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La provincia de Segovia esconde auténticas maravillas naturales y un buen número de localidades con un encanto irresistible. Pueblos como Pedraza, San Ildefonso, Riaza y por supuesto Sepúlveda bien merecen una visita calmada para conocer sus rincones más bellos.
Estas pintorescas poblaciones segovianas han sabido conservar una arquitectura popular, su gastronomía tradicional y un patrimonio medieval de primer orden. Además, la cercanía entre sí de los pueblos hace posible un recorrido muy sugerente para aquellos que deseen conocer la Castilla rural.
Una manera estupenda de conocer la provincia es con alguna de las muchas excursiones y visitas guiadas en Segovia con Civitatis.
Historia y Patrimonio
El reino de Castilla conquistó estas tierras a los musulmanes en la segunda mitad del siglo XI y para afianzar las plazas se construyeron recias fortalezas y se repoblaron las tierras con cristianos llegados del norte del río Duero.
El medievo fue una época de fronteras inestables e incursiones militares a diestro y siniestro, a pesar de ello, se conservan algunos de los castillos más prominentes del centro de la península. Como el castillo mudéjar de Coca, la pintoresca fortaleza-iglesia de Turégano o el castillo de Pedraza levantado sobre un risco.
En aquellos tiempos la Iglesia detentaba una gran importancia y se levantaron innumerables templos donde evangelizar a la población cristiana.
Estas gentes eran humildes ganaderos y labriegos, analfabetos en su mayoría, por lo que la mejor manera de enseñar la palabra de Dios era a través del arte. Estas iglesias románicas contaban a menudo con preciosos capiteles cubiertos de escenas bíblicas que, sin duda, asombraron y adoctrinaron a los feligreses de aquella época.
Capítulo aparte merece el Real sitio de San Ildefonso, más conocido quizá por La Granja, dónde el borbón Felipe V edificó un fastuoso palacio barroco rodeado de unos bellos jardines.
Este rápido repaso puede dar una ligera idea del exuberante patrimonio histórico y artístico y de los pueblos tan bonitos que alberga la provincia de Segovia.
Pero este patrimonio no solo se halla en las localidades más importantes, sino que en algún caso pueden encontrarse joyas aisladas en mitad de la campiña segoviana como es el caso de la Iglesia románica de Nuestra Señora de la Asunción, cerca de la aldea de Duratón.
Montes y ríos segovianos
Segovia, la más pequeña de las provincias castellano leonesas, es sin embargo una de las más ricas desde el punto de vista natural y paisajístico. Ello se debe en gran parte a las estribaciones del Sistema Central que cubren gran parte del sur y el este de la provincia.
Estas altas montañas originan algunos de los parajes más bellos del centro de España. Aquí encontramos al majestuoso Peñalara (el más alto de la provincia) que, con sus 2428 metros de altitud, sirve de frontera natural entre la Comunidad de Madrid y Castilla y León.
Todo ello hace que las localidades serranas, si bien, suelen tener inviernos gélidos, también disfrutan de unas temperaturas frescas y agradables en verano.
Aunque el caudaloso Duero no atraviesa tierras segovianas está presente a través de algunos de sus más importantes afluentes de la margen izquierda. Estos ríos nacen en las cumbres de las sierras de Guadarrama, Somosierra o Ayllón y cruzan la provincia de sur a norte.
Entre ellos destaca el río Eresma, junto al que se asentó la ciudad de Segovia, ya en tiempos pretéritos a la dominación romana. Mientras que en el oriente segoviano encontramos ríos más modestos como el Duratón y el Riaza que serpentean entre las formaciones rocosas creando enclaves de gran belleza natural.
Los espacios naturales más relevantes de la provincia protegen precisamente estos espacios: Las hoces del río Duratón y las hoces del río Riaza. A los que debemos sumar también en torno al 35% del Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama que Segovia comparte con Madrid.
