ver carteles que recuerdan el paso del equipo de rodaje de esa gran superproducción por estas tierras.
El oratorio Gallarus y otros sitios arqueológicos
En su tramo norte la Slea Head Drive se aleja del mar y se adentra en una zona de una riqueza arqueológica inigualable y unos paisajes cubiertos de prados y muros de piedra, propios de la Irlanda rural.
Estas construcciones son en su mayoría, vestigios de un cristianismo primitivo que se han conservado durante más de mil años, gracias al relativo aislamiento de la península.
Perdido entre prados verdes y caminos comarcales encontramos el sitio monástico de Reask. Las ruinas de este antiguo monasterio del siglo VI quizá no resulten excesivamente llamativas, ya que quedan solamente en pie la parte baja de las construcciones.
Sin embargo, tienen un gran valor histórico ya que nos muestran una estructura bien definida. En una parte estaba el oratorio y el cementerio, mientras que al otro lado de un muro se situaban las chozas de piedra o clocháns donde vivían los monjes.
El elemento más singular que se ha conservado es la piedra de Reask una enorme losa de 1,64 de altura con inscripciones y grabados en espiral.
No muy lejos, el oratorio Gallarus, está considerada una de las construcciones del cristianismo primitivo más importantes de Irlanda. Los estudiosos consideran que pudo ser una pequeña iglesia, un oratorio o incluso una capilla funeraria.
Se cree que el oratorio Gallarus puede tener entre 900 y 1200 años de antigüedad, por ello sorprende su excepcional estado de conservación. Aunque, lo más sorprendente es la sencillez y a la vez la maestría con que fue construido.
El edificio que recuerda a la quilla invertida de un barco, tiene unos 8 metros de largo por 5 de ancho. Pero quizá el elemento más llamativo, es el rebaje progresivo de los muros hasta formar a 5 metros de altura una especie de tejado a dos aguas que permitiera que el agua o la nieve no se acumulara sobre el oratorio.
Sus muros están formados por grandes lajas de piedra que encajan unas con otras de manera admirable y sin que se usara para ello ninguna clase de mortero. Una destreza constructiva que sigue admirando a los viajeros que visitan este modesto oratorio.
Apenas a 3 kilómetros del oratorio Gallarus encontramos otra modesta joya medieval. La Kilmalkedar church es una pequeña iglesia con características propias del románico irlandés y que pudo estar inspirada en la preciosa capilla Cormac de Rock of Cashel.
Destaca la singular portada románica con decoración geométrica y una cabeza humana tallada en lo alto de las arquivoltas.
A pesar de que la techumbre se vino abajo en algún momento, el edificio en líneas generales se ha preservado en buen estado. No hay que irse sin penetrar en ella y admirar los preciosos arcos y la ventana abocinada de su interior.
Alrededor de la iglesia de Kilmalkedar se apelotana un caótico cementerio con lápidas de distintas épocas. En él destaca una piedra Ogham con inscripciones celtas y también una enorme cruz de roca ambas probablemente muy anteriores a la iglesia.
El pueblo de Dingle
Asomado a una apacible bahía natural, Dingle es, con apenas 2000 habitantes censados, la localidad de mayor tamaño de toda la península. Sin embargo, en verano multiplica su población y se convierte en un pueblo de lo más animado, sin duda a ello contribuye la enorme cantidad de pubs que hay.
De hecho, en sus calles principales se apelotonan uno detrás de otro y no resulta fácil decidirse por uno de ellos ya suelen estar pintados de vivos colores y ofrecer atractivos menús en su puerta.
Pubs de Dingle
Frente al puerto encontramos el Murphy’s pub, una buena opción para comer, dada su excelente carta con ricos platos de pescado.
Más arriba, en Green Street, el Dick Macks Pub es probablemente el más pintoresco de todos. Con sus estanterías atiborradas de docenas de botellas y sus rinconcitos acogedores, no es difícil encontrarlo demasiado concurrido.
The Dingle Pub es toda una institución en la localidad, mostrando su indudable condición de pub irlandés con su larga fachada pintada en verde y blanco acompañada de banderas y tréboles. Es uno de los locales que suele ofrecer música en directo por la noche. Todo un placer si se acompaña de una pinta irlandesa.
Un paseo por Dingle
Por lo demás, Dingle siempre fue un pequeño pueblo costero en el que sus habitantes vivían de la pesca y la ganadería y en los últimos años también del turismo. Por ello no tiene grandes monumentos ni museos que ofrecer al turista, ni falta que le hace.
Un paseo por Dingle puede resultar de lo más agradable, en especial junto al puerto, con sus pequeños barcos amarrados al muelle y sus pubs de colores de cara al mar.
También merece la pena recorrer la Green Street donde hay varios de los sitios más significativos de la localidad, entre ellos algunas tiendas pintorescas y la iglesia católica de St. Mary’s.
A su lado el An Diseart es un centro cultural instalado en un imponente edificio neogótico. Esta institución estudia y promueve el idioma, el folclore irlandés y la cultura celta en todas sus facetas.
Otros puntos de interés
Además de la ruta costera (Slea Head Drive) y el pueblo de Dingle, la península posee otros muchos atractivos.
Entre ellos destaca el Conor Pass. Una sinuosa carretera asciende hasta la cima de este bello puerto de montaña (a 456 metros), considerado el más alto de Irlanda. En los días despejados las vistas desde el Conor Pass son espectaculares, sin embargo, la niebla suele ser habitual en esta colina tan cercana al mar.
En mitad de la península, lejos de cualquier asentamiento humano y carreteras anchas, se encuentra el Glanteenassig Forest Park. Un precioso enclave muy apreciado por los senderistas plagado de suaves colinas, bosques frondosos y oscuros lagos.
Mucho más accesible es la Playa de Inch situada junto a la carretera que circula por la costa sur de la península. Este extraordinario brazo de arena, creado por la acción del mar tiene 7 kilómetros de largo y una franja de dunas prácticamente vírgenes ya que no se ha edificado en toda la zona.
No es difícil ver a algunos surfistas cuando el viento es propicio y forma grandes olas. También aquí se rodaron algunas escenas de películas como ‘La hija de Ryan’ o ‘Un horizonte muy lejano’ con Tom Cruise.
Dónde dormir en Dingle
Quien desee disfrutar de la mejor hospitalidad irlandesa en un alojamiento rural encantador sin duda debería dejarse caer por el Ann Dooneen Bed & Breakfast. Se trata de una casa de huéspedes regentada por una pareja adorable dentro de la granja Hurley.
Sin duda, Ann Dooneen debería estar nominado en la categoría a mejor desayuno de Irlanda.
Su situación, un tanto en medio de la nada, es perfecta si desea explorar la península de Dingle con tranquilidad.
Está muy cerca de la localidad de Ballydavid, apenas a 5 kilómetros de la iglesia Kilmalkedar o el Oratorio Gallarus.
Enlaces de interés:
Turismo de la Península de Dingle
Slea Head Drive
Wild Atlantic Way
Gallarus Oratory
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