Ruta a pie por la Galicia más auténtica: playas, bosques e iglesias románicas.
Santuario de Nuestra Señora de la Barca (Muxia)

Santuario de Nuestra Señora de la Barca (Muxia)


El tiempo es siempre un misterio en la Costa da Morte, porque las previsiones pueden acertar o errar estrepitosamente. Llovizna, nubes y sol pueden sucederse en cuestión de minutos o quizá no. Pero bien merece ese pequeño riesgo para conocer algunos de los Concellos más hermosos de Galicia: Muxia, Vimianzo y Camariñas.

Situada en el corazón de la Costa da Morte, la ría de Camariñas: hermosa, intrincada y muchas veces virgen, da forma a este rincón poco transitado por turistas y viajeros despistados. Y es precisamente en lugares de meteorología áspera como éste, dónde uno se encuentra a las gentes más cálidas y amables. Nos encontramos a apenas 70 km de Santiago de Compostela, pero tras atravesar unas carreteras tan secundarias que la distancia parece mayor.

Una manera estupenda de conocer la zona es con una visita guiada por la Costa da Morte con Civitatis.

Vistas del puerto de Muxia

Vistas del puerto de Muxia

Muxia y el Santuario de Nuestra Señora de la Barca

Nuestra ruta comenzó en Muxia (o Mugía), situada en una lengua de tierra azotada por el océano y los vientos, pero con un puerto natural en la parte interior de la ría, perfecto para resguardar los barcos de pesca.

El pueblo se desparrama por la pequeña península, con los edificios más prominentes y los mejores restaurantes de cara al puerto y la lonja. Y sin embargo los mayores atractivos de Muxia quedan a unos pasos fuera del pueblo. En primer lugar, la bonita iglesia de Santa María situada en la falda del Monte do Corpiño con su llamativo campanario exento agarrado a una peña, unos metros más arriba.
Siguiendo el bonito paseo empedrado, que serpenteaba entre muros de piedra cubiertos de líquenes, llegamos a un punto en que se nos abrió el horizonte. Allá vimos el sorprendente Santuario de Nuestra Señora de la Barca, tan cerca del mar que casi parecía que las olas llegaban a la misma puerta. A un lado, le escoltaba el pequeño faro de Muxia, instalado casi en la última roca antes de caer al mar.

Monasterio de Moraime (Muxia)

Monasterio de Moraime (Muxia)

Bajamos y rodeamos la iglesia, más allá me encaramé a las enormes rocas, redondeadas por el embate del mar. Para los que vivimos en una gran ciudad, escuchar únicamente el sonido del mar puede ser una experiencia muy relajante. Aquel lugar a merced de los vientos y el mar poseía una belleza difícil de describir.
Volviendo hacia Muxia, subimos por un caminillo al mirador del Monte Corpiño. Desde el que se tenía una vista realmente espectacular del pueblo y toda la costa.

Estaba ya anocheciendo y acudimos a los restaurantes que había junto al puerto. Nos metimos en el acogedor Bar O Porto y saboreamos un sargo a la plancha y unos chipirones buenísimos, probablemente pescados ese mismo día. Empezaba a pensar que era realmente complicado no comer bien en la Costa da Morte.
Después nos retiramos a nuestro estupendo Apartamentos de Praia do Capitán, donde uno casi se podía quedar a vivir, ya que tenía cocina, una cama cómoda, una ducha enorme…

Monasterio de Moraime

Mucha gente desconoce que existe por estas tierras costeras otro tramo del camino De Santiago que une la capital gallega con Finisterre y Muxia, localidades muy relacionadas con el apóstol.

Playa do Lago (Muxia)

Playa do Lago (Muxia)

Tomamos por la mañana el camino de Santiago que partía de Muxia y que bordeaba la costa, sobre un lecho de travesaños de madera colocados sobre las dunas. La costa curveaba y desde allí Muxia lucía espléndida. Después trepando por un camino que atravesaba un bosque llegamos, al cabo de un buen rato, al antiguo monasterio benedictino de Moraime. Sin duda uno de los monumentos románicos más impresionantes de la Costa da Morte.

