Burgos es una ciudad con clima de interior, sus inviernos son muy fríos. Es natural que las viandas tradicionales sean contundentes y calóricas para entonar el cuerpo. A la pregunta de dónde comer o tapear en Burgos da respuesta una amplia oferta de restauración, seguro que no te quedarás con hambre.
Hay que señalar que en 2013 Burgos fue designada Capital Española de la Gastronomía y desde ese momento la ciudad ha apostado fuerte por los productos autóctonos y su gastronomía. Siendo distinguida por la Unesco como ciudad creativa de la gastronomía. No obstante, para nuestra primera visita hemos preferido probar los platos más tradicionales.
Tapeo
Para abrir el apetito podemos empezar con un picoteo, la mayoría de bares ofertan una gran variedad de tapas y raciones y en las calles hay buen ambiente con gente disfrutándolas.
Las zonas de tapeo más concurridas están en las calles San Lorenzo, Sombrerería y la plaza Huerto del Rey.
Como tapas típicas de la ciudad, nombraría dos: la ‘cojonuda’ (huevo de codorniz, tirita de pimiento y una rodaja de la afamada morcilla de Burgos sobre pan) y ‘el cojonudo’ que cambia la morcilla por una rodaja de chorizo.
Una ración que me llamo la atención fue la de morritos de cerdo, servidos en trozos pequeños a la plancha o fritos.
Si te apetece, en Burgos podrás hacer una ruta de tapeo muy variada, en mostradores como los de Los Herreros o Casa Pancho se pierde la vista en un horizonte de tapas a cual más apetitosa. Además, también nos recomendaron La Vermutería Vitoria, Casa Minuto y Bodeguilla Arrabal.
Personalmente me llamó la atención un bar en el barrio de Gamonal, fuera del centro. Gamonal fue originariamente un pueblo que por el crecimiento de la ciudad quedó anexado a Burgos. Paseando por su antiguo centro se ven algunas casas de piedra de arquitectura tradicional.
En esta zona, encontramos el Bar Timoteo, en el que el plato estrella son las patatas asadas. Pueden elegirse con distintas salsas o acompañadas de otros ingredientes como picadillo de cerdo (muy típico de Burgos), huevos fritos, pimientos, bacalao… tan sencillas como sabrosas.
Platos tradicionales
En esta ciudad castellana sus platos principales recargan las energías de forma inmediata, legumbres, cerdo o huevos son ingredientes básicos en sus guisos.
La sopa castellana, a base de pan y huevo, dependiendo del local le añadirán trozos de panceta, chorizo, jamón… la que más me gustó fue la de La Burgalesa – Parrilla en la calle Llana de Afuera, detrás de la catedral. Un local con gran variedad de platos y buena atención por parte del personal.
Callos a la burgalesa, o al menos así nombrados, los encontramos en Casa Pancho, con un toque picante y acompañados de chorizo y panceta.
Cordero asado, este manjar se ofrece en varios restaurantes de la ciudad, nos recomendaron Casa Ojeda.
Independientemente de donde decida tomarse, hay que tener en cuenta que no es lo mismo cordero, que cordero lechal. Sí, ambos son la cría de la oveja, pero el cordero lechal en teoría es aún un corderito que todavía toma leche (de ahí el nombre, cordero lechal o lechazo).
Por tanto, la carne de lechazo es en principio más tierna que la de un cordero ya destetado, pues es un animal más joven.
Ante el dilema ¿cuarto trasero o delantero? Ten en cuenta que en el cuarto delantero están las costillas, consideradas muy sabrosas, asadas quedan doraditas con la piel crujiente. El cuarto trasero tiene más cantidad de carne. En todo caso, la elección será siempre acertada.
La olla podrida, es un guiso castellano de mucha tradición en Burgos. Se utilizan unas alubias rojas de la zona conocidas como alubias de Ibeas, (Ibeas de Juarros, localidad a unos 14 km de Burgos capital) junto con algunas hortalizas y los llamados “sacramentos”: morcilla, chorizo, tocino y distintas partes del cerdo .
Es un plato medieval, una de las versiones del origen del nombre es que podrida viene de ‘poderida’, ‘poder’, y es que en la Edad Media sólo los que tenían poder económico podían permitirse pagar los sacramentos de este puchero mientras los demás tenían que conformarse con unas verduritas.
Puede verse anunciada por toda la ciudad, no obstante, para probarla nos recomendaron sobremanera reservar en el pueblo donde se cultivan las alubias, Ibeas de Juarros, en el restaurante ‘Los Claveles’.
Postres y dulces
Como postre típico burgalés está el queso fresco de burgos acompañado de nueces y miel, llamado postre del abuelo.
También son tradicionales las yemas de burgos (yema de huevo, agua y azúcar).
Además, encontramos dulces populares como las perrunillas (pastas secas cuyos ingredientes principales son huevos, manteca, harina y azúcar), la leche frita, las almendras garrapiñadas y los bartolillos (masa frita rellena de crema pastelera).
Otros pastelitos más modernos y con nombres más pintorescos que ofrecen las confiterías de Burgos son los Chevalier (un bollo con levadura relleno de nata o crema, con láminas de almendra y azúcar glass por encima), los canelitos del Cid ( bolas de chocolate blanco con canela) o la Tizona (nombre de la espada del Cid, pastelito de capas de bizcocho con nata y cubierta de yema).
Los escaparates de las pastelerías no te dejarán indiferente, algunas como Casa Ojeda (sí la misma que la del cordero asado) o Juarreño tienen varios establecimientos.
Nosotros entramos en el Juarreño de los Soportales de Antón, un local agradable con una gran variedad de pastelitos, dulces pero ligeros y no empalagosos.
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