Gastronomía segoviana
La cocina segoviana es otro de los grandes atractivos de la provincia y una de las razones más habituales por la que la visitan los habitantes de regiones limítrofes.
Su gastronomía se basa principalmente en excelentes productos de la tierra tanto agrícolas como ganaderos. Tienen fama sus setas, puerros y zanahorias, pero en especial legumbres como los judiones de La Granja.
En el duro invierno segoviano muchos pueblos celebran las tradicionales ‘matanzas’, donde se elaboran productos derivados del cerdo. Entre ellos destaca el Chorizo de Cantimpalos que posee incluso Indicación Geográfica Protegida (I.G.P.).
Pero son las carnes las que han dado merecida fama a la gastronomía segoviana, especialmente el cordero y el cochinillo a los que se pueden añadir piezas de caza como el conejo, la perdiz y el jabalí.
En los restaurantes suele ofrecerse como primer plato la sopa castellana y los judiones de la Granja. Mientras que el plato fuerte lo constituye el lechazo y el cochinillo asado preferentemente a la leña. El postre más arraigado en la provincia es el ponche segoviano, un dulce muy sabroso que es en esencia un bizcocho con crema pastelera y azúcar tostada por encima.
El turismo gastronómico es importante aquí, de manera que tanto los corderos como los cochinillos se crían en granjas especializadas y con requisitos y marcas de garantía específicos.
Para maridar con todo ello nada mejor que un vino de la tierra. En el extremo norte de Segovia existen numerosas bodegas que cosechan unos caldos de excelente calidad. De hecho, muchas de estas cepas pertenecen a dos de las denominaciones más afamadas de España: Ribera del Duero y Rueda.
Pedraza
Sobre una montaña, en las últimas estribaciones de la sierra de Guadarrama se levanta la villa de Pedraza.
Esta pequeña localidad segoviana tuvo su momento de mayor esplendor, tras el matrimonio en 1472 de Blanca de Herrera, señora de Pedraza y Pedro Fernández de Velasco que obtendría luego el título de Condestable de Castilla.
La villa se pobló de ostentosos caserones hidalgos y mansiones de mercaderes gracias al comercio de la lana que proporcionó a sus habitantes abundantes beneficios.
Qué ver en Pedraza
El pueblo ha conservado muchas de aquellas casonas de los siglos XVI y XVII con sus blasones de piedra en las fachadas y una plaza mayor con soportales algo decrépita pero encantadora. A esto se añade, al final del pueblo, un castillo imponente construido sobre un risco que alberga también un museo dedicado al pintor Ignacio Zuloaga.
Todo ello le proporciona a Pedraza un encantador ambiente medieval declarado Conjunto histórico y que no ha pasado desapercibido a los numerosos capitalinos que suelen visitar la localidad los fines de semana.
Fuera del casco urbano también encontramos un par de lugares que bien merecen una visita. La casa del Águila Imperial es un didáctico centro de interpretación en torno a esta escasa rapaz que tiene una importante colonia en la provincia de Segovia.
Un poco más allá trepando por la colina se llega hasta el mirador de las Tongueras, desde el que se tiene una panorámica excepcional del pueblo medieval de Pedraza.
Pero Pedraza tiene mucho más. Lee nuestro artículo completo sobre la villa de Pedraza.
Dónde dormir en Pedraza
Una buena opción es El Bulín de Pedraza que tiene dos bonitas casas rurales en la localidad.
La Casa del Panadero, muy cerca de la Plaza Mayor. Y la la Casa del Serrador en un edificio precioso del siglo XVII.
Riaza
Siguiendo la conocida como Ruta de los pueblos serranos llegamos hasta Riaza, la localidad de mayor tamaño (2100 hab.) del poco poblado oriente segoviano.
La sierra de Ayllón y su monte más alto, el Pico del lobo (2.273 m) se recortan tras la villa de Riaza ofreciendo tras las casas un panorama de gran belleza. No muy lejos se encuentra además, uno de los bosques más bellos de la provincia: el hayedo de La Pedrosa.
