Más allá de las riadas de turistas que llegan a la pequeña ciudad flamenca, atraídos por sus pintorescos canales y encantadoras callejas. Brujas cuenta con algunos de los mejores museos de Bélgica y un patrimonio histórico y artístico de un valor abrumador. A tan sólo 100 kilómetros de Bruselas, la capital belga.
Además algunos de estos lugares, no todos, pueden visitarse habitualmente sin las apreturas y el gentío de los enclaves más turísticos de Brujas.
Sin duda, uno de los mejores lugares donde disfrutar de las pinturas de los mejores pintores flamencos.
Breve historia de Brujas
Fundación de Brujas
Ya en época romana se tiene constancia de que esta región surcada por varios ríos y canales estaba habitada.
Más tarde, allá por el siglo IX, grupos de vikingos fundaron un asentamiento, en el entorno del estuario del Zwin, que dió lugar a Brujas. Por ello se cree que el nombre de Brugge (su nombre actual en neerlandés) procede de la palabra Brugj (en alemán antiguo) o Brygga (en lengua escandinava) que significa en ambos casos embarcadero o muelle. De hecho, el barrio más célebre de la ciudad noruega de Bergen se llama precisamente Bryggen.
Otras versiones dicen que el nombre de Brujas procede de, Brug que en neerlandés significa puente y que podría también hacer referencia a los numerosos puentes sobre los canales de la ciudad.
Edad de Oro
En el siglo XII, Brujas alcanzó el estatus de ciudad y surgió una incipiente y próspera industria de lana, traida de la cercana Inglaterra. Bajo el auspicio de los Condes de Flandes se construyó una fortaleza, alrededor de la cual creció la urbe, protegida así mismo por unas robustas murallas.
En 1252 Brujas firmó un tratado con la Liga Hanseática, convirtiendose en la gran ciudad comercial de Flandes. En especial gracias al negocio de los paños flamencos provenientes en su mayoría de la cercana Gante.
Brujas se estableció como el lugar donde se llevaban a cabo numerosas transacciones comerciales entre las ciudades hanseáticas del norte de Europa y otros estados europeos como Francia o España. Los comerciantes españoles se asentaron a la orilla de los canales, en la calle de los españoles. Estos nombres todavía se conservan (Spanjaardstraat y Spaanse Loskaai), están situadas junto a la actual plaza de Jan Van Eyck.
La ciudad se convirtió en una de las más pobladas y ricas del norte de Europa, alcanzando según algunas fuentes los 200.000 habitantes.
Brujas se convirtió incluso en cuna de reyes, ya que en 1478 nació aquí Felipe I de Castilla, más conocido como Felipe el hermoso, que reinó en España durante un breve periodo.
Decadencia
En el siglo XV la riqueza de Brujas comenzó a declinar en parte porque el estuario del Zwin se enfangó, impidiendo el paso de las mercancías y también ante la pujanza de Amberes, otra importante ciudad flamenca. Sin embargo surgieron magníficos exponentes de las artes, pintores como Memling o Van Eyck y se construyeron joyas de la arquitectura gótica.
Brujas soportó un largo periodo de decadencia, siendo a mediados del siglo XIX una de las ciudades más pobres de Bélgica. Sin embargo en las últimas décadas con la llegada del turismo masivo y el comercio generado por el cercano puerto de Zeebrugge, Brujas ha vuelto a una época de esplendor.
Qué Museos ver en Brujas
Museo Groeninge
El Museo de Bellas Artes de Brujas o Museo Groeninge, el más visitado de la ciudad, se halla instalado en un antiguo palacete. Pero su interior está perfectamente adecuado para albergar obras de arte antiguo.
Se accede a través de un portalón que da al concurrido Dijver, quizá el canal más fotografiado de Brujas. Muy cerca de la imponente Iglesia de Nuestra Señora.
El Museo Groeninge tiene una de las más importantes colecciones de pintura flamenca del mundo. Son especialmente valiosos los óleos de los maestros primitivos flamencos como Van der Weyden, Memling, Van Eyck y Bruegel.
Quizá las obras maestras más conocidas son ‘La Virgen del canónigo Van der Paele’ de Jan Van Eyck y el ‘Tríptico Moreel’ de Hans Memling que suelen congregar un buen puñado de visitantes a su alrededor.
