Tournai es con unos 70.000 habitantes una ciudad belga de mediano tamaño que suele pasar injustamente desapercibida para los viajeros que recorren el país.
No en vano, puede presumir de albergar la catedral más impresionante de Bélgica, catalogada además por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad. De hecho, la catedral de Notre-Dame posee, nada menos que, cinco torres que le han dado el sobrenombre a la ciudad.
A parte de este relevante templo medieval, Tournai cuenta con otros alicientes que hacen que merezca la pena su visita, en especial su concurrida Grand Place, algunos bonitos edificios modernistas y una gastronomía de lo más suculenta.
Como en el resto de la región de Valonia, en Tournai se habla mayoritariamente en francés, aunque se encuentra muy cerca de los límites con Flandes donde se la conoce como Doornik.
Tournai se encuentra en el oeste de Bélgica, muy próxima a la frontera con Francia. Se puede llegar desde Bruselas en tren, en poco más de una hora y forma junto con las cercanas Kortrijk en Flandes y Lille en Francia un triángulo transfronterizo de ciudades históricas de lo más interesante.
Lo más acertado es pasarse en primer lugar por la oficina de turismo de Visit Tournai (justo frente a la catedral), el mejor lugar para comenzar a explorar la ciudad.
La oficina de turismo ofrece también visitas guiadas de lo más recomendables, que conviene reservar con antelación.
Breve historia
Tournai está considerada una de las ciudades más antiguas de Bélgica. Parece ser que hacia el siglo I a. de C. los galos fundaron un asentamiento aquí junto al río Escalda, más tarde asimilado por los romanos, que lo llamaron Turnacum.
Reino Franco
Tras la caída de Roma, en el siglo V, fue capital del incipiente Reino Franco, antes de que ésta se trasladara en el 506 a París.
Más de mil años después se descubrió en Tournai la tumba del rey franco Childerico, rodeado de un majestuoso tesoro funerario con anillos de oro, brazaletes, armas…
Lamentablemente este fue robado y la mayor parte fue fundido. Únicamente se conservan dos preciosas abejas de oro, actualmente custodiadas en la Biblioteca Nacional de Francia.
Entre Flandes y Francia
A mediados del siglo IX Tournai pasó a pertenecer al Condado de Flandes.
Con el paso del tiempo, Tournai vivió un periodo de prosperidad ejemplificado en la construcción y sucesivas ampliaciones de su colosal catedral. Convirtiéndose, así mismo, en un importante foco cultural con la presencia de grandes pintores flamencos como Roger van der Weyden o Robert Campin y la producción de afamados tapices.
Su situación fronteriza y estratégica, a orillas del navegable río Escalda, hizo que fuera una plaza codiciada tanto por la Casa de Flandes como por el Reino de Francia y más tarde por los Países Bajos. De hecho, durante las centurias posteriores la ciudad de Tournai cambió de manos en numerosas ocasiones.
Incluso en el siglo XVI durante un breve periodo fue invadida por Inglaterra. De aquellos años apenas quedan como recuerdo las ruinas de un robusto torreón conocido como Torre de Enrique VIII.
Ese mismo siglo la ciudad pasó a pertenecer a los Países Bajos españoles, no sin una gran resistencia por parte de los tournaisiens, con la princesa Christine de Lalaing a la cabeza, cuya estatua encontramos en la Grand Place.
La relación de Tournai con Francia a lo largo de la historia ha sido tan estrecha que es una de las escasas localidades belgas que conserva en su blasón tres flores de lis, símbolo asociado a la corona francesa.
En todo caso, Tournai forma parte del estado de Bélgica desde su creación en el año 1830 y es junto con Lieja y Dinant una de las ciudades más atractivas de la región francófona de Valonia.
Qué ver en Tournai
Catedral
Ya de lejos, desde el otro lado del río, son visibles las cinco torres de la catedral, que alcanzan los 83 metros de altura. Si en la actualidad la catedral de Nuestra Señora de Tournai resulta majestuosa por su gran tamaño y belleza, no es difícil imaginar la honda impresión que debió de provocar en el hombre del medievo.
Se trata efectivamente de una de las catedrales medievales de mayor tamaño del mundo, con una longitud de 134 metros, más que Notre Dame de Paris, por ejemplo.
El templo comenzó a construirse a principios del siglo XII, en estilo románico. De aquel periodo es la gran nave central que conserva preciosos capiteles, algunos todavía con su policromía original.
Estos capiteles son una auténtica delicia y merece la pena detenerse para ver cisnes, caballos, leones alados y diversos motivos vegetales.
