La ciudad de Bauska y el cercano palacio son los grandes atractivos al sur de Riga
Palacio de Rundāle y su jardín francés (Sur de Letonia)

Palacio de Rundāle y su jardín francés (Sur de Letonia)

El palacio de Rundāle, es sin duda, el exponente más importante de la arquitectura barroca en Letonia. Y uno de los complejos palaciegos más bellos de todo el Báltico.
Se encuentra tan solo a 80 kilómetros de la capital de Letonia, por lo que supone una excursión desde Riga muy atractiva.

Este conjunto de edificios barrocos es la atracción más visitada de la, por otra parte, no demasiado turística región de Zemgale (Semigalia en español). Zemgale es una región eminentemente agrícola y sus mayores atractivos son los dos palacios que el Duque de Curlandia construyó aquí (Rundāle y Jelgava) así como la pequeña ciudad de Bauska y su castillo.

También en la antigua región de Curlandia se encuentra la que quizá sea la localidad más bonita de Letonia: Kuldiga. Que conserva un centro histórico con un puñado de edificios antiguos y unas cascadas con gran encanto.

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El Duque de Curlandia también construyó el Palacio de Jelgava

El Duque de Curlandia también construyó el Palacio de Jelgava (foto: celotajs.lv)

El Duque de Curlandia

El Palacio se construyó a mediados del siglo XVIII por orden del Duque de Curlandia, un personaje no precisamente muy querido en Rusia ni en Curlandia (oeste de la actual Letonia).

El Duque, Ernst Johann Biron, se había casado con una dama de honor de Anna Ioanovna, la hija del zar de Rusia. Y para cuando Anna se convirtió en emperatriz en 1730, Biron ya era su amante y su poderoso asesor.

Pocos años después, Biron logró que le entregara el título de Duque de Curlandia e incluso que la emperatriz lo nombrara regente de Rusia poco antes de su muerte en 1740. Sin embargo, pocas semanas después fue capturado por un rival y condenado a muerte, aunque finalmente se le conmutó la pena por el exilio.

No fue hasta 22 años después que Catalina II de Rusia le restituyó el ducado y volvió a Curlandia. Finalmente falleció en su palacio de Jelgava, muy cerca de aquí, a los 82 años.

Vista aérea del Palacio de Rundāle y sus jardines en invierno

Vista aérea del Palacio de Rundāle y sus jardines en invierno (foto: rundale.lv)

La construcción del palacio

En 1736 tras demoler el anterior castillo que existía, el arquitecto italiano Francesco Bartolomeo Rastrelli comenzó las obras del suntuoso palacio barroco. Esta fue una de las primeras obras de Rastrelli, que desarrolló la mayor parte de su actividad en Rusia, donde construyó unos cuantos palacios, entre ellos el hermoso Palacio de Invierno de San Petersburgo.

A pesar de los 12 hornos de ladrillos que se instalaron y los más de 260 albañiles que llegaron a trabajar en Rundāle, la obra avanzó lentamente. Debido en gran medida a que los duros inviernos obligaban a parar durante meses y también porque el Duque priorizó la construcción de su palacio de Jelgava.

Tras la caída en desgracia de Biron la construcción se detuvo totalmente durante más de dos décadas. En 1763, al duque se le devolvieron sus antiguos títulos y decidió completar la construcción de su palacio de verano. Para ello contrató de nuevo a Rastrelli, pero también a otros arquitectos que enriquecieron la variedad estilística del complejo palaciego.

El maestro berlinés Johann Michael Graff y su equipo se encargaron de crear los estucos que decoran las opulentas estancias del palacio. Esta decoración barroca y recargada con abundantes dorados es sin duda, uno de los aspectos más llamativos de Rundāle. Destaca la rebosante decoración con pavos reales, angelotes y guirnaldas del Salón Dorado y el Salón Blanco, muy al estilo versallesco.

La construcción del palacio se completó, por fin, en 1770, dos años antes de la muerte del Duque de Curlandia.

Vista del Palacio desde el patio de armas

Vista del Palacio desde el patio de armas

Historia y restauración

Los conflictos posteriores acaecidos en esta parte de Europa no trataron bien al Palacio de Rundāle.
En la Guerra franco-rusa (1812), las tropas francesas utilizaron el palacio como hospital, la biblioteca quedó destruida y otras partes también sufrieron importantes daños.

Durante la Guerra civil rusa (1917-1923) el palacio fue ocupado por el ejército alemán y en su retirada las tropas de Bermondt-Avalov que luchaban contra los bolcheviques, lo quemaron.

Las autoridades reconstruyeron gran parte de los edificios, pero con la llegada de la 2ª Guerra Mundial se utilizó como almacén de grano, lo que volvió a dañar gravemente el palacio.

Por fin, en 1972 se creó el Museo del Palacio de Rundāle que tenía como misión principal, restaurar el complejo. Las obras se han dilataron durante décadas y se dieron por finalizadas en 2014.

