El Camino por tierras de León
El Camino francés atraviesa de este a oeste la provincia de León. Más de 200 kilómetros de senderos, desde los campos de cereales de Sahagún hasta los ásperos cerros en los límites con Galicia.
Esta maravillosa tierra de contrastes se encuentra a caballo entre la planicie castellana y los montes cantábricos y los del macizo galaico. Y es aquí, en lo más profundo de la provincia de León, donde pueden encontrarse algunos de los pueblos más bellos del camino de Santiago.
Muchas aldeas han aguantado la galopante despoblación de otros lugares de Castilla y León, gracias al paso incesante de peregrinos. Sobre todo, a raíz de la enorme repercusión del año jacobeo de 1993, cuando los márgenes del camino se colmaron de albergues en los que los peregrinos pudieran pasar la noche.
Y es que el Camino de Santiago ha revitalizado estos pueblos de León, como si se tratara del mismo río Nilo en mitad del desierto. Por esa razón, muchos de ellos han podido conservar su preciosa arquitectura tradicional y también excepcionales obras de ingeniería como el puente sobre el río Órbigo.
Precisamente León y Ponferrada (las ciudades más populosas de la provincia) pueden servir de referencia, ya que entre ellas encontraremos algunos de los pueblos más pintorescos de Castilla y León.
El recorrido es de apenas unos 60 kilómetros, que viene a ser unas dos o tres etapas para un peregrino a pie. Aunque por supuesto, también puede realizarse el viaje cómodamente en vehículo y hospedarse en algunos de los encantadores alojamientos rurales de la zona.
Una manera estupenda de conocer la región es con alguna de las excuriosnes por la provincia de León de Civitatis.
Hospital de Órbigo
Saliendo de León el camino atraviesa paisajes poco atractivos, algún polígono industrial y campos resecos gran parte del año. Quizá por eso, llegar ante la magnífica estampa del Paso del Honroso suele impresionar a cualquiera. No es para menos, este imponente puente medieval sobre el río Órbigo, construido en el siglo XIII posee 19 arcos y más de 280 metros de longitud.
Actualmente el río discurre inofensivo por entre tres de los vanos del puente, debido a que el embalse de Barrios de Luna, situado aguas arriba, ha domesticado al Órbigo. Sin embargo, antes de la construcción de la presa, el río sufría grandes crecidas, sobre todo en primavera con el deshielo de las nieves de la cercana Cordillera Cantábrica.
El puente debe su nombre de Paso del Honroso a unas justas que tuvieron lugar a mediados del siglo XV en las que Suero de Quiñones y otros nueve caballeros vencieron a otros setenta hidalgos llegados de toda Europa.
Esta hazaña se conmemora todos los años a principios de junio en unas fiestas declaradas de Interés Turístico Regional.
Curiosamente la localidad de la orilla izquierda del río toma el nombre de Puente de Órbigo mientras que la otra, bastante mayor, en la margen derecha, lleva el nombre de Hospital de Órbigo. Este se debe a un hospital, ya desaparecido, que se levantó aquí para atender a los peregrinos a Santiago de Compostela.
A parte del puente, lo más interesante del pueblo se encuentra, como no, en los márgenes del camino: la parroquia de San Juan Bautista y algunos albergues de peregrinos.
En el albergue parroquial Karl Leisner destaca su encantador patio interior con su pequeño jardín y sus coloridos ventanales. Casi enfrente hallamos el albergue de San Miguel, regentado por una pareja venezolana de lo más hospitalaria.
Castrillo de los Polvazares
Muy cerca de la bonita ciudad de Astorga, descubrimos la joya de la comarca de la Maragatería. La pintoresca aldea de Castrillo de los Polvazares con apenas algo más de 100 almas censadas parece detenida en el tiempo. Y bien podría considerarse el pueblo más bonito de León.
Sus viviendas de piedra son recias y achaparradas, adaptadas a las duras condiciones climatológicas, que en invierno aquí registran sin dificultad temperaturas bajo cero.
Toda la villa conserva una arquitectura tradicional de gran valor, sin construcciones ni materiales modernos. Y sus calles aparecen cuidadosamente empedradas y cerradas al tráfico (excepto a los vecinos), por lo que resulta un placer pasear por ellas. No en vano Castrillo de Polvazares fue declarado Conjunto Histórico-Artístico en 1980.
Pero lo más llamativo, es la piedra caliza de color rojizo con la que están construidas las casas, que parece que hayan surgido de la misma tierra sobre la que se sustentan.
Los tonos terrosos de sus muros contrastan con los colores de sus puertas y contraventanas de madera, pintadas principalmente de verde oscuro y enmarcadas en un blanco desvaído. Lo que da al conjunto una gran belleza y armonía que el visitante no espera encontrar en un lugar tan apartado y rural.
