La capital austriaca resulta desbordante y exuberante a los visitantes. No es posible visitar Viena en dos días, ni en tres, ni en una semana.
Por lo que una idea magnífica es realizar una visita guiada por Viena como primera toma de contacto.
Después el viajero puede dejarse llevar, por sus vibrantes calles, sus abarrotados mercados o sus suntuosos palacios.
Viena puede ser el destino perfecto para muchos tipos de viajeros distintos, ya estén interesados en la música, la gastronomía, la pintura, el cine o simplemente dejarse impresionar por una ciudad fascinante.
Y es que Viena fue capital del Imperio Austrohúngaro y eso sigue siendo patente, sobre todo, en el entorno de la Ringstrasse, un suntuoso bulevar que envuelve el centro histórico, construido en lugar de las antiguas murallas.
Música clásica y gastronomía
Para los amantes de la música clásica, Viena ofrece conciertos casi a diario en sus múltiples salas y auditorios. Además, cuenta con dos iconos indiscutibles: la Ópera de Viena y la Musikverein donde cada 1 enero se interpreta el célebre Concierto de Año nuevo.
La gastronomía vienesa y por extensión la austriaca, no tiene nada que envidiar a la de otros países del centro de Europa, con los que tiene no pocos platos en común.
Viena por supuesto posee algunos de los restaurantes más exquisitos del continente, aunque tampoco habrá que quemar la tarjeta de crédito para disfrutar de la mejor comida local.
Se puede empezar por una sopa que puede recordar a nuestro consomé, la Frittatensuppe, que contiene tiras de tortitas en vez de trocitos de pan. De segundo podríamos pedir un típico asado de cerdo (Schweinebraten), para terminar con una tarta Sacher.
Y es que los cafés vieneses son uno de los paraísos para los golosos, ya que en ellos se pueden degustar especialidades locales como la citada Sacher o la empalagosa y apetitosa Apfelstrudel.
Viena romántica y artística
Los amantes del arte no quedarán indiferentes ante la belleza del modernismo vienés y es que este preciosista estilo de principios del siglo XX se encuentra desparramado por toda la ciudad.
Podemos encontrar estaciones de tranvía, puentes, iglesias e incluso hospitales de este singular estilo conocido como Secesión vienesa, cuyos mayores exponentes fueron el arquitecto Otto Wagner y el pintor Gustav Klimt. Este último fue autor del celebérrimo cuadro ‘El beso’ que encontraremos, por cierto, en el Palacio Belvedere, uno de los muchos y extraordinarios museos de la ciudad.
Si lo que buscamos es una escapada romántica, Viena también es el destino ideal.
El Palacio de Schönbrunn y sus espléndidos jardines plagados de fuentes y rosaledas es uno de los lugares con más encanto de Austria. De hecho, era la residencia de verano del emperador Francisco José I de Austria y su esposa la conocida Sissi.
Si nos atrae la suntuosidad de las mansiones barrocas también tenemos el Palacio de Belvedere, que en realidad son dos. El Belvedere inferior y el superior separados por más de medio kilómetros de exquisitas fuentes y jardines de estilo francés.
Viena en el cine
Viena también ha sido durante décadas inspiración y escenario de algunas de las películas más famosas.
¿Quién no recuerda por ejemplo la noria del parque de atracciones del Prater? Aparece en ‘El tercer hombre’ la excelente película de espías con Orson Welles y Joseph Cotten.
Por supuesto también aparece la ciudad en las películas de Sissí interpretada por Romy Schneider. Y más recientemente en una de las aventuras de Tom Cruise como agente en ‘Misión imposible: Nación secreta’. Pero no podía faltar tampoco uno de los grandes personajes de la Viena de entre siglos: Sigmund Freud. ‘Un método peligroso’ basada en parte de la vida del famoso médico fue rodada en escenarios reales de Viena.
Con todos estos alicientes, música, gastronomía, arte, romanticismo o cine, es difícil no dejarse seducir por esta ciudad.
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