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A los pies de los Pirineos, un majestuoso promontorio domina la confluencia de los ríos Cinca y Ara, dos de los principales afluentes del Ebro. No es de extrañar, por tanto, que en este lugar tan estratégico y fácilmente defendible se levantara un imponente castillo en época medieval.
El ruinoso castillo fue reconstruido el siglo pasado, pero la ciudad que creció junto a él, a partir del siglo XI, no ha cambiado mucho desde entonces.
Si se contempla Aínsa desde el valle parece una larga franja de casonas apiñadas, entre las que sólo despunta la torre de la iglesia.
Hay que trepar por unas empinadas escalinatas para llegar hasta el Portal de Afuera, la principal entrada a la villa medieval. Pero el esfuerzo tiene su recompensa.
No tiene tanto encanto, pero también se puede subir cómodamente en coche y dejarlo en el aparcamiento a espaldas del castillo.
Aínsa es una villa montañesa muy pintoresca, ya que conserva su trazado medieval lleno de callejas empedradas, arcos románicos y casas solariegas de piedra.
De hecho, Aínsa cuenta con prácticamente todas las distinciones a las que un pueblo puede aspirar: Conjunto Histórico-Artístico, Bien de Interés Cultural y miembro de la asociación de Pueblos más bonitos de España.
El encanto de esta localidad oscense, no es por tanto un secreto y acostumbra a estar abarrotada en temporada alta.
Además, es una perfecta base para rutas por algunos de los espacios naturales más bellos de Aragón, como el Parque Nacional de Ordesa o la Sierra de Guara. Y también se encuentra relativamente cerca de otros bonitos pueblos de la provincia como Boltaña, Alquézar o Torla. Aínsa se encuentra a tan sólo 100 kilometros (aproximadamente una hora en coche) de la ciudad de Huesca.
Breve historia
Edad Media
Según la leyenda hacia el año 724 el legendario Garci Ximenez, rey del Sobrarbe, conquistó Aínsa a los árabes. La batalla estaba prácticamente perdida para los cristianos hasta que apareció una gran cruz de fuego sobre una encina, lo que les dio las fuerzas para vencer.
Tanto la comarca del Sobrarbe como la villa de Aínsa adoptaron siglos más tarde un blasón en honor a aquella hazaña: una cruz roja y una encina o carrasca (árbol típico de la zona) sobre fondo dorado.
El reino de Sobrarbe está considerado el germen del posterior reino de Aragón y por ello aparece también en el primer cuartel del actual escudo de Aragón.
A las afueras de Aínsa se levantó en el siglo XVII una Cruz cubierta conmemorando la mítica batalla.
El castillo se construyó en el siglo XI y junto a él surgió la villa que más tarde se amuralló, convirtiéndose en núcleo comercial de la zona y capital del Condado de Sobrarbe. Este fue uno de los territorios pirenaicos de la conocida como Marca hispánica que se formó como zona intermedia entre el Imperio Carolingio de Carlomagno y el Al-Andalus.
Aínsa hoy
En la actualidad Aínsa se ha convertido en un importante centro turístico en los Pirineos centrales y acoge visitantes prácticamente durante todo el año. En invierno atraídos por las cercanas estaciones de esquí de Cerler y Panticosa y el resto del año por su maravilloso entorno natural y el encanto de su caserío.
Aínsa de hecho, ha duplicado su población en los últimos 40 años. El municipio (con las aldeas cercanas) supera los 2300 habitantes, siendo uno de los mayores del Pirineo de Huesca.
En el Alto Aragón, principalmente en las comarcas pirenaicas todavía subsiste el idioma aragonés o fabla aragonesa. Una lengua romance que surgió a partir del latín del mismo modo que el castellano o el catalán.
Se calcula que hay en torno a 10.000 o 12.000 hablantes habituales de aragonés (hasta 25.000 según otros estudios). Muchos de ellos en la comarca del Sobrarbe y en L’ Aínsa (el nombre del pueblo en aragonés).