El transepto, por su parte, se realizó en un estilo de transición entre el románico y el gótico. A mediados del siglo XIII el obispo Gauthier de Marvis mandó demoler el coro románico y levantó otro gótico inspirado por el coro de la catedral de Amiens. En aquel momento el estilo gótico se había impuesto en Europa occidental y el románico era visto como más tosco y rudimentario.
En la actualidad la catedral de Tournai está considerada como uno de los ejemplos más armoniosos de construcción de transición entre los estilos románico y gótico.
Es recomendable rodear la catedral admirando los detalles de su hermoso transepto, su ábside puramente gótico de altas vidrieras, arbotantes y finos pináculos. Así como el portal occidental, plagado de imágenes y relieves entre los que resulta fácil reconocer a Adán y Eva.
Desde 2006 la catedral se encuentra en un largo proceso de restauración, por lo que algunas partes estarán cubiertas de andamios durante años.
Grande Place
La Plaza Mayor o Grand Place de Tournai ha sido y es el centro neurálgico de la vida social tournaisienne desde tiempos ancestrales.
Aquí se instalaron mercados, se ajusticiaron a los condenados, se produjeron revueltas y se celebraron fiestas y ceremonias religiosas.
Hoy es una agradable plaza triangular rodeada de elegantes edificios de piedra, ladrillo y fachadas escalonadas.
La antigua Lonja de Paños o Halle aux Draps, de estilo renacentista, es con su aspecto señorial y su decoración dorada, el edificio más destacado de la plaza. Frente a ella se desparraman las terrazas de multitud de cafeterías y restaurantes, en los que tanto los visitantes como los locales disfrutan tomando algo.
Durante la Segunda Guerra Mundial, Tournai sufrió un severo bombardeo, en mayo de 1940, por parte de la Alemania nazi, que destruyó gran parte de los edificios de la Grand Place. La mayoría fueron reconstruidos inspirándose en los originales.
En un extremo de la Grand Place se alza hasta los 72 metros de altura el Beffroi, una suerte de torre muy común en las ciudades de los antiguos territorios de Flandes como símbolo del poder civil.
De hecho, el campanario de Tournai está considerado el más antiguo del país y también declarado Patrimonio de la Humanidad.
Si se tiene la suerte de subir a lo alto del Beffroi se tendrá una de las vistas más bellas de la ciudad, por un lado, la catedral y por otro la Grand Place.
Museos
Los principales museos locales se encuentran muy cerca unos de otros, en el entorno del imponente edificio del Ayuntamiento (Hôtel de Ville), antigua abadía benedictina de Saint-Martin.
Museo de Bellas Artes
Precisamente en un costado del Ayuntamiento encontramos el Museo de Bellas Artes (Musée des Beaux–Arts), ni mucho menos un anodino museo de provincias.
El edificio fue diseñado por el gran arquitecto modernista Víctor Horta, de hecho, fue el único museo que construyó.
Finalizado en 1928 supone un interesante ejemplo de transición entre el art nouveau y el art decó, con una fachada sobria, pero decorada con sutiles elementos vegetales. En el interior cuenta con un atrio central plagado de bellas esculturas iluminadas con luz natural a través de un gran lucernario.
El Museo de Bellas Artes cuenta con una extraordinaria colección de pintura, especialmente del siglo XIX, entre los que sobresalen dos valiosos óleos de Edouard Manet. Pero también expone obras muy destacables de primitivos flamencos como Van der Weyden o Bruegel.
Museo del Folclore
El Musée de Folklore et des Imaginaires es un museo de historia local que resulta de lo más curioso. A través de sus más de una veintena de salas, la exposición realiza un exhaustivo recorrido por los distintos aspectos de la sociedad tournaisienne, especialmente del siglo XIX y la primera mitad del XX.
En este anticuado museo podemos contemplar objetos, artilugios y herramientas de los distintos oficios (telares, cuchillos de carnicero, gigantes y cabezudos, carromatos funerarios…). Y también toda una sala (quizá la mejor) repleta de viejos y encantadores juegos de mesa.
Modernismo en Tournai
Los amantes del modernismo o art nouveau son cada vez más, un estilo vibrante, exuberante a veces, que fue capaz de convertir las viviendas en obras de arte.
Bruselas, la capital belga, fue uno de los grandes focos del art nouveau, pero también podemos encontrar maravillosas muestras de este estilo en otras ciudades belgas como Amberes y Tournai.
Aunque el edificio más prominente del art nouveau en Tournai es evidentemente el Museo de Bellas Artes obra de Victor Horta, en el distrito de la estación encontramos verdaderas joyas.
