Estrasburgo, la capital de la región de Grand Est, ha sido a lo largo de la historia una ciudad codiciada por su estratégica situación en el centro de Europa.
Las fronteras se han movido de un lado a otro casi en cada conflicto desde su fundación hace 2000 años. Por lo que Estrasburgo y la Alsacia poseen una profunda herencia cultural, no sólo de Francia (a la que pertenecen en la actualidad) sino también germana.
A pesar de ser una gran ciudad de medio millón de habitantes (más del doble si se cuenta su área metropolitana), Estrasburgo posee un casco antiguo bien conservado que resulta acogedor y apacible.
En el centro no hay modernos rascacielos, pero si gran cantidad de casas tradicionales de entramado de madera y un par de plantas de altura. Tampoco se ven largos atascos de coches, en cambio pululan docenas de bicicletas de acá para allá.
Estrasburgo posee un encanto innegable, en especial a finales de año cuando las plazuelas de la Grande Île se llenan de luces y entrañables mercados navideños que atraen a más de un millón de visitantes.
Esta ciudad es también símbolo de la reconciliación francoalemana y por extensión europea, prueba de ello es que es sede del Parlamento europeo y otras instituciones internacionales.
Sus mayores atractivos turísticos son su espléndida catedral gótica y el encanto de la arquitectura tradicional del barrio conocido como Petite France. Aunque estos lugares suelen estar muy concurridos en temporada alta, también se puede pasear sin rumbo por su centro histórico, donde pueden descubrirse bonitos rincones apenas transitados.
La manera más cómoda de conocer la región es con alguna visita guiada en Alsacia con Civitatis, algunas de ellas en español.
Breve historia de Estrasburgo
Fundación y Edad Media
Para consolidar las fronteras de la Galia, en el año 12 a.C. el general romano Druso, hermano del emperador Tiberio, fundó cerca del río Rin un asentamiento llamado Argentoratum.
Tras la caída del imperio romano, hacia el año 500, los francos merovingios reconstruyeron la ciudad en ruinas y la bautizaron con el nombre de Strateburgum (Ciudad de los caminos).
En el 843 la firma del tratado de Verdún provocó la desintegración del Imperio Carolingio, que se repartió entre los tres nietos de Carlomagno.
Estrasburgo y la Alsacia se incorporaron al reino de Lotaringia y posteriormente al Sacro Imperio Romano Germánico, dando comienzo a más de 8 siglos de pertenencia al mundo germano.
A finales del siglo IX el emperador le concedió el gobierno de la ciudad al obispo de Estrasburgo, que fue la máxima autoridad, hasta que con el tiempo la cada vez más pujante burguesía le disputó el poder.
En el 1262 los burgueses derrotaron a las tropas del obispo de Estrasburgo en la batalla de Hausberger y liberaron a la ciudad de la autoridad episcopal.
Estrasburgo se convirtió entonces en una próspera ciudad imperial libre, al igual que otras muchas como Ratisbona, Núremberg o Rosheim que disfrutaron de una gran autonomía dentro del Sacro Imperio.
Anexión francesa
Tras la Guerra de los Treinta años (1618-1648) y la firma de la Paz de Westfalia, el Sacro Imperio quedó muy debilitado. Este hecho lo aprovechó Francia para anexionarse gran parte de la Alsacia.
Finalmente, las tropas de Luis XIV entraron en Estrasburgo en 1681 con la promesa de mantener los privilegios de la ciudad. Las instituciones locales se mantuvieron, pero bajo la tutela de un pretor designado por el rey.
Desde finales del siglo XVIII y durante el XIX Francia sufrió un periodo tremendamente convulso: Revolución francesa, auge y caída del imperio napoleónico y sangrientas revueltas. Todo ello propició la pérdida de la hegemonía de Francia en Europa, coincidiendo con el ascenso de la Alemania de Bismark.
Conquista alemana (1870 – 1914)
Tras la derrota francesa en la Guerra Franco-Prusiana, la Alsacia y gran parte de la Lorena pasó a manos del Imperio Alemán. Esto precipitó un enorme éxodo de población a ciudades como Nancy que permanecieron en territorio francés.
Mientras que Estrasburgo conoció un periodo de intenso desarrollo cultural y urbanístico, ejemplificado en el ostentoso barrio imperial conocido como la Neustadt.