Situada muy cerca de la autopista del norte (A-1), Riaza resulta muy accesible tanto desde Madrid como desde otras capitales de la mitad septentrional de España. Además, la estación de esquí de La Pinilla está a pocos kilómetros, por lo que es una población que recibe visitantes a lo largo de todo el año.
Parece ser que los orígenes de esta localidad se remontan a finales del siglo XI o principios del XII tras la conquista por las tropas cristianas de vastos territorios al sur del río Duero. Aquí surgió un asentamiento junto al río Aza que luego tomaría el nombre de Riaza.
Que ver en Riaza
Su mayor atractivo es sin duda su espléndida Plaza Mayor que posee amplios soportales y escalones corridos y que forman una especie de anfiteatro dispuesto hacia el edificio del ayuntamiento.
El consistorio es una sobria construcción rectangular levantada en 1727 en la que destaca una torrecilla del reloj coronada por un chapitel de hierro forjado.
Tras el ayuntamiento asoma la robusta torre de 33 metros de la iglesia Parroquial de Nuestra Señora del Manto, de estilo renacentista erigida entre los siglos XV-XVI. En su interior se haya un imponente retablo mayor barroco de madera y cubierto de pan de oro.
Por las calles empedradas, en torno a la plaza y la iglesia podemos observar algunos buenos ejemplos de arquitectura tradicional riazana: casonas de dos pisos y fachada estrecha, pero de gruesos muros y muy profundas.
Precisamente, si tomamos la calle de la iglesia encontramos algunas casas nobles que todavía muestran sus blasones en la parte alta de sus fachadas. Entre ellas destaca la casa que perteneció a la familia Sanz Merino (calle de la iglesia núm. 5) el antiguo restaurante La Casona.
No hay que irse sin probar la repostería riazana en especial los amarguillos, el ponche segoviano o las tortas de chicharrones. Los lugares más emblemáticos para degustarlos son probablemente la Panadería Los soportales o bien la Pastelería Trigo Limpio muy céntricos ambos.
Dónde dormir en Riaza
El Hotel rural La Romerosa es un alojamiento muy acogedor al sur del centro histórico.
Para un grupo grande, de hasta 8 personas el alojamiento ideal puede ser Villa Riaza una bonita casa de 105 m2 muy cerca de la Plaza Mayor.
Ayllón
De la permanencia árabe en estas tierras nos quedan como testigos parte de su muralla y la solitaria torre vigía en lo alto de la montaña conocida como ‘La Martina’. Esta formó parte en su día de un conjunto amurallado ya desaparecido y posteriormente de la iglesia cristiana de San Martín.
Ayllón fue antaño una villa medieval de cierta relevancia que tuvo un momento de gran esplendor en el siglo XV. En el año 1421 el rey concedió a Álvaro de Luna, a la sazón Condestable de Castilla, el señorío de San Esteban de Gormaz. Éste se extendía por extensos territorios en las actuales provincias de Soria y Segovia e incluía entre otras a las villas de Ayllón y Riaza.
Muchos años después, el Marqués de Villena se casó con la nieta del Condestable y ganó para sí el señorío de San Esteban de Gormaz. Y de esa época precisamente data gran parte de su pequeño conjunto monumental.
Qué ver en Ayllón
Nada más entrar por el restaurando arco medieval, tropezamos con el imponente Palacio de los Contreras, con su preciosa fachada de estilo gótico isabelino. Además, en el interior de la mansión se conservan artesonados y mobiliario medieval de gran valor.
Dos calles más allá, otro palacio, éste mandado construir por el Obispo Vellosillo, un influyente eclesiástico que llegó a ser consejero real de Felipe II.
La Plaza Mayor es, cómo no podía ser de otro modo, el centro de la vida ayllonense. Ésta puede recordar a otras plazas castellanas, pero tiene su propia personalidad. La plaza flanqueada de casas porticadas con pilares de madera es irregular y alargada con un extremo más angosto y otro más amplio en el que se sitúan el consistorio y la iglesia de San Miguel.
