La capital del gran estado de Oaxaca es sin duda uno de las ciudades más vibrantes, hermosas e interesantes de todo México. Está situada a algo menos de 500 kilómetros de la capital de México y aunque pueda quedar algo lejos de los lugares más turísticos, esta preciosa ciudad colonial bien merece el desvío.
El estado de Oaxaca es el que posee mayor diversidad étnica y lingüística de todo México. Al menos un tercio de su población es indígena, repartida en 18 grupos étnicos distintos, de los que zapotecos y mixtecos son los más numerosos. Todo esto le que confiere a su capital una riqueza cultural y social realmente excepcional. Y eso se refleja en sus calles, mercados y su extraordinaria artesanía.
Oaxaca es una localidad provinciana y cosmopolita a la vez, enmarcada en uno de los centros históricos coloniales más hermosos y mejor conservados de México.
Breve Historia de Oaxaca
Fundación
Durante muchos siglos el Monte Albán fue sede del poder en los Valles Centrales hasta su declive en el siglo IX. La antigua Monte Albán, uno de los yacimientos prehispánicos más importantes y bellos de México, se encuentra, en la actualidad, apenas a 10km al sur la ciudad de Oaxaca.
En 1486 guerreros méxicas fundaron el primer asentamiento de lo que sería Oaxaca. Cuando llegaron los españoles en 1521, los pueblos indígenas de la zona se encontraban en guerra por lo que los conquistadores no encontraron una gran oposición. Y en pocas décadas los europeos ya controlaban toda la región.
Virreinato de Nueva España
La ciudad fue bautizada como Antequera, ya que según parece, a los españoles el entorno les recordó a la localidad malagueña.
Al igual que en otras ciudades coloniales españolas del Virreinato de Nueva España, se dispuso un trazado con el modelo castellano de la primera mitad del siglo XVI. Este se articulaba en torno a una plaza de armas (en México llamadas habitualmente Zócalo) donde se situaban los poderes civil y religioso. Y alrededor de la plaza se trazó una cuadrícula casi perfecta de calles rectas y perpendiculares.
Este modelo puede contemplarse en otras bellas ciudades coloniales del oriente mexicano como San Cristóbal de las Casas y Campeche.
En 1532 el rey Carlos I le otorgó el título de ‘Muy noble y leal ciudad de Antequera’. Y la urbe comenzó a crecer y expandirse convirtiéndose en la más importante de la región.
Las tierras quedaron en poder de los españoles, mientras que los indígenas fueron obligados a ser mano de obra. Así comenzaron a levantarse los primeros edificios entre ellos la Catedral en 1535, terminada 40 años después.
Siglos XVII-XVIII
La ciudad de Antequera se convirtió en un importante centro mercantil, en especial por la exportación de la cochinilla. Un tinte extraído del insecto del mismo nombre que abundaba en la región.
Oaxaca se encuentra en una región de gran sismicidad y entre 1660 y 1800 sufrió numerosos terremotos que obligaron a reconstruir una y otra vez parte de la ciudad.
Aun así en el periodo comprendido entre 1750 a 1820 fue un momento de gran prosperidad y se le conoce como la Edad de Oro de Oaxaca.
México independiente
La Independencia de México fue un largo conflicto armado que se desarrolló entre 1810-1821. Sin embargo Antequera fue una de las primeras ciudades conquistadas por los sublevados, en 1812. Tras la independencia, la ciudad se rebautizó como Oaxaca, proveniente del nombre indígena Huāxyacac.
En 1872 la ciudad tomó el nombre de Oaxaca de Juárez. Benito Juárez, un abogado oaxaqueño de origen indígena, había sido gobernador del estado y posteriormente Presidente de México.
La convulsa revolución mexicana provocó que en junio de 1915 el gobernador José Inés Dávila declarara la independencia de Oaxaca. Esta situación duró solo unos meses, hasta marzo de 1916 en que entró el ejercito en la ciudad.
En 1987 el centro histórico de Oaxaca y las ruinas de Monte Albán fueron declarados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
Qué ver en Oaxaca
El Zócalo
El corazón de la ciudad es su Zócalo (Plaza de la Constitución), una bella plaza cuadrada rodeada por tres de sus lados de largos edificios con soportales. Este lugar está repleto de animación desde el alba hasta el anochecer y merece la pena pasear por ella para disfrutar del ambiente oaxaqueño.
En el centro del Zócalo se sitúa el habitual kiosco para las bandas de música, pero este destaca por su cubierta con bóvedas y su situación elevada. Lo que permite al público contemplar perfectamente a los músicos.