Pese a que estaba construida sobre una fuerte pendiente y las torres que flanqueaban la fachada eran muy distintas, lo cierto es que la iglesia de Moraime era encantadora. El pórtico se encontraba protegido por una construcción posterior, que había permitido preservar unos relieves de gran valor. En el lateral se encontraba otra puerta más pequeña, también con unos relieves preciosos de la última cena en el tímpano y diversos personajes en los capiteles. Junto a la cabecera se encontraba un modesto cementerio y desde aquel alto se veía a escasa distancia la aldea de Os Muiños.
Atravesamos ese pueblo y después el de Merexo, donde abandonamos el Camino de Santiago que se dirigía hacia el interior. Y nos encaminamos al norte junto a la costa, por la ruta del Camiño dos faros.

Aquella zona nos regaló algunos paisajes hermosos y sobrios de la Galicia rural: Maizales, casonas dispersas, hórreos y algo más allá la ría de Camariñas.

Playa do Lago y Leis

Después de algunos kilómetros por el arcén de una carretera sombreada por pinos y eucaliptos llegamos a la espléndida Playa do Lago. Una playita hermosa, casi virgen y sin un alma, si exceptuamos a un grupo de gaviotas que dormitaba por allí.

Hórreos antiguos en Leis de Nemancos (Muxia)

Hórreos antiguos en Leis de Nemancos (Muxia)

Playa do Lago contaba con un camping y dos o tres restaurantes, pero fuera de los meses de verano estaba prácticamente desierta. Paseamos por las dunas y la orilla como náufragos en una isla desierta, sin ver otras huellas que las nuestras. Y luego nos metimos entre pecho y espalda unas almejas, un rodaballo y unas rabas con patatas fritas en el único bar que no estaba cerrado. Tanto andar nos había abierto el apetito.

Después nos acercamos al pequeño faro que se situaba al norte de la playa, junto a él las rocas estaban tapizadas de brezo, y al fondo podía verse el pueblo de Camariñas.
Retomamos la marcha y en una media hora llegamos a Leis de Nemancos. Una pequeña aldea agrícola con unas cuantas decenas de casas dispersas en torno a la carretera. Pronto nos percatamos de que Leis poseía un tremendo encanto, quizá precisamente por la modestia de sus casitas y al puñado de hórreos históricos que salpicaban toda la villa, aquí y allá. Además en esta aldea de apenas 100 habitantes se encontraba San Pedro de Leis, una pequeña iglesia románica del siglo XII de una sola nave y construida con piedras en tonos grises y rojizos muy bonitos. El suelo junto a la iglesia estaba cubierto, (como en otras parroquias de la zona, como la de Carnota) por lápidas y enterramientos que parecían escaparse del cementerio contiguo.

Tras otro buen rato caminando llegamos, por fin, a nuestro alojamiento ya bastante exhaustos. El Casal de Cereixo, era una casita rural situada en los confines del Concello de Vimianzo. Creo que no hubiéramos podido escoger un lugar más acogedor y cálido después de la dura caminata que habíamos hecho aquel día. Nos dieron de cenar y dormimos como ángeles.

Iglesia románica de Santiago en Cereixo (Vimianzo)

Iglesia románica de Santiago en Cereixo (Vimianzo)

Cereixo

El día siguiente amaneció lloviznando pero eso no nos impidió disfrutar del pueblo más pintoresco de toda la zona. Cereixo pese a su pequeño tamaño contaba con un patrimonio muy destacable. En primer lugar nos tropezamos con las Torres de Cereixo un pazo privado que lamentablemente no era visitable. Sin embargo frente a él, en el centro de una placita se encontraba un centenario y robusto ejemplar de roble, llamado en estas tierras carballo. Algo más allá se encontraba la iglesia de Santiago, otro bello ejemplo de arte románico. En el relieve del tímpano de su puerta lateral se encontraba el que se considera primera representación de la traslación del cuerpo del apóstol Santiago en barca. También las arquivoltas y los capiteles tenían preciosos relieves, pero lamentablemente después de tantos siglos a la intemperie la piedra estaba muy dañada.