Este templo de origen románico cuenta con una curiosa balconada que estaba reservada para el gremio eclesiástico durante la celebración de las tradicionales corridas de toros que se celebraban en la plaza. Ahora San Miguel está habilitada como centro cultural y oficina de turismo.
La iglesia de Santa María la Mayor se construyó mucho más tarde, en el siglo XVII y sigue abierta al culto. De ella sobresale la robustez de sus muros y su altísima espadaña que alcanza los 40 metros de altura.
Dónde dormir en Ayllón
En el centro del pueblo se encuentra el Hotel Ayllón moderno, acogedor y con todas las comodidades.
Si se dispone de vehículo privado también es una buena opción alojarse en el Molino De La Ferrería un antiguo molino que acoge ahora un bonito hotel rústico. A unos 20 km de Ayllón y 14 de Riaza.
Sepúlveda
Sepúlveda es probablemente la villa con el pasado más ilustre de Segovia. En sus inmediaciones ya habitaron romanos, visigodos y árabes. Pero fue tras la conquista por Sancho García en el 1010 cuando aquí se estableció una importante ciudad medieval.
Hacia finales del siglo XI se confirmó el fuero para la ciudad y se creó la Comunidad de villa y tierra de Sepúlveda, una institución política que otorgaba un enorme grado de autonomía a la villa y que regía en un extenso territorio sobre medio centenar de poblaciones cercanas.
La ciudad vivió un momento de gran auge económico y social, creció y se desparramó por varias colinas. Sepúlveda llegó a tener 15 iglesias, algo sólo al alcance de grandes ciudades como Toledo o Segovia.
Gran parte de su rico patrimonio medieval aún se conserva y por ello fue declarado Conjunto Histórico-Artístico y también forma parte de la Asociación de Pueblos más bonitos de España. Descúbrelo en nuestro artículo: Sepúlveda una pintoresca ciudad medieval
Qué ver en Sepúlveda
La conocida como la Villa de las Siete puertas todavía posee varias de ellas de origen medieval. Quizá las más destacables sean la del Azogue (o del Ecce Homo) y la puerta del Río. Así mismo todavía quedan tramos de la muralla que rodeaba la ciudad serpenteando por la ladera de las colinas.
La Plaza de España es el centro de la vida social sepulvedana. Ésta es alargada e irregular y con apenas dos o tres edificios porticados.
La plaza la preside en uno de sus extremos, el Edificio del reloj, con una larga balconada, un gran blasón y el reloj en lo alto. Sobresaliendo por detrás, aparece el castillo, una suerte de fortaleza que originalmente fue levantada por romanos, luego reconstruida por árabes y finalmente por cristianos. De esa última época data la espadaña de la iglesia que emerge por detrás de los muros.
Se conservan varias de aquellas iglesias medievales que salpicaron la villa. Pero la más significativa es, sin duda, la del Salvador. Un hermoso templo románico construido, junto a la judería, en lo alto de una de las colinas.
En gastronomía el plato más reconocido es el cordero asado. De hecho, muchos aseguran que, en Sepúlveda, con el permiso de la cercana Peñafiel, se sirve el mejor lechazo asado.
Además de los muchos atractivos de Sepúlveda, esta villa también destaca por su privilegiada situación para explorar los alrededores.
Los amantes del arte no deberían dejar escapar la ocasión para visitar algunas joyas románicas como la iglesia de la Asunción de María en Duratón. Y los que gusten del contacto con la naturaleza le gustará adentrarse entre los cortados rocosos del Parque Natural de las Hoces del río Duratón.
Dónde dormir en Sepúlveda
El alojamiento con más encanto de la localidad es probablemente la Posada de San Millán asentada en uno de los edificios más antiguos de Sepúlveda con un hermoso patio porticado del siglo XV.
