A apenas 50 kilómetros al este de la ciudad de Huesca aparece la imponente estampa de Alquézar, coronada por su Castillo-colegiata.
A sus pies se desparrama el caserío, que conserva todavía su ancestral trazado medieval, lleno de callejuelas sinuosas y casonas con grandes portalones.
Con el buen tiempo Alquézar ofrece una paleta de colores realmente excepcional. Los tonos terrosos y rojizos de las casas del pueblo contrastan vivamente con los verdes de la vegetación circundante, el gris profundo de las rocas y el azul intenso del cielo.
Alquézar pertenece a un tiempo en que se levantaban fortalezas y pueblos en lugares inexpugnables, casi inverosímiles. Y es que este precioso pueblo oscense se asoma a los profundos cañones por donde discurre, casi imperceptible, el cristalino río Vero.
Ciertamente Alquézar, no solamente es uno de los pueblos más bonitos de Aragón, sino que además se encuentra en un entorno natural de gran belleza. No en vano se le suele considerar la puerta de entrada del intrincado Parque natural de la Sierra y los Cañones de Guara, el mayor espacio protegido aragonés.
La sierra de Guara es conocida por ser uno de los mejores lugares de España para practicar todo tipo de actividades al aire libre: senderismo, escalada, barranquismo, actividades náuticas, mountain bike… hasta espeleología y observación de aves.
Según cuentan los lugareños fueron los franceses, grandes aficionados a los deportes de aventura, quienes descubrieron la belleza de Alquézar y de la sierra que lo envuelve.
Breve historia de Alquézar
Al Andalus
El nombre de Alquézar procede del término árabe القصر(al-qasr) que podría traducirse como fortaleza o palacio.
Este enclave se situaba en los límites septentrionales del Al Andalus, por lo que el caudillo árabe Jalaf ibn Rashid construyó a comienzos del siglo IX un castillo en lo alto de una colina que dominaba los cañones del río Vero.
Esta fue, en aquel tiempo, la principal plaza fuerte que defendía la ciudad de Barbaschter (Barbastro) de los ataques de los incipientes reinos cristianos del Pirineo.
Alquézar cristiano
Hacia el 1067 el rey de Aragón Sancho Ramírez conquistó la fortaleza de Alquézar, convirtiéndose en un punto estratégico desde el que atacar otras localidades. De hecho, Sancho Ramírez murió años más tarde en el cerco a la musulmana Wasqa (Huesca) y fue su hijo quien la conquistó finalmente en 1096.
A medida que el Reino de Aragón fue conquistando nuevos territorios, la frontera se desplazó más al sur y Alquézar perdió su valor estratégico, pero ganó en estabilidad.
En 1245 el rey Jaime I de Aragón confirmó los fueros concedidos en su día por Sancho Ramírez y añadió el privilegio de organizar un mercado.
La población, que hasta ese momento se había visto restringida al recinto del castillo, se expandió por la falda de la montaña. Y Alquézar se convirtió en el núcleo comercial de la zona.
Las casas más antiguas del pueblo datan originalmente de los siglos XIV y XV, pero es durante la siguiente centuria cuando Alquézar alcanzó su momento de mayor esplendor. Sin duda, estimulado por el privilegio que le concedió el emperador Carlos V en 1528 de celebrar un mercado semanal y una feria anual.
Alquézar hoy
En la actualidad la economía de este pequeño pueblo serrano se basa principalmente en los cultivos de secano, especialmente olivo, almendros y vides. Sin embargo, el turismo y la hostelería está cobrando cada vez más importancia, especialmente en temporada alta cuando miles de visitantes llegan atraídos por el encanto de su caserío y de su impresionante entorno natural.
Alquézar fue declarado Conjunto Histórico-Artístico y pertenece a la asociación Los Pueblos más Bonitos de España.
Qué ver en Alquézar
El Castillo Colegiata
La tortuosa subida a la Colegiata de Santa María la Mayor se ve pronto recompensada con las espectaculares vistas que se tienen desde las murallas del antiguo castillo.
La colegiata tuvo su origen en una fortaleza que los árabes construyeron en el siglo IX para frenar el avance de la resistencia cristiana asentada al pie de los Pirineos.
Sin embargo, el rey aragonés, Sancho Ramírez, tomó el castillo árabe en el 1067 y edificó en el interior una iglesia de la que se conserva parte de su bonito claustro.
El castillo abandonó su función defensiva y se levantó la colegiata en el siglo XVI, pasando a albergar únicamente religiosos.
En el pequeño claustro románico destaca especialmente el lado norte, con preciosos capiteles historiados con temas del Antiguo Testamento, entre los que se pueden distinguir el banquete de Herodes y Abraham con su hijo Isaac.
Los muros que rodean el claustro están cubiertos con pinturas al fresco de los siglos XIV-XVI, que muestran escenas de la vida de Cristo y otras con la Virgen y otros santos.
Sobre la antigua iglesia románica se levantó un templo de estilo gótico. En él deslumbra el dorado retablo del altar mayor, realizado en madera policromada y dedicado a la Virgen María que muestra un estilo de transición entre el renacimiento y el barroco.
No hay que olvidar subir al piso superior, donde se tiene una panorámica de muchos kilómetros a la redonda y se comprende porque los árabes construyeron aquí su fortaleza.
Sobre el claustro se ha habilitado una escueta sala como “museo”. Contiene apenas una docena de obras, pero algunas de gran valor como los dos retablos góticos del siglo XV.
Portalón gótico
Aunque el pueblo probablemente nunca estuvo amurallado, sí que poseía cierta estructura defensiva y las tres puertas de acceso a la villa se cerraban por la noche para proteger a sus habitantes.