Alrededor del quiosco se alzan un puñado de majestuosos árboles de laurel, muchos de ellos centenarios y que proporcionan una tupida sombra más abajo. Aquí se han establecido numerosos puestos hasta formar un mercadillo o tianguis en el que se puede encontrar artesanía, helados, fruta…
En uno de los laterales se sitúa el Palacio de Gobierno, un imponente edificio cubierto de arcadas y con una fachada de 100 metros de largo. Aunque habitualmente abarrotado de vendedores ambulantes y pancartas reivindicativas.
El resto de edificios de portales están ocupados por tiendas y algunos de los mejores y más caros restaurantes de Oaxaca. Entre los que sobresale el Tr3s 3istro, un elegante restaurante frecuentado por los turistas. Estos van buscando su buena cocina y las bonitas vistas al Zócalo que hay desde su comedor del primer piso.
Si por el contrario, el visitante es de gustos más sencillos o de presupuesto exiguo, el Zócalo ofrece múltiples opciones para calmar el hambre. Una buena manera de hacerlo, es comerse un elote (una mazorca de maíz) o esquite (los granos de maíz servidos en un vasito o cono de papel).
Existen muchos puestos ambulantes pero el visitante avezado deberá estar atento y elegir el más concurrido. Los oaxaqueños son capaces de hacer una cola de 50 o 70 personas en un puesto de elotes concreto.
El éxito se debe probablemente a la cantidad y calidad de las salsas y condimentos picantes (sal, mayonesa, tajín, queso, salsas Valentina o Búfalo…) con la que rebozan la mazorca.
La catedral y la Alameda
Contiguas al lado norte del Zócalo se encuentran la imponente catedral de Nuestra Señora De La Asunción y una explanada peatonal y ajardinada conocida como Alameda.
La catedral es uno de los edificios más significativos de la ciudad, una construcción robusta con una fachada barroca que se abre a la Alameda.
La ornamentada fachada posee tres cuerpos. En el inferior, a los lados de la puerta principal aparecen las efigies de San Pedro y San Pablo.
En el segundo cuerpo, sobre la puerta hay una escultura de la Virgen de la Asunción. Mientras que en el centro del tercer cuerpo se simboliza la Eucaristía mediante un cáliz.
Aunque la iglesia original se concluyó en 1574, las bóvedas y las capillas laterales se añadieron un siglo después. Además tuvo que reconstruirse tras los enormes daños producidos en el terremoto de 1714.
Los oaxaqueños disfrutan paseando por la amplia Alameda, que funciona casi como un apéndice del Zócalo. También aquí se hallan todo tipo de vendedores ambulantes que ofrecen atractivas golosinas, bebidas, juguetes o helados a los transeúntes.
Los Mercados Benito Juárez y 20 de Noviembre
Saliendo del Zócalo junto al Palacio de Gobierno, por la calle Ricardo Flores Magón nos tropezamos con otra iglesia de gruesos muros.
El Templo de la Compañía de Jesús tiene un tamaño mucho más modesto que la catedral, sin embargo posee un gran encanto. En particular el fresco patio interior que se encuentra junto a uno de los costados de la iglesia. En el patio rodeado de arcos hay una pequeña fuente central, varios árboles frutales y unos larguiruchos cactus que contrastan sobre las paredes encaladas.
Algo más allá, a una sola cuadra del Zócalo, se llega al Mercado de Benito Juárez, quizá el más importante y concurrido de la ciudad.
Este enorme mercado cubierto tiene ocho puertas de entrada, medio ocultas por los tiendas que se desparraman hacia la calle. Su interior se encuentra lleno de pasillos estrechos y abarrotados, donde se pueden encontrar principalmente comestibles: frutas, verduras, flores, especias, carnes… Aunque debido a la afluencia de turistas, también se han establecido vendedores de camisetas, artesanía y chapulines. Los pequeños saltamontes fritos que son uno de los ingredientes más llamativos de la gastronomía oaxaqueña.
En la siguiente manzana de casas está el Mercado 20 de Noviembre (en honor al comienzo de la Revolución mexicana). Este mercado, más pequeño que el otro, está especializado en servir comidas. La mayoría de puestos del mercado son en realidad pequeños restaurantes que cuentan con unas pocas mesas y sillas. Aquí uno no encontrará grandes lujos ni una cuidada presentación de los platos. Pero si la auténtica Oaxaca, donde mezclarse con los lugareños y degustar algunos de sus platos más típicos y tradicionales.
Una de los platos más sabrosos es la tlayuda oaxaqueña. La base es una tortilla de maíz crujiente y quebradiza a la que se le puede incorporar distintos ingredientes: tomate, queso, aguacate, pollo o cerdo y frijoles molidos por ejemplo.
El Templo de Santo Domingo
A parte del Zócalo y la catedral, el otro lugar de referencia de Oaxaca es el Templo de Santo Domingo y sus aledaños.