Qué ver en Aínsa
La localidad de Aínsa tiene dos zonas muy marcadas, por un lado, su bonito casco histórico situado en lo alto del promontorio. Y por otro, la zona nueva y comercial que se extiende en la parte baja, principalmente en la orilla opuesta de los ríos Cinca y Ara.
En la parte moderna se concentran gran parte de los servicios: hoteles, apartamentos, supermercados, tiendas de toda índole y la parada de autobús.
Pero es la Aínsa medieval, construida prácticamente en su totalidad en piedra, la que posee todo el interés histórico y etnográfico de este pueblo oscense. El casco viejo tiene una forma estrecha y alargada, adaptada al escarpado terreno y estuvo en su momento totalmente amurallado, con siete puertas de las que se conservan cinco.
El trazado medieval de Aínsa se fundamenta en dos calles (Calle Mayor y Santa Cruz) que ascienden casi en paralelo desde la Plaza de San Salvador hasta la Plaza Mayor.
Plaza Mayor
La majestuosa Plaza Mayor de Aínsa se configuró seguramente en torno a los siglos XIII y XV, el momento de mayor esplendor de la villa. Aquí se concentraba gran parte del comercio de la zona ya que varios reyes le concedieron privilegios de organizar mercados y ferias de varios días, a las que acudían gentes incluso del otro lado de los Pirineos.
Al contrario de las estrechas callejas de Aínsa, la Plaza Mayor es un amplio espacio en forma de trapecio con casi 90 metros de largo y unos 38 metros en su parte más ancha.
Todas las casas de la plaza poseen soportales, salvo el recio edificio del Ayuntamiento, que ocupa todo un costado de la plaza.
Las casas, algunas con arcos de medio punto y otros apuntados, forman un conjunto muy homogéneo y convierten a la plaza aínsetana en una de las más bellas del norte de España.
La Plaza Mayor con sus amplios soportales que protegían a los comerciantes de la lluvia y el frío ha acogido desde antaño mercados y ferias, así como distintas festividades y representaciones. La fiesta más singular es “la Morisma” en la que se representa la derrota musulmana a manos de Garci Ximenez y las tropas cristianas allá por el siglo VIII. Esta festividad tiene claras reminiscencias medievales ya que en ella aparecen personajes caracterizados de muerte, diablo o pecado.
Hoy la plaza aparece habitualmente invadida por las mesas, sillas y sombrillas de las terrazas de los restaurantes, por lo que queda un tanto deslucida.
Iglesia de Santa María
Esta iglesia parroquial de origen románico se levanta literalmente a dos pasos de la Plaza Mayor. Se trata de uno de los edificios religiosos más interesantes del Sobrarbe, aunque en los años 70 sufrió una restauración tan profunda que cuesta localizar los elementos originales.
La portada es tremendamente austera, sin decoración en las arquivoltas, aunque puede verse un pequeño crismón sobre ellas.
El interior de la iglesia de una única nave resulta acogedor, con una bóveda de cañón de poca altura, típica de las iglesias románicas. Abajo una pequeña cripta que, sin duda, en su día debió tener hermosos capiteles coronando las columnas.
En un costado de la iglesia se sitúa un curioso claustro de planta irregular con arcos apuntados. Pero quizá lo más interesante sea su alta torre, a la se puede subir por una angosta escalera de piedra. Desde arriba se divisa una amplia panorámica del pueblo y los alrededores.
Museo de Oficios y Artes Tradicionales
Este atractivo museo etnográfico, sin duda, encantará a todos aquellos interesados en profundizar en las raíces y tradiciones de la región pirenaica. Enclavado en una casa tradicional del siglo XVI está dividido en distintas secciones dedicadas a los artesanos de la carpintería, la herrería, la alfarería, la cestería…
Resulta muy evidente el ingente trabajo de búsqueda y recopilación de objetos, herramientas y mobiliario que se ha realizado durante años para reunir una colección tan extraordinaria. Y es que los responsables de este pequeño museo privado quizá se recorrieron todos pueblos y talleres artesanos del Alto Aragón.