A la calle Real, la más importante de Castrillo de los Polvazares, se asoman las casonas más ilustres, algunas aún con sus escudos de armas en lo alto de la fachada. Todavía quedan muchas casas de arrieros, fáciles de distinguir por las grandes puertas arqueadas y sus amplios patios interiores. En varias de ellas se han instalado afamados restaurantes que sirven algunos de los mejores cocidos maragatos de la comarca.
Aunque la calle Real tenga más lustre, también conviene deambular por las callejas más humildes, entre muros desconchados y portezuelas decrépitas, ya que poseen un humilde encanto.
Entre estas calles encontraremos la Iglesia de San Juan Bautista, encajonada por varios de sus lados excepto la cabecera, que va a dar a la plaza Concha Espín. De este modesto templo destaca su alta y estrecha espadaña, que sobresale sin esfuerzo de entre las casas.
La Cruz de Ferro y El Acebo
Más adelante encontramos un trecho del Camino de Santiago que es a la vez uno de los más duros y también uno de los que ofrece un paisaje más espectacular. Siempre claro, que la niebla y la lluvia no impida disfrutar de las vistas.
Desde Astorga hasta la conocida como Cruz de Ferro se suben casi 650 metros por un sendero cada vez más empinado, flanqueado de onduladas colinas.
De hecho, los 1500 metros de altitud de la Cruz de Ferro se considera el punto más alto del camino francés (Roncesvalles, en los Pirineos apenas alcanza los 949m).
La Cruz de Ferro está formada por un largo poste de cinco metros coronado por una pequeña cruz. En torno a ella se ha ido creando un montículo de piedras traídas por los peregrinos para simbolizar que han dejado atrás el puerto. A partir de este lugar, el Camino de Santiago se adentra en la preciosa comarca del Bierzo.
Un poco más allá encontramos un singular albergue, en un lugar tan bello como inhóspito: la Encomienda Templaria de Manjarín. Un refugio humilde montado con maderas y mucho cariño regentado por Tomás Martínez, siempre dispuesto a compartir decenas de anécdotas después de más de 20 años allí.
En la ladera de la montaña, a pocos kilómetros de la cumbre se halla la localidad de El Acebo de San Miguel.
La aldea ronda apenas las 50 casas, dispuestas todas en los márgenes del camino. Pero su aspecto es próspero, con muchas de ellas ocupadas por restaurantes, cafeterías y albergues. Sin duda, este es uno de esos lugares que hubiera quedado despoblado si no pasara por aquí el Camino de Santiago.
El Camino Real de El Acebo se encuentra flanqueado de robustas casas de piedra, la mayoría con preciosas balconadas de madera agarradas al primer piso. Varias de ellas incluso con unas singulares escaleras exteriores. La mayoría de ellas de tejado de pizarra, algo poco habitual en el resto de León pero que forma parte de la tradición berciana. Merece la pena detenerse a contemplar alguna de estas casonas engalanadas con flores y tiestos.
En las afueras de la aldea junto a una gran cruz de madera se tienen unas vistas preciosas de las montañas de alrededor. De hecho, es un lugar muy frecuentado por los peregrinos para contemplar el atardecer.
Molinaseca
El pintoresco pueblo de Molinaseca, con unos 900 habitantes, es uno de los de mayor tamaño de la zona. Quizá por su cercanía a Ponferrada, la capital del Bierzo, de la que apenas dista 7 kilómetros.
Más allá de la bonita arquitectura tradicional que conserva, Molinaseca tiene un rico patrimonio histórico y artístico, si se tiene en cuenta su pequeño tamaño.
En las afueras del pueblo encontramos el Santuario de Nuestra Señora de las Angustias, un templo sobrio, construido hacia 1705, agarrado a una colina. Esto ha obligado a no pocas reformas, ya que el empuje y las filtraciones de la montaña dañaban la iglesia. En su interior se cobija una venerada imagen de ‘La piedad’ en la que sorprende la diferente escala de la Virgen abrazando a un Cristo menudo.
A unos metros de allí se sitúa el pintoresco puente sobre el río Meruelo, de origen romano, aunque la mayoría de sus arcos datan de época medieval.
Antes de cruzarlo merece la pena bordear la orilla y contemplar la bonita estampa de Molinaseca, con el puente en primer término, las casas y la torre de la iglesia de San Nicolás de Bari al fondo.
Justo allí mismo se ha construido una presilla que forma una piscina fluvial, ideal para refrescarse en verano.
El puente llamado de los peregrinos supone la entrada a la Calle Real y a la parte más antigua e interesante de esta villa berciana.