La puerta principal del pueblo era el conocido como Portalón gótico, del siglo XIII, quizá el testimonio más estimable del antiguo trazado medieval alquezrano. En su parte exterior muestra un arco de medio punto, mientras que en su interior el arco es apuntado.
Plaza Mayor
Atravesando el Portalón gótico se recorre la calle principal del pueblo, repleta de caserones de piedra y ladrillo que todavía conservan su atractiva esencia medieval. Empotrada entre las casas encontramos la modesta Ermita de Nuestra Señora de las Nieves, en realidad una alargada capilla en la que destaca su bóveda de crucería estrellada.
La calle lleva el nombre de Pedro Arnal Cavero, escritor, maestro y divulgador de la cultura tradicional aragonesa y en particular de la comarca del Somontano.
Esta calleja desemboca en la pequeña y encantadora Plaza Mayor, corazón de la vida social del pueblo. La plaza se halla rodeada de casas con soportales, donde se situaban antaño los comerciantes y mercaderes, ya que aquí se celebraban los mercados y ferias. Hoy los bajos de las casas lo ocupan algunos bares, restaurantes y tiendas.
Curiosamente la plaza tiene el nombre de Rafael Ayerbe, un cura local que experimentó hace un siglo con distintos injertos de almendro, hasta encontrar uno que se adaptara bien a las duras condiciones de la zona.
Qué más ver en Alquézar
Los callizos
Uno de los elementos más singulares del trazado medieval de Alquézar son los callizos o callejones cubiertos. Se crearon para facilitar la comunicación entre las calles principales y mejorar la circulación del aire. Estos callejones permitieron a su vez, que sobre ellos se construyeran algunas estancias, agrandando así las viviendas contiguas.
Miradores en Alquézar
Otro de los grandes atractivos de Alquézar son las fantásticas vistas que ofrece desde muchos puntos.
Uno de los más codiciados por los fotógrafos es el Mirador Sonrisa al Viento que ofrece una bonita panorámica de todo el pueblo. Está situado en la parte alta de Alquézar muy cerca del Albergue Rural de Guara.
Por su parte el Mirador O’Vicon rodeado de grandes piteras ofrece unas vistas preciosas del cañón que encajona al río Vero. Y finalmente también la propia Colegiata de Santa María es un lugar privilegiado desde donde otear el horizonte.
Iglesia de San Miguel
A las afueras del pueblo encontramos la Iglesia de San Miguel Arcángel, un templo de época barroca de factura muy austera.
Exteriormente posee numerosos volúmenes que sobresalen de la nave, quizá añadidos en distintas épocas y que le confieren cierta singularidad.
Su interior cuenta con escasa decoración y sus paredes han sido cubiertas con retablos y pinturas traídas de otros emplazamientos.
Rutas por la Sierra de Guara
En los alrededores de Alquézar es posible realizar todo tipo de rutas de senderismo de dificultades muy variadas. Desde caminatas muy sencillas para toda la familia, hasta largos recorridos por senderos abruptos destinados a expertos senderistas.
La ruta más popular es la de las Pasarelas de Alquezar, que parten prácticamente desde la misma Plaza Mayor del pueblo.
Las pasarelas son unas estructuras de metal o de madera (según los tramos) que se han anclado en los riscos del interior del cañón y que recorren tres kilómetros junto al cauce del río Vero. Durante el trayecto se pasan por paisajes de gran belleza, aunque el más espectacular es probablemente el enclave del Azud con un pequeño salto de agua y unas pozas donde es posible bañarse.
Se puede optar por el recorrido corto (1:30h) o el largo de media hora más aproximadamente. La ruta es circular y accesible para toda la familia.
El río Vero también se puede alcanzar bajando hasta el puente de Fuendebaños. El trayecto es de apenas 20 minutos desde el pueblo y no tiene mayor dificultad salvo si ha llovido y el camino, que tiene una pendiente pronunciada, está resbaladizo. El bonito puente, de origen medieval sirvió para comunicar Alquezar con la localidad de Asque y con un molino cercano.
Una camino precioso y menos concurrido que la ruta de las Pasarelas es el que lleva hasta el Puente de Villacantal en unos 45 minutos. El estrecho sendero baja la ladera creando largos zigzag hasta llegar al puente. El camino tiene numerosas piedras sueltas por lo que, aunque no tenga una dificultad extrema, si conviene tener una mínima condición física y bajar con cierta precaución.
El puente data del siglo XVI y cuenta con varias peculiaridades, entre ellas que debido al terreno donde se asienta fue construido en forma de codo. Además, posee dos ojos, uno con un arco de medio punto y el otro apuntado.
El puente de Villacantal se sitúa en un paraje angosto de gran belleza, cobijado entre grandes peñascos.
Dónde dormir
Hay varios hoteles rurales en Alquezar, algunos apartamentos turísticos y un camping a 1,5 km del pueblo. Una oferta más que aceptable para un pueblo tan pequeño. En todo caso, conviene no dejar las reservas para última hora, ya que es arriesgarse a quedarse sin alojamiento.
Una muy buena opción es el Albergue Rural de Guara, que cuenta con habitaciones con varias literas, pero también habitaciones rusticas y acogedoras con cama doble. Y todo a un precio más que aceptable.
Además, se encuentra al lado de las piscinas municipales, ideales para darse un chapuzón en verano o tomar unas tapas en el bar de la piscina. La ración de longaniza en salsa es puro deleite.
Otra buena opción es el Hotel Castillo algo más caro pero con unas habitaciones encantadoras y unas vistas preciosas de la Colegiata.
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