Medio siglo después, sin embargo, con el final de la Primera Guerra Mundial, Estrasburgo retornaría a soberanía francesa.
2ª Guerra Mundial hasta hoy
En junio de 1940 las tropas nazis entraron, de nuevo, en Estrasburgo, tras haber sido evacuada. Dos años después, la Alemania de Hitler forzó el alistamiento de miles de alsacianos, lo que se conoció como los Malgré Nous («A nuestro pesar»).
En 1944, los bombardeos aliados dañaron el centro histórico, pero a finales de ese año la ciudad fue finalmente liberada.
Su privilegiada situación en el corazón de Europa hizo que fuera designada como sede del Consejo de Europa (1946) y posteriormente del Parlamento Europeo (1992).
La Grande Île de Estrasburgo fue declarada Patrimonio de la humanidad por la Unesco en 1988, siendo la primera ciudad francesa en recibir esta distinción. Recientemente se amplió la zona con la adhesión del barrio imperial o Neustadt.
Qué ver en Estrasburgo
La catedral
Seis siglos después de su construcción, la excelsa catedral de Notre Dame de Strasbourg sigue impresionando a todo aquel que la contempla por primera vez. No es difícil de imaginar la honda impresión que sin duda provocaría en las gentes del siglo XV.
Su preciosa fachada de arenisca roja y sus tres portadas se encuentran cubiertas de centenares de figuras: vírgenes, profetas, mártires y escenas de la vida de Cristo. Y su torre coronada por una afilada aguja se alza hasta los 142 metros del suelo y fue la construcción más alta de su época.
No en vano está considerada una de las catedrales góticas más bellas en tierras francesas.
El enorme rosetón que preside la portada es uno de los de mayor tamaño del gótico y curiosamente no muestra imágenes religiosas sino espigas de trigo y motivos vegetales. Su construcción se llevó a cabo tras la victoria burguesa sobre el obispo, por lo que probablemente el rosetón simbolizaba la pujanza de la economía y la burguesía de la ciudad.
Si el exterior de la catedral de Notre-Dame de Estrasburgo es espectacular, el interior aún lo es más si cabe. Sorprende la altura de las naves, la elegancia de los arcos apuntados y unas vidrieras inmensas que cubren los muros e inundan de una luz tornasolada el interior del templo.
Además, podemos encontrar joyas del gótico como el púlpito del predicador Jean Geiler de Kaysersberg o el singular Pilar de los Ángeles que simboliza el Juicio Final.
Aunque la obra maestra más admirada de la catedral es su Reloj astronómico (Horloge astronomique), de época renacentista cuya creación se debió al trabajo conjunto de relojeros, artistas, matemáticos y técnicos.
Resultan sorprendentes los autómatas que mueven con puntualidad y la exactitud de los distintos engranajes. Aunque, ha sufrido diversas mejoras el reloj que vemos hoy data de finales del siglo XVI.
El mecanismo se pone en movimiento todas las mañanas a las 12:30 durante un breve minuto. Hay que pagar una entrada y habitualmente hacer una larga cola para poder verlo, aunque resulta curioso y el vídeo explicativo es realmente interesante. La otra atracción de pago es la Plataforma de la catedral que con sus 66 metros de altura ofrece un excelente panorama de los alrededores.
La Petite France
El barrio más pintoresco de Estrasburgo es, sin duda, la Petite France. Un entramado de callejuelas, casas tradicionales y muelles junto al río, donde en época medieval se instalaron muchos de los gremios de Estrasburgo. De hecho, el nombre de varias de sus calles todavía hace referencia a ellos: molineros (meuniers), orfebres (orfèvres) o curtidores (tanneurs).
En 1687 se instaló en este barrio un hospital para tratar a los afectados por la sífilis. En aquellos tiempos esta enfermedad se conocía como el “mal de los franceses” y de ahí derivó, posteriormente, el nombre de La Petite France.
El barrio, en aquellos momentos, estaba habitada por clase obrera y humilde, por ello las casas estaban construidas con entramado de madera. Era un tipo de construcción popular y económica que se extendió por gran parte de Europa Central, llamadas maison à colombages (en francés) y fachwerkhaus (en alemán).
Hoy es precisamente esto lo que lo convierte en un barrio con mucho encanto, aunque habitualmente se encuentre lleno de turistas, en especial el entorno de la Place Benjamin Zix.