A los lados de la Calle Real se suceden preciosas casonas tradicionales con corredores de madera y las barandillas decoradas con geranios. Aunque el edificio más destacado es, sin duda, la casa solariega de Cangas y Pambley. Se trata de un palacio barroco del siglo XVIII construido en mampostería y con las esquinas de piedra. En esta casa nobiliaria destacan especialmente los escudos de la familia colocados a ambos lados del edificio y las hermosas balconadas cerradas de la fachada.
Casi enfrente se sitúa otra casona hidalga, la de los Carrera probablemente enfrentada a la otra familia a juzgar por la inscripción que puede leerse en su blasón.
Muy cerca de los palacetes descubrimos la encantadora Plaza del Rollo, con algunas casas tradicionales porticadas. No es un mal lugar para tomar una cerveza o un vino de la tierra, en alguno de sus bares y bodegas.
La Calle Real y la calle de la Iglesia se unen en la Plaza del Cristo, que debe su nombre a un crucero sustentado sobre cuatro escalones de granito. Justo bajo la cruz, en una hornacina se cobija una pequeña imagen de un Cristo.
La calle de la iglesia desemboca, como no, en un templo cristiano, el más bonito de Molinaseca. A la iglesia de San Nicolás de Bari se accede por una tortuosa escalera de piedra que trepa por la colina, entre olivos centenarios, hasta llegar a la cima.
El edificio construido a finales del siglo XVII es de estilo barroco y en su interior puede admirarse un retablo churrigueresco. Mientras que en una de las naves laterales hay una valiosa talla gótica de un Cristo crucificado.
Dónde dormir
Si la idea es explorar la zona con más comodidad y se prefiere pernoctar en hoteles nuestras recomendaciones son las siguientes:
En Astorga el Hotel SPA Vía de la Plata es un elegante establecimiento con spa, saunas y unas vistas muy bonitas.
En Rabanal del Camino hay un alojamiento rural con mucho encanto: el Hotel Rural Casa Indie. A mitad camino de Astorga y Ponferrada.
Mientras que en Molinaseca, la mejor opción quizá sea Hotel Casa Ramon Molina Real un agradable hotelito situado en la misma Calle Real.
Restaurantes en el Camino
Dónde comer el cocido Maragato
Más allá de su región de origen, el cocido maragato ha conseguido una fama bien justificada. Y es que este contundente, pero sabroso, plato no es apto para cobardes ni amantes de la comida ligera.
Este plato se ofrece en infinidad de restaurantes de la comarca de Astorga, pero conviene escoger con tino donde comerlo.
Castrillo de los Polvazares aparte de ser una de las aldeas más pintorescas y bonitas de Castilla y León también posee un buen puñado de restaurantes que compiten por ofrecer el mejor cocido maragato.
Uno de los más estimados por los propios leoneses es el Restaurante Casa Juan Andrés, situado en la calle Juan José Cano 16, casi al final del pueblo.
En Juan Andrés llevan ya varias generaciones preparando el mejor cocido maragato, así que saben bien lo que se hacen.
Una peculiaridad de esta delicia culinaria es que se invierte el orden de los platos con respecto a otros cocidos del país. En primer lugar, se sirve una gran bandeja de carnes: morcillo, tocino, gallina, chorizo, lacón, manitas y oreja de cerdo y el llamado relleno a base de pan rallado y ajo. Posteriormente otra bandeja rebosante de sabrosos garbanzos y repollo, para acabar con una sopa hecha con ese caldo espeso.
Sin duda, una de las razones por las que el cocido maragato del Restaurante Juan Andrés es formidable es el hecho de que cocinan cada uno de los ingredientes en cazuelas de manera individual. Ya que las distintas carnes o garbanzos necesitan distintos tiempos y modos de cocción.
Una apuesta segura.
Dónde comer en Molinaseca
Suele suceder que los mejores restaurantes no se encuentran a simple vista y podría decirse que eso pasa en Molinaseca.
Al GastroBar el Bordón se accede desde la calle Real por una calleja (llamada literalmente así) que va a dar a un encantador rinconcito entre casas.
Allí tiene su entrada El Bordón, un restaurante de gran fuste en el que es probable que cada plato que sirvan sea mejor que el anterior.
La cecina leonesa la acompañan de foie, mermelada de tomate y palitos de pan elevando un modesto entrante a la categoría de gloria bendita. Por no hablar de sus postres caseros entre los que destaca su excelsa tarta de queso y castañas, este último uno de los productos típicos que se cosechan en la zona.
Este artículo se ha escrito tras un viaje de prensa en el que se me han proporcionado diversos servicios. Sin embargo las opiniones aquí recogidas son todas reales y fruto de mi experiencia personal.
Puedes consultar este blogtrip en Twitter: #LeonenelCamino
Mapa de los pueblos más bonitos de León
Enlaces de interés:
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