El suntuoso Salón dorado

El suntuoso Salón dorado

Visita al Palacio de Rundāle

Recorriendo las carreteras de la llana región de Zemgale, no es difícil entender que aquí se produzca casi la mitad de la producción de cereales de Letonia. La agricultura es la base de la economía de esta estrecha franja limítrofe con Lituania, salpicada de anodinos pueblecillos.
Quizá por ello resulta tan sorprendente encontrarse en mitad de la campiña letona con un imponente palacio barroco de tales dimensiones y opulencia.

Dejando a un lado las cuatro casas algo desperdigadas del pueblecillo de Pilsrundāle se llega al aparcamiento.

Un puentecillo ornamental y unos edificios en forma de semicírculo pintados de color granate dan acceso al complejo. Ante el visitante se abre una amplia explanada, muy del gusto de los palacios de esta época, y al fondo el soberbio Palacio de Rundāle.

Se accede al palacio atravesando la puerta, una alta verja flanqueada de dos columnas níveas rematadas por dos leones. En el patio de armas, el edificio rebela su inequívoca estructura en U.

El precioso Salón Blanco (Salas de Estado de Rundāle)

El precioso Salón Blanco (Salas de Estado de Rundāle)

Existen varios tipos de visita: La ruta corta (short route) que incluye las salas de Estado. Y la ruta larga (long route) en la que se visita también las estancias privadas de los duques. Por último también es posible acceder a los jardines.

El billete combinado que permite ver todo el complejo cuesta 13€ en temporada alta. Mientras que en invierno es más económico y los jardines menos vistosos en esta época del año, pueden visitarse gratuitamente.

Las Salas de Estado

En el ala este del palacio se hayan las conocidas como Salas de Estado, que estaban destinadas para las recepciones y los grandes eventos sociales de los duques. Estas son las estancias más amplias y lujosas de todo el complejo.

De entre ellas destaca el Salón Dorado que el Duque utilizó como salón del trono. Las paredes se encuentran cubiertas de mármol de dos colores y por encima se desparraman los estucos pintados de oro que dan nombre a la sala. Merece la pena detenerse ante la rebosante decoración de flores, aves y jarrones llenos de manzanas y cereales típicos de la zona.

Atravesando la larguísima Gran Galería que se utilizó como sala de banquetes se llega al Salón Blanco. Esta amplia estancia pintada de un blanco inmaculado también posee una profusa decoración, en especial sobre las ventanas. Pero el uso de este único color le otorga una elegancia singular.

Dormitorio del Duque de Curlandia

Dormitorio del Duque de Curlandia

No hay que perderse las decoraciones de estuco que narran distintas escenas campestres, las cuatro estaciones y los elementos del mundo.
Las escenas con cierto aire teatral muestran a algunos angelotes realizando diversas actividades como recolectando frutos, cazando animales salvajes o tocando instrumentos musicales.

Las Estancias privadas

Las decena de habitaciones privadas del Duque se hayan en el edificio central. Aunque no tienen la magnificencia de los salones de Estado, resulta muy interesante admirar los dormitorios, aseos y vestidores de la nobleza del siglo XVIII.

Los aseos se cubrieron con azulejos holandeses de Delft muy apreciados en la época y mostraban escenas bíblicas y en el campo pintadas en azul cobalto.
Se conserva parte del mobiliario original, entre ellas seis grandes estufas de porcelana (de las 80 que hubo en su momento) y también el suelo de madera de estas estancias.

Los apartamentos de la Duquesa ocupan el ala Oeste del edificio. Aunque no se conserva la decoración original de la mayoría de las habitaciones, estas han sido reconstruidas cuidadosamente.

El jardín francés tiene una extensión de 10 hectáreas

El jardín francés tiene una extensión de 10 hectáreas

El jardín francés y el jardín de rosas

A espaldas de la construcción palaciega se localiza el jardín francés, que podría haber sido inspirado por los jardines de Versalles. Aunque el jardín letón es de mucho menor tamaño, apenas 10 hectáreas.
Fue obra también del propio arquitecto Rastrelli y se llevó a cabo mientras se construía el palacio, quizá por ello el conjunto posee una gran armonía.

El italiano diseñó un jardín de estructura geométrica con una red de senderos, setos, parterres y fuentes.

Mantener en excelentes condiciones un jardín de estas características supone una gran laboriosidad y un enorme esfuerzo económico. Lo que explica que puedan verse en algunas zonas malas hierbas y el césped algo descuidado.

El encantador Jardín de rosas de Rundāle

El encantador Jardín de rosas de Rundāle

El jardín de rosas de Rundāle es un ambicioso proyecto iniciado en 2005 en el que se crearon más de 50 zonas en los que trabajan distintos cultivadores de rosas de 17 países distintos.