A mediados del siglo XVI, el ayuntamiento de la ciudad cedió unos terrenos para que la Orden de los Dominicos construyera un convento. Pero debido a la falta de fondos y a varios terremotos la construcción se dilató durante décadas. En 1608, por fin, se inauguró el complejo conventual de Santo Domingo, a pesar de no estar finalizado. Y no fue hasta 1666 que el templo se dio por concluido.
El exterior de la iglesia es imponente (ver primera foto) pero destaca sobre todo, como otros templos oaxaqueños, por sus gruesos muros. Ya que al ser una región de alta sismicidad los arquitectos se veían obligados a reforzarlos.
La mayor parte de las piedras tienen una curiosa tonalidad verde, pues provienen de las cercanas canteras verdes de Ixcotel. Muchos otros edificios utilizaron esta piedra por lo que a la ciudad se le conocía por el sobrenombre de la verde Antequera.
El contraste del sobrio exterior con el exuberante interior es realmente notable. Para crear los estucos decorados de la iglesia fueron contratados los mejores artesanos de la región.
La profusa decoración cubre el altar mayor, las paredes, los pilares, las bóvedas y los techos de manera que parece que no queda ni un centímetro cuadrado libre.
La iglesia de Santo Domingo es uno de los mejores ejemplos de Barroco de Nueva España, una mezcolanza única entre la influencia del barroco europeo y el trabajo de los artesanos indígenas. Este estilo de decoración abundante tiene gran afinidad con el estilo Barroco Churrigueresco en boga en España a finales del siglo XVII.
La calle y el Teatro Alcalá
El músico y compositor Macedonio Alcalá es uno de los personajes ilustres nacidos en Oaxaca. Por ello se le dedicó una de las más importantes calles y también un teatro.
La calle Macedonio Alcalá conecta el Zócalo y la Catedral con el Convento de Santo Domingo. Además cuenta con un tramo peatonal (aquí llamado andador) repleto de tiendas y restaurantes que suele estar muy concurrido.
Por su parte el Teatro Macedonio Alcalá, es un precioso edificio modernista construido entre 1903 y 1909. El modernismo se dio fundamentalmente en Europa occidental y no existen demasiados ejemplos de este estilo en territorio mexicano.
Destaca su hermosa fachada principal en semicírculo con una entrada principal y dos laterales. El Macedonio Alcalá también utilizó para su construcción la singular piedra de cantera verde.
Si se tiene la ocasión no hay que dudar en asistir a un concierto o una obra de teatro, ya que el patio de butacas también resulta formidable.
De compras en Oaxaca
A los mexicanos les gustan los mercados, las tiendas, los tianguis y los puestos callejeros y Oaxaca está abarrotado de todo ello. Ante tantas opciones el turista no lo tendrá nada fácil para elegir que llevarse de recuerdo a casa. Aunque aquí te damos algunas ideas: Qué comprar en México.
A parte de los muy céntricos mercados de Bénito Juárez y 20 de Noviembre, destaca el Mercado de Abastos el más grande de todos y el Mercado de Artesanías. Este último está dirigido a los turistas y en él se puede encontrar todo tipo de recuerdos de la región: cerámica negra, huipiles, blusas, máscaras, manteles…
Muy cerca del Teatro Macedonio Alcalá se pueden encontrar dos tiendas muy interesantes.
La Casa del rebozo (calle 5 de Mayo, 114) es una tienda que podría considerarse casi selecta, si se la compara con otros puestos de venta de la ciudad. Está especializada en artesanía oaxaqueña de calidad en todas sus formas: cerámica, tejidos, joyería, artesanía en metal, madera tallada etc.
Más auténtica y con precios más asequibles está la cercana Mujeres artesanas (calle 5 de Mayo, 204), una bonita tienda ubicada en un edificio antiguo, con las paredes pintadas de vivos colores y con las estanterías repletas de artículos hechos a mano. Se trata de una asociación que varias artesanas fundaron hace más de 30 años para poder vender sus productos sin intermediarios. En la actualidad comercializan los productos de más de 200 artesanos de Oaxaca.
Pero si lo que uno anda buscando es algún recuerdo a precio bajo, sin duda deberá probar en los puestos callejeros. Quizá los más interesantes se encuentran en la Plaza de Santo Domingo, justo enfrente de la iglesia homónima. Uno de los mejores recuerdos son los alebrijes, unas encantadoras figurillas de animales pintadas de vivos colores. Aquí siempre hay cierto margen de regateo, sobre todo si se compran varios productos.
Hotel en Oaxaca
El Parador San Agustin es un hotel colonial emplazado en un encantador edificio histórico del XVI. Se encuentra a dos pasos del Zócalo, muy cerca de la iglesia de San Agustín. Y pese a su situación inmejorable el precio es muy interesante.
Las habitaciones son amplias y decoradas con muy buen gusto. Aunque la parte más bonita es sin duda su patio interior que conserva la escalera y otros elementos originales.
Para más información sobre este y otros hoteles:
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