Jan van Eyck desarrolló gran parte de su trabajo en Brujas donde tenía su taller y donde murió en 1441. Sus pinturas fueron famosas por el realismo minucioso de sus retratos y el uso de colores muy brillantes. Quizá no llame la atención de la mayoría por su pequeño tamaño, pero el ‘Retrato de Margareta Van Eyck’ la esposa del pintor, con su mirada fija y desapasionada y su extraño tocado es un cuadro que no deja indiferente.
El museo ofrece un recorrido por más de seis siglos de pintura belga y flamenca desde el siglo XV al XX, desde la citada pintura flamenca primitiva al expresionismo flamenco y el arte moderno de posguerra. De entre los artistas más modernos destacan los belgas René Magritte y Paul Delvaux.
Precio y horario del Museo Groeninge: entrada para adultos (2018) 12€. El museo está abierto de martes a domingo. De 09:30 a 17:00 horas.
Con la entrada al Museo Groeninge se puede acceder también a la Arentshuis una mansión del siglo XVIII situada en el callejón de al lado. La Arenthuis muestra una espléndida colección de pinturas y grabados de Frank Brangwyn (1867-1956) un pintor local de orígenes británicos.
Museo Memling
La capilla del antiguo Hospital de San Juan cobija el Museo Memling, llamado así por las seis extraordinarias obras que se exponen del gran artísta flamenco. De entre las obras de Hans Memling destaca la preciosa arqueta de madera de Santa Úrsula, que contienen sus reliquias y tiene el aspecto de una pequeña catedral. También sobresale el enorme Tríptico de San Juan Bautista y San Juan Evangelista.
La ubicación del museo Memling no es casual ya que el pintor flamenco vivió durante años en el Hospital de San Juan y murió también en él en 1494.
Además la visita a este antiguo hospital medieval muestra un magnífico edificio de robustas vigas de madera y amplias estancias. El visitante puede recorrer la enfermería y otras salas en las que se muestran exposiciones relacionadas con la medicina: camillas, muebles y material quirúrgico.
No hay que perderse la farmacia o apotheek, una interesante estancia del siglo XVII repleta de frascos, mobiliario farmacéutico y medicamentos de la época.
El complejo de edificios del hospital forma algunos de los patios y jardines más bellos de Brujas, a los que se accede a través de un arco en Mariastraat. Se puede pasear libremente por ellos y se tiene una bonita estampa del vecindario y la torre de la iglesia de Nuestra Señora.
Precio y horario del Museo Memling: 12€ adultos. Abierto de martes a domingo, de 09:30 a 17:00 horas.
Torres y campanarios
Durante la Edad Media, los campanarios que se construyeron por todo Flandes simbolizaron el poderío de las ciudades y la conquista de libertades civiles. Muchas veces en contraposición al poder eclesiástico y de los nobles y también en dura competencia con otras ciudades cercanas.
56 de estos campanarios de la actual Bélgica y el norte de Francia fueron declarados Patrimonio de la Humanidad. De entre ellos quizá el más conocido sea el Belfort o campanario de Brujas de 83 metros de altura.
El campanario de Brujas
El edificio original albergaba el mercado de la lana y la torre se construyó a finales del siglo XIII aunque debido a varios incendios sufrió diversas reformas y añadidos posteriores.
Su estampa sigue siendo imponente siglos después, elevandose sobre la concurrida plaza del mercado (Markt). Los visitantes que deseen ver Brujas desde lo alto de la torre sólo tienen que desembolsar 12€ y subir 366 escalones. El edificio tiene un bonito patio interior al que se puede acceder libremente.
Iglesia de Nuestra Señora
La otra gran torre de la ciudad no pertenece a una construcción civil sino al templo más importante de la ciudad. La Iglesia de Nuestra Señora (Onze-Lieve-Vrouwekerk)
posee una altísima torre de más de 115 metros de altura, considerada la segunda torre de ladrillo más alta del mundo.
La iglesia tardó en levantarse más de 200 años entre los siglos XIII y XV. Y para su construcción se inspiró probablemente en la catedral de Tournai, una de las catedrales góticas más bellas de Bélgica.