Junto a esta plaza se encuentra el inmueble más fotografiado del barrio: la bonita Maison des Tanneurs (o Casa de los curtidores). Construida en 1572 a orillas del río Ill, en ella se limpiaban y curtían las pieles. Hoy es un conocido restaurante, uno de los muchos que hay en la zona.
La calle Bain-aux-Plantes es probablemente la más pintoresca y concurrida de todas, pero también merece la pena perderse por las callejas secundarias mucho menos transitadas.
No muy lejos sorprenden las tres imponentes torres conocidas como Ponts Couverts (Puentes cubiertos), vestigios de las antiguas murallas medievales. Es un lugar único ya que estas torres se sustentan en unos puentes sobre unas pequeñas islas en mitad del río Ill.
Frente a ellas se construyó luego la Barrage Vauban, una presa a la que se puede subir y desde la que se tiene, probablemente, la panorámica más espectacular de Estrasburgo.
La Grande Île
Como su nombre indica, la Grande Ille, es una gran isla en mitad del río y en ella se halla el centro histórico de Estrasburgo. Aunque sus mayores atracciones sean la catedral y el barrio de la Petite France, la Grande Île ofrece muchos otros lugares de interés. No en vano fue precisamente esta isla la que fue declarada Patrimonio de la Humanidad en 1988.
La Casa Kammerzell
Bajo la alargada sombra de la torre de la catedral se alza una casa de entramado de madera oscura, que no llama demasiado la atención.
Sin embargo, cuando uno se acerca, puede contemplar la preciosa decoración de sus pisos altos. Docenas de figuras talladas en madera inspirados en la Biblia, pero también en temas profanos, entre ellos los cinco sentidos o los signos del zodiaco.
La Casa Kammerzell es uno de los ejemplos más hermosos de arquitectura civil renacentista de la región. La planta baja de piedra ya existía y el comerciante de quesos Martin Braun, encargó en 1589 la construcción de los tres pisos y el desván superiores.
Justo al lado se encuentra la Oficina de turismo de Estrasburgo, una parada obligada para hacerse con algún plano y diversa información de horarios y eventos.
El Palacio Rohan
Entre la catedral y el río Ill se encuentra el suntuoso Palacio Rohan, construido a mediados del siglo XVIII como residencia del príncipe-obispo de Estrasburgo. Tiene una planta casi de cuadrado perfecto y en su centro un patio de armas por el que asoma la alta torre de la catedral.
El Palacio Rohan alberga desde hace un siglo tres museos: el Arqueológico, el de Artes decorativas y el Museo de Bellas Artes. Es este último el más interesante ya que alberga obras maestras de la pintura europea (El Greco, Rafael, Corot…)
A su lado varios edificios de los siglos XIV al XVI cobijan el Museo l’Œuvre Notre-Dame, dedicado al arte sacro medieval. En él, destacan las esculturas originales de la cercana catedral y su intimista jardín gótico.
Otras iglesias
Hay varios templos interesantes en la Grande Île, como Saint-Pierre-le-Jeune, una de las iglesias más antiguas de la ciudad, que conserva un bonito claustro y algunos elementos románicos del templo original.
Pero, quizá sea más llamativa la iglesia de Saint-Thomas, también gótica y cuyo robusto campanario, puede verse desde la otra orilla del río.
Mercados de Estrasburgo
Los mercados al aire libre son famosos en Estrasburgo en especial en periodo navideño, que aquí dura aproximadamente un mes (desde finales de noviembre hasta el 25 de diciembre). Por algo a Estrasburgo se la conoce como la capital de la Navidad (Capitale de Nöel), en dura competencia con los mercados de Baviera.
En todas las plazas y plazuelas de la Grande Île se instalan más de una docena de mercados de Navidad, por lo que hay dónde elegir. Aunque el mercado de la Place Kléber es el más visitado, entre otras cosas por el enorme abeto que la decora y que supera en altura a los edificios que lo circundan.
Este año conviene comprobar toda la información y las restricciones sanitarias y de aforo con antelación en la página oficial de Navidad en Estrasburgo.
El resto del año, el centro de Estrasburgo también cuenta con mercadillos callejeros de lo más interesantes.