El visitante puede admirar como las rosas se han agrupado por variedades y colores. El proyecto incluye el cultivo de más de 600 variedades de rosas históricas de gran valor que solo florecen de mayo a julio.
Esta es quizá la mejor época para visitar este rincón de Letonia, ya pasear entre los rosales con el palacio al fondo regala estampas verdaderamente preciosas.

La ciudad de Bauska

Tras Jelgava, la agradable Bauska es la ciudad más importante de la región, a tan solo 12 kilómetros del palacio de Rundāle. Por lo que supone un complemento perfecto para una excursión de un día desde Riga.

El renovado Castillo de Bauska

El renovado Castillo de Bauska

El castillo de Bauska

Quizá el monumento más conocido sea el castillo de Bauska, aunque en realidad sean dos. Las ruinas de un castillo de la Orden de Livonia que data de mediados del siglo XV. Y otro palacio contiguo un par de siglos posterior, que se hizo construir el Duque de Curlandia.

El interior del castillo del Duque se ha habilitado como museo y pueden recorrerse las distintas estancias y también una exposición de armaduras, vestimentas y demás artilugios medievales.
La decoración de la fachada incluye el esgrafiado que simula los ladrillos con volúmenes y sombras. Una técnica muy utilizada en el Renacimiento y que pueden verse en otros lugares tan alejados como el Palacio de Litomyšl, en la República Checa, declarado Patrimonio de la Humanidad.

Plaza del Ayuntamiento de Bauska

Plaza del Ayuntamiento de Bauska

Al estar uno junto al otro, el contraste es enorme ya que el castillo nuevo ha sido restaurado excesivamente por lo que ha perdido su aire de autenticidad. Mientras que la fortaleza de la Orden de Livonia permanece en ruinas, resquebrajada y con las almenas cubiertas de matorrales.

Probablemente lo más bello sea el emplazamiento de los castillos, que se sitúan en una estrecha lengua de tierra entre dos afluentes del río Lielupe.

La plaza del Ayuntamiento

Bauska no posee grandes atractivos turísticos, sin embargo conserva algunos edificios con mucho encanto. En la Rātslaukums o Plaza del Ayuntamiento pueden verse algunas casitas de madera. Pero sobre todo, el coqueto edificio del Ayuntamiento con sus tonos rojizos y su torrecilla central, situado en mitad de la plaza.

Iglesia de Santo Espíritu de Bauska (Letonia)

Iglesia de Santo Espíritu de Bauska (Letonia)

El Ayuntamiento alberga también la Oficina de turismo un lugar magnífico donde informarse sobre la ciudad y los alrededores.

Iglesia de Santo Espíritu

En las antípodas de la fastuosidad del palacio de Rundāle, encontramos la verdadera joya de Bauska. La iglesia luterana de Santo Espíritu (Bauskas Svētā Gara baznīca) tiene un encanto difícil de explicar ya éste reside en su absoluta modestia y sencillez. Fue construida originalmente entre 1591-94 por una congregación alemana y 30 años después se añadió la torre.

Esta pequeña iglesia de una sola nave, destaca precisamente por su robusta torre que sirve de entrada. El templo ajado por el tiempo muestra en su exterior blanquecino numerosos desconchones y grietas prominentes.

En su interior se ven dos bancadas de madera primorosamente talladas y que datan de finales del siglo XVII y principios del XVIII. Y en los que puede verse el escudo de armas de la ciudad: un león dorado sobre fondo rojo.

La iglesia la cuidan unas adorables ancianitas con las que es posible comunicarse con señas y sonrisas, a no ser que uno hable letón o ruso. Merece la pena subir las escaleras de la tribuna para observar el templo desde lo alto.

Es aconsejable hacer un donativo para la conservación de la iglesia y por la abnegación de las feligresas.

Casona centenaria del hotel Blankenfeldes Muiza

Casona centenaria del hotel Blankenfeldes Muiza

Hotel rural en Letonia

Si uno quiere relajarse y huir del mundanal ruido la región de Zemgale puede ser un buen sitio. Aquí existen unos cuantos bonitos hoteles rurales, pero sin duda, ninguno tan aislado y encantador como el Blankenfeldes Muiza.

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Este hotel perdido en la campiña letona está a tan solo 500 metros de la frontera con Lituania. A una distancia relativamente corta tanto del palacio de Rundāle como de la famosa Colina de las Cruces en Lituania.

Las pocas habitaciones del hotel se sitúan en unos edificios de nueva construcción perfectamente habilitados. Sin embargo la joya del lugar es una casona de principios del siglo XX con aspecto de hacienda colonial, que permanece semi abandonada.
En el Blankenfeldes Muiza cultivan sus árboles frutales y sirven en los desayunos sus propios zumos y siropes.
Un hotel realmente fuera de las rutas más trilladas.

Detalle de las paredes el Salón dorado del palacio de Rundāle

Detalle de las paredes el Salón dorado del palacio de Rundāle

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