La Iglesia de Nuestra Señora destaca por su espléndida cabecera, con esbeltos arbotantes y grandes ventanales. En su interior alberga la Virgen con el Niño, también conocida como la Madonna de Brujas, una bella estatua de mármol blanco, cincelada por el mismo Miguel Ángel. También encontramos los sepulcros del último Duque de Borgoña y su hija, con las efigies de ambos en bronce dorado.
La tumba de Gerard David, otro de los grandes pintores flamencos primitivos, está también aquí, así como una de sus obras: La transfiguración.
Fuera del centro de Brujas
Las murallas de la ciudad se construyeron a finales del siglo XIII aunque fueron derribadas poco después tras la derrota contra el ejercito francés en 1305. Posteriormente fueron reconstruidas y destruidas varias veces.
En su lugar hoy encontramos un agradable cinturón verde junto a un apacible canal que rodea la ciudad. Es un lugar perfecto para pasear o recorrer en bicicleta, no exento de interesantes edificios históricos y que además apenas es visitado por los turistas. Algo parecido a lo que podemos ver en otra preciosa ciudad medieval como Cracovia.
Las puertas de la ciudad
A lo largo del antiguo perímetro amurallado de 6 kilómetros, hallamos todavía cuatro de las antiguas puertas de la ciudad, de las nueve que existían. Estas puertas formaban parte de la segunda linea defensiva de la ciudad, Ezelpoort y Smedenpoort al Oeste, Kruispoort al Este y la Puerta de Gante (Gentpoort) al Sur. Merece la pena acercarse a alguna de ellas, en especial a Ezelpoort construida en el siglo XIII sobre el propio canal y la Gentpoort que conectaba Brujas con Gante, otra de las ciudades flamencas más importantes.
A parte de las puertas junto al canal quedan otras construcciones de interés. Destacan cuatro molinos de viento, en los que durante siglos se molió harina para proveer a la ciudad. En su día junto al canal hubo entre 25 y 30 molinos similares.
La Torre de la Pólvora o Poertoren también formaba parte de la antigua muralla. Se trata de una sencilla torre cilíndrica del siglo XV, donde se almacenaban explosivos y armas de fuego. Se encuentra junto a un puentecillo y a unos pasos del Beguinaje.
El Beguinaje de Brujas
En los siglos XII y XIII se fundaron en Flandes los llamados beaterios o beguinajes (Begijnhof en neerlandés). Estas comunidades de beatas eran en gran medida autosuficientes y reunían tanto a monjas como mujeres laicas dentro de recintos protegidos por muros.
Según parece los beguinajes surgieron en Lieja en la actual región de Valonia (Bélgica) y se extendieron por otros países como Francia, Alemania o Polonia. Pero es en Flandes donde se han conservado más de una veintena de ellos. Trece fueron declarados Patrimonio de la Humanidad, entre ellos el de Brujas.
Para saber más sobre los beaterios (beguinarios) flamencos puedes visitar esta página de Un Blog de Palo.
El beguinaje de Brujas, construido en 1245, se articula en torno a un gran patio central ajardinado y con enormes árboles. El patio está rodeado por todos los lados de encantadoras casitas encaladas, excepto por un costado en el que se levanta la iglesia gótica de Santa Isabel. Muchas de las casas son muy antiguas y datan de los siglos XVI al XVIII.
Junto al puentecillo de la entrada, una de las casas más singulares se ha habilitado como museo y en él se muestran algunos cuadros, mobiliario de la época y muy especialmente los célebres encajes y bordados de Brujas.
Actualmente en el beguinaje de Brujas vive una pequeña comunidad de religiosas benedictinas, que mantiene viva, de alguna manera, el espíritu de este lugar.
El beaterio se trata sin duda de uno de los lugares más pintorescos y agradables de Brujas. Y habitualmente es un lugar apacible por el que pasear ya que queda algo apartado del centro histórico y no suele ser invadido por los turistas.
Hotel en Brujas
Después de una visita a la bella Brujas nada mejor que darse un capricho con un hotel de lujo, siempre que el presupuesto lo permita, claro.
El Hotel Dukes’ Palace Brugge, como su nombre indica fue la residencia de los Duques, un edificio del siglo XV reformado con estilo.
Bastante más económico pero no menos elegante y acogedor es el Hotel Patritius, ubicado en una mansión del siglo XIX. A sólo dos calles de la Plaza de la ciudad y el Ayuntamiento
Enlaces de interés:
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