En la propia Plaza Kléber y en la Rue des Hallebardes se instalan una veintena de puestos de libros y comics todos los martes, miércoles y sábados del año. Para los que dominen la lengua de Victor Hugo puede ser una delicia curiosear entre viejas ediciones de los clásicos franceses. Y para los que no, siempre puede traerse de recuerdo un ejemplar de Asterix el galo o el principito en francés.
Para los que gustan de rebuscar entre trastos y antigüedades todos los miércoles y sábados hay un rastro llamado aquí brocante en la Place de l’Etal, justo detrás de la vieja Aduana.
Aunque quizá el mercado tradicional más apetecible de todos sea el de la Place Broglie. Aquí se puede encontrar productos de proximidad de calidad evidente. Frutas, verduras, bollería, carnes y embutidos traídos de todos los rincones de la Alsacia y en algunos casos de fuera.
Merece la pena darse un capricho con unas fresas o unos ciruelos (mirabelles) de la tierra o bien una porción de alguna tarta casera.
El barrio imperial o Neustadt
Tras la anexión de la Alsacia en 1870, el Imperio Alemán construyó todo un barrio, la Neustadt (literalmente ‘Ciudad nueva’), que simbolizara su poderío.
Este se encuentra al Oriente de la Grande Île y muestra un acusado contraste con el viejo Estrasburgo de trazado medieval y casas de entramado de madera.
El barrio alemán o Neustadt posee amplias plazas con jardines, anchas avenidas, imponentes edificios administrativos y una curiosa mezcla de estilos: neogótico, neoclásico y modernista fundamentalmente.
La Place de la République es, sin duda, el lugar más significativo de la Neustadt. Una gran plaza con un jardín central rodeada de palacios e instituciones, entre los que destaca el Palais du Rhin, el antiguo palacio imperial. El Kaiserpalast como se le llamó en alemán posee una elegante cúpula y bajo ellas unas grandes cristaleras especialmente hermosas cuando se cuelan por ellas los rayos del sol.
En el otro extremo de la magnificente Avenue de la Liberté, se halla la imponente iglesia protestante de Saint Paul consagrada en 1897 y construida en estilo neogótico. Su gran tamaño y su situación entre dos brazos del río hace que sea visible desde muchos puntos de la ciudad.
Que más ver en Estrasburgo
Uno de los paseos más placenteros que puede darse en Estrasburgo, no es por la Grande Île, sino por la ribera sur del río.
Los dos kilómetros que distan entre las torres de los Ponts Couverts y la iglesia protestante de Saint Paul, ya en el barrio alemán, merece la pena recorrerlos a pie.
En este lado del río también se conservan gran cantidad de casas de entramado de madera, algunas tan preciosas como la del número 23 de Quai des Bateliers. Esta maison à colombages del siglo XVII acoge ahora una bonita galería de arte y muestra en su fachada varias máscaras y animales finamente tallados en madera.
Desde la sombreada Place du Corbeau se tiene una bonita vista de la Grande Île ya que pueden verse varios edificios históricos: la Gran Carnicería, la antigua Aduana y la torre de la catedral…
En la propia plaza no hay que pasar por alto el Cour du Corbeau, un coqueto y estrecho callejón, medio escondido, que conserva todavía su aire de otros tiempos.
Muy cerca, el Museo Alsaciano (Musée Alsacien) situado en un precioso edificio renacentista, es una visita de lo más recomendable para conocer la cultura alsaciana. En este se museo realiza un recorrido por las tradiciones populares de esta región que posee una lengua distintiva y una marcada identidad propia.
El Musée alsacien expone trajes, cerámica, juguetes, mobiliario e interesantes reconstrucciones de salas y aposentos. El patio interior con balconadas de madera posee un gran encanto.
El Parlamento Europeo se encuentra situado a unos 3 kilómetros del centro de Estrasburgo. Se puede echar un vistazo desde el agua a bordo de un barco turístico de la empresa Batorama o bien llegar en autobús, tranvía, bicicleta o a pie.
Dormir en Estrasburgo
El Hotel Le Grillon se encuentra ubicado a mitad camino entre la estación Central de ferrocarril y el centro histórico. Cuenta con habitaciones sencillas y cómodas a un precio asequible.
Si se prefiere algo más lujoso y con mucho encanto nada mejor que el
el Hôtel & Spa Le Bouclier D’or situado en un edificio del siglo XVI en el barrio de La Petite France.
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