En esta zona de la ciudad, de plazas ajardinadas y amplios bulevares, se levantaron numerosos edificios modernistas en la primera década del siglo XX. Los podemos encontrar especialmente en la plaza Victor Carbonnelle y la avenida Henri Van Cutsem.
Estos edificios de viviendas están muy influenciados por el art nouveau de Bruselas y poseen abundante decoración floral y bellos esgrafiados.
Destaca la obra del arquitecto Gustavo Strauven, que trabajó en su juventud con Victor Horta y que está considerado uno de los grandes arquitectos modernistas belgas. Su gran obra en Tournai es la vivienda particular de la avenida Van Cutsem 27/29.
Qué más ver en Tournai
La ciudad valona también ofrece agradables paseos, quizá el más agradable sea por Quai des Salines. Ésta es una calle peatonal, con asientos de madera y árboles a un lado, que marcha en paralelo al río Escalda.
En uno de sus extremos se encuentra el Pont des Trous, literalmente Puente de los agujeros, en referencia a sus arcos. Su origen es medieval, pero en 2022-23 fue desmontado y rehecho para hacer mayor su arco central y permitir el paso de grandes barcazas. Una medida que fue muy controvertida en su momento.
Si se explora el centro histórico se podrán descubrir, más o menos ocultas entre las casas, varias de las torres que formaron parte del primer recinto amurallado de la ciudad. Entre ellas: la Tour de du Cygne (torre del cisne) y el llamado Fort Rouge (Fuerte Rojo) ambas datan en su origen del siglo XII.
Fuera de la zona más concurrida encontramos la iglesia de Santiago (Église Saint-Jacques) construida entre los siglos XII y XIII en honor al apóstol. Efectivamente Tournai se encontraba en el camino de peregrinación a Santiago de Compostela. La ruta bajaba desde la costa de los Países Bajos, pasando por Gante y Tournai para luego llegar a París y seguir hacia el sur.
El interior de la iglesia es acogedor y sosegado y en él destacan las enormes vidrieras del ábside.
Al otro lado del río, se encuentra la iglesia de San Bricio construida en el siglo XII, aunque tuvo que ser reconstruida tras la Segunda Guerra Mundial. Fue aquí precisamente tras unas obras en 1653 donde se encontró la tumba del rey franco merovingio Childerico y su fabuloso ajuar funerario.
Justo delante se sitúan dos casas de piedra consideradas las más antiguas de la ciudad, conocidas como Maisons romanes (casas románicas).
A dos calles de aquí, está L’Arche de Noé un bar-restaurante de lo más pintoresco situado en unas antiguas bodegas abovedadas.
Dónde comer
Aunque los platos más conocidos de Bélgica sean las patatas fritas, los mejillones, los gofres y los chocolates, lo cierto es que la gastronomía belga es bastante más sofisticada. Y en Tournai hay un buen puñado de restaurantes donde degustar la excelente cocina local.
Uno de los mejores restaurantes de la ciudad es, sin duda, L’ilot Doré (Rue Dorez 11), a tres minutos escasos a pie de la Grande Place.
Ofrece una carta de lo más atractiva que mezcla platos tradicionales con otros de cocina contemporánea y siempre con productos de gran calidad.
Nosotros recomendamos pedir la croqueta de camarones (croquette de crevettes grises), un entrante habitual en la zona, que por su gran tamaño casi sirve para cenar.
Aunque la carta va variando cada cierto tiempo, uno de sus platos estrella es el estofado de ternera al vino tinto, una variante mejorada de una de las recetas belgas más conocidas la carbonade flamande.
L’ilot Doré también ofrece sabrosos platos de pescado como el bacalao (cabillaud) al horno con verduras.
Y desde luego, no hay que dejar pasar el postre. Aquí en Valonia son especialmente sabrosas las tartas de manzana o tarte tatin.
Dónde dormir
El mejor hotel de Tournai es, sin discusión, el Hotel d’Alcantara, ubicado a dos calles de la Grand Place, en un elegante edificio histórico, con una pequeña terraza ajardinada.
Las habitaciones son amplias y cómodas y como curiosidad cada una está dedicada a un pintor (Degas, Cezanne) o a estilos y grupos musicales.
El desayuno es realmente sabroso y variado, así como la atención de los recepcionistas, que es impecable.
Artículo escrito por David.
Queremos agradecer la inestimable colaboración de Visit Tournai en especial de Noémie Delhaye, así como a Patrice, nuestro maravilloso guía en español.
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