Otro buen sitio donde pasar la noche es el Hotel-Hospedería los Templarios situado en la misma Plaza de España.
Turégano
La localidad de Turégano está situada casi en el centro geográfico de la provincia de Segovia, en mitad de un paisaje llano, agrícola y reseco gran parte del año.
Aunque no posea el encanto de los pueblos serranos y sus construcciones sean en su mayoría de factura moderna, cuenta con indudables atractivos que hacen que merezca la pena desviarse.
Algunas teorías argumentan que el origen de la villa podría ser un castro celtíbero que posteriormente se convertiría en un asentamiento romano. Aunque la primera certeza es que en 1123 Urraca de Castilla la donó al obispo de Segovia Pedro de Agén, convirtiéndose en una importante villa episcopal.
Qué ver en Turégano
El imponente castillo de Turégano levantado sobre el único altozano de los alrededores resulta visible desde gran parte del pueblo. Aunque en realidad se levantó primero a fínales del siglo XII una iglesia románica consagrada a San Miguel. Fue posteriormente cuando el obispo de Segovia Juan Arias Dávila, construyó en torno a ella un castillo convirtiéndola en una especie de iglesia-fortaleza, algo realmente muy poco común en España.
El obispo Dávila fue un personaje poderoso y fundamental en tiempos de Enrique IV y los Reyes Católicos, celebró 3 sínodos y el último fue precisamente en Turégano (1483).
El castillo encaramado en lo alto de la colina debió ser en tiempos un lugar inexpugnable. Sus recios muros exteriores contrastan, sin embargo, con el interior de la iglesia de San Miguel hermosa pese a su estado decrépito y desvencijado.
Merece la pena subir a lo alto del castillo y asomarse a las almenas junto a la alta espadaña, desde donde se tiene una panorámica excepcional de Turégano y sus aledaños.
La Plaza de España, de estilo típicamente castellano, es el otro gran atractivo del pueblo. Una plaza alargada y cubierta de soportales con pilares de piedra que tiene cierta afinidad con la de Ayllón. Sin embargo, la silueta del castillo recortada sobre el altozano resulta inolvidable y le confiere una personalidad única, pese a que suele estar plagada de automóviles que le restan mucho encanto.
A dos pasos, literalmente, de la plaza mayor se encuentra la iglesia de Santiago de origen románico, aunque con múltiples añadidos posteriores. En torno a ella, la plazuela homónima es uno de los enclaves del pueblo que todavía conservan algunos ejemplos de arquitectura tradicional. Aquí encontramos La Casa Vieja, una taberna tradicional donde sirven buena cocina segoviana.
Si se desea visitar las fortalezas más majestuosas de la provincia habrá que poner rumbo al norte donde encontramos el castillo de Cuéllar, la segunda localidad en importancia de Segovia con en torno a 10.000 habitantes. No muy lejos se sitúa el castillo de Coca, toda una singularidad ibérica construido en el siglo XV en estilo gótico mudéjar.
Dónde dormir en Turégano
La Posada el Zaguán es un alojamiento rústico con unas vistas excepcionales del castillo.
Si se viaja en grupo, nada mejor que alojarse en una de las dos casas de La Fragua de los Alvaro casas con varios dormitorios y todas las comodidades.
La Granja de San Ildefonso
A lo largo de esta ruta por varias de las localidades más insignes y los pueblos más bonitos de Segovia hemos descubierto algunos conjuntos históricos medievales de gran valor. Sin embargo, en La Granja (o Real Sitio de San Ildefonso) nos trasladamos a la corte del siglo XVIII, a probablemente el mejor exponente del barroco palaciego en España.
En la Edad Media en este lugar aparecieron pequeños asentamientos ligados a la trashumancia del ganado ovino principalmente, ya que por aquí pasaba una de las cañadas reales. Pero el verdadero origen de la localidad se debe al rey Enrique IV, un apasionado de la caza que hizo construir aquí una Casa Real y la Ermita de San Ildefonso en 1450.