Son especialmente destacables la sección dedicada a la madera y sus preciosos muebles rústicos y la recreación del taller de un herrero con un enorme manchón (fuelle) de herrería de finales del XIX. Así como la sala dedicada a la producción de tejidos con ruecas y telares antiguos.
El Museo no cuenta con la ayuda necesaria por parte de las administraciones públicas y abre solo entre abril y septiembre, fundamentalmente los fines de semana y festivos. Conviene comprobar el calendario de apertura en la Oficina de turismo.
Casas hidalgas de Aínsa
En la Calle Mayor abundan las antiguas casonas hidalgas, por ello también se le conoce como Calle de los nobles. Las casas familiares y sus posesiones han pasado de generación en generación a un único heredero, con el fin de no diseminar el patrimonio familiar.
De hecho, sigue vigente una figura jurídica exclusiva de Aragón conocida como Derecho de Abolorio o de Saca que favorece que la “Casa” permanezca en manos de los parientes (que tienen derecho a tanteo) para evitar verderla a extraños.
Por ello gran parte de estas casas conservan todavía el nombre de su linaje. Entre ellas destacan la Casa Fes, la Casa Arnal y especialmente la Casa Bielsa.
Esta última, es quizá la más espléndida de la villa, data de los siglos XVI-XVII y posee en la planta alta unos bonitos miradores con un parteluz. En un lado de la fachada puede verse el escudo de armas de la familia Bielsa, uno de los pocos que quedan en Aínsa.
El castillo y las murallas
En un extremo del pueblo se halla el enorme recinto del castillo. Una fortaleza construida originalmente en el siglo XI, pero que fue más tarde reformada y ampliada en tiempos de Felipe II ante la amenaza de una posible invasión francesa.
Posteriormente el castillo cayó en desuso y quedó en estado ruinoso, como atestiguan las fotografías que se conservan de principios del siglo pasado. Décadas más tarde el castillo fue reconstruido en gran parte quedando tal y como lo vemos en la actualidad.
La fortaleza cuenta con un enorme y desangelado patio de armas. Lo más interesante es recorrer el adarve (o camino de ronda) de las murallas que ofrece unas vistas atractivas por todos lados.
En la torre del homenaje se ha habilitado el Eco Museo de la Fauna Pirenaica, un centro didáctico dirigido principalmente a los más pequeños.
Las antiguas murallas de la villa han quedado ocultas en gran parte por las viviendas que se adosaron a ellas. En todo caso merece la pena explorar los callejones laterales de Aínsa ya que algunos van a dar a bonitos miradores.
Los restos más evidentes del recinto amurallado aínsetano lo representan sus cinco puertas. Son, en su mayoría, sencillos arcos góticos de entrada a la villa desde distintos puntos cardinales, como el Portal de Abajo al sur o el Portal del Callizo al norte.
Alrededores
A un corto paseo del castillo de Ainsa, sobre una loma, encontramos el mirador del Cinca. Ante nuestros ojos se abre un paisaje de extrema belleza en el que el río Cinca serpentea creando islas de vegetación, meandros y playas de cantos rodados. Todo ello con la Cordillera de los Pirineos de telón de fondo.
Desde Aínsa se puede hacer otro paseo agradable a través de un bosque hasta la aldea de Usana a apenas 2,5km. Esta pequeña localidad tiene una arquitectura popular de gran valor en la que destacan sus casitas bajas, sus pasajes y su calle cubierta probablemente de origen árabe.
Donde dormir en Aínsa
El Hotel Los Siete Reyes se encuentra en una antigua casona restaurada de la Plaza Mayor de Aínsa. El interior de sus 6 amplias habitaciones está decorado en estilo rústico y son muy acogedoras.
En la parte nueva de Aísa se sitúa el Hotel Apolo, un alojamiento más económico y funcional pero también muy recomendable.
España (Aragón y Comunitat Valenciana):
Consejos para Viajar por España:
Aragón:
Aínsa (Huesca)
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Huesca
Zaragoza Mudéjar
Comunitat Valenciana:
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