Bajamos junto al rio y nos encontramos con un encantador paseo de madera y un puente cubierto por la fronda de árboles de hojas rojizas, como si nos encontráramos en un rincón japonés. Tras los muros de las casas que bordeaban el riachuelo, los árboles dejaban caer sus frutos y el suelo se encontraba cubierto de centenares de castañas y kilos de peras. Así que tomamos unas cuantas para el camino. Continuamos la carretera bordeando la ría de Camariñas en su parte más estrecha, allí también se podía encontrar un curioso molino de mareas.

Puente de madera en el centro de Cereixo (Vimianzo)

Puente de madera en el centro de Cereixo (Vimianzo)

Cruzamos el puente que daba nombre al pueblo de Ponte do Porto, un verdadero cruce de caminos entre las localidades de la costa y del interior. Aquí se había habilitado una interesante ruta que orillaba el curso del rio Grande durante unos pocos kilómetros: La ruta de los Molinos.

Man de Camelle

La seguimos durante un trecho y después pusimos rumbo a Camelle, aunque no estaba inicialmente en nuestros planes, teníamos mucha curiosidad por conocer algo más sobre el personaje más célebre de ese pequeño pueblo marinero. Manfred Gnädinger (más conocido por Man) fue un alemán que llegó a Camelle en los años 60 y vivió casi como un ermitaño junto al mar, creando sus esculturas tremendamente orgánicas y sinuosas con piedras y despojos que traían las mareas. La catástrofe del Prestige (2002) y el chapapote que cubrió todas sus obras le sumió en una profunda desesperación y murió días después.

Escultura de Man con el pueblo de Camelle al fondo (Camariñas)

Escultura de Man con el pueblo de Camelle al fondo (Camariñas)

Camelle construyó poco después el interesante Museo del Alemán, con gran parte de su obra a lápiz, pasteles, sus esculturas con esqueletos animales y botes sinuosos. Aunque lo que más nos llamó la atención fueron las más de 2000 libretitas con dibujos y bocetos perfectamente numeradas y clasificadas que atesoraba este hombre singular.

La visita a su escuálida casita y las esculturas circundantes nos entristeció bastante ya que al estar a merced del mar, sin protección ninguna parecía todo condenado a perderse.

Después ya algo tarde, nos dejamos guiar por el hambre y el bullicio de la gente que llenaba el Café bar Rotterdam. Un modesto bar, frente a la lonja de pescado, en el que no nos sorprendió que todo estuviera buenísimo. Tras aquella comida tuvimos que pedir un taxi que nos acercara a Camariñas, ya que al salirnos del recorrido inicial, ahora nos encontrábamos muy alejados para ir a pie.

Puerto de Camariñas

Puerto de Camariñas

Camariñas

Camariñas nos sorprendió por su enorme puerto, sin duda de los más importantes de la costa coruñesa. Y también por el cuidado paseo marítimo que nos permitía acercarnos al trabajo de los pescadores.

Por lo demás lo más destacable era su Museo do Encaixe. Las labores de encaje de Camariñas son mundialmente famosas. Y lo cierto es que pudimos ver en una asociación de palilleiras como trabajaban y era realmente sorprendente la rapidez y destreza con que manejaban los palillos y alfileres.

Alojamientos con encanto en la Costa da Morte:
Apartamentos de Praia do Capitán
Casal de Cereixo

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Barcos en el  Puerto de Camariñas

Barcos en el Puerto de Camariñas

Enlaces de interés:
España en Cuaderno de Viaje
Turismo del Concello de Muxia
Camino de Santiago hasta Finisterre y Muxia
Camiño Dos Faros
Monasterio de Moraime
Cereixo (Concello de Vimianzo)
Turismo de Camariñas
Museo del Alemán
Para profundizar en la vida del Man de Camelle

España (zona Norte):

Consejos para Viajar por España:

Asturias:
Oviedo prerrománico
Proaza y Bandujo
El concejo de Teverga

Galicia:
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De Muxia a Camariñas
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