Años más tarde los Reyes Católicos donaron estos edificios a los monjes Jerónimos de El Parral, que construyeron más tarde una hospedería y una granja, que daría nombre a la población.
Tras la muerte sin descendencia de Carlos II el hechizado en 1700, las potencias europeas se disputaron el trono de España. La Guerra de Sucesión se inclinó finalmente del lado de Francia y sus aliados, que situaron a Felipe de Anjou al frente de la corona española. El nuevo rey, Felipe V no solamente había nacido en el Palacio de Versalles si no que era nieto de Luis XIV ‘El rey sol’.
No es por tanto de extrañar que Felipe V quisiera emular a su absolutista abuelo y construyera ostentosos palacios tomando como modelo el de Versalles para demostrar la grandeza de la estirpe borbónica.
El rey rehízo el viejo Alcázar transformándolo en el Palacio Real de Madrid y mandó construir el espléndido Palacio Real de La Granja de San Ildefonso y sus jardines. Y también reconstruyó otra de las residencias de la monarquía española: el Palacio Real de Aranjuez, a orillas del río Tajo.
Durante el siglo XVIII por toda Europa se levantaron infinidad de palacios barrocos a imagen del de Versalles que era concebido como el paradigma de ostentación y poder. Valga de ejemplo el precioso Palacio de Rundale en la lejana Letonia.
Qué ver en La Granja de San Ildefonso
La localidad cuenta con innumerables y muy variados atractivos, no en vano se encuentra en un enclave de gran belleza, a los pies del Peñalara y fue declarado conjunto Histórico Monumental.
En primer lugar, resulta imprescindible la visita al palacio barroco. Sus interiores son de gran suntuosidad, plagados de frescos alegóricos, volutas doradas y estatuas de inspiración clásica. En uno de los edificios anexos encontramos el Museo de Tapices con una espléndida colección de tapices flamencos.
La imponente y adusta Real Colegiata de la Santísima Trinidad, sobresale del conjunto adentrándose en la Plaza de España que sirve de nexo entre los edificios palaciegos y el resto de la localidad.
Pero son los jardines y sus fuentes monumentales los que por su extraordinaria belleza han dado fama a La Granja de San Ildefonso. Los jardines los diseñó el francés René Carlier al más puro estilo de la jardinería barroca, con avenidas y caminos que envuelven al palacio, con estanques, parterres y donde las fuentes tomaron una gran relevancia.
Las 21 fuentes de La Granja son de inspiración mitológica (Neptuno, Andrómeda, Diana…) y fueron realizadas en plomo y no en bronce como en Versalles seguramente para abaratar su coste, aunque se pintaron de ese color.
A pesar de ello el conjunto de fuentes monumentales resulta impresionante y Carlier aprovechando la pendiente del terreno construyó un sistema hídrico que dotó a las fuentes de la presión necesaria para conseguir que el agua llegara a gran altura.
Pero una visita a La Granja de San Ildefonso no sería completa sin probar su magnífica gastronomía. En la que destacan por supuesto los judiones de La Granja, en restaurantes de calidad contrastada como la Taberna El Hábito.
Dónde dormir en La Granja
Un lugar tan lujoso como agradable para hospedarse es como no, el Parador de La Granja situado en un edificio histórico de tiempos de Carlos III.
Más asequible, pero no menos acogedor, resulta el Hotel Roma situado en un lugar privilegiado de la Plaza de España, en la otra punta de la Real Colegiata.
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16 noviembre, 2023 at 5:28 pm
Como apunte comentar que las lentejas de la Armuña nada tienen que ver con Segovia. La Armuña es una comarca salmantina, de la cual sale su famosa lenteja, denominación de origen.
17 noviembre, 2023 at 8:01 am
Gracias Raquel por tu comentario.
Efectivamente la D.O. «Lenteja de la Armuña» hace referencia a una comarca de Salamanca y no al pueblo segoviano de Armuña. Ya lo hemos corregido.
Un saludo.