Pocas ciudades de América pueden trasmitir, como San Cristóbal de las Casas, la sensación de encontrarse detenida en el tiempo. Su centro histórico maravillosamente conservado, sin un solo edificio de aspecto moderno que desafine, nos transporta a la época colonial. Y su población, mayoritariamente indígena, supo asimilar la influencia española y transformarla en algo distinto y maravilloso.
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Basta admirar sus iglesias coloridas y decoradas con esmero, casi como si fueran el bordado de un huipil, la prenda femenina que visten las indígenas de buena parte de México.
Un poco de historia
En 1528 el capitán Diego de Mazariegos fundó la Villa Real de Chiapa, tras vencer a los diversos pueblos mayas que habitaban la región.
El trazado de la ciudad siguió el típico modelo castellano de principios del siglo XVI. Este consistía en una plaza de Armas central en la que se situaban los poderes eclesiástico y civil y en torno a la plaza, una serie de calles rectas y perpendiculares que formaban una cuadricula. Este trazado se repite en otras poblaciones fundadas por los españoles en ese periodo como La Habana o las mexicanas San Francisco de Campeche o Oaxaca de Juárez.
Pocos años después se le concedió categoría de ciudad, por lo que pasó a llamarse Ciudad Real de Chiapa. Y a mediados del siglo XIX se tomó la denominación definitiva de San Cristóbal de las Casas en honor a su patrón (San Cristóbal) y a un fraile dominico (De Las Casas).
Bartolomé De las Casas, conocido defensor de los indígenas, llegó a Chiapas en 1545, tras ser nombrado obispo. Tres años antes había participado en la redacción de las Leyes Nuevas que mejoraban sensiblemente la situación de los indios, al menos sobre el papel.
Aunque con el paso de los siglos las cosas no han cambiado demasiado y la vida sigue siendo penosa para muchos indígenas. Ésta fue precisamente una de las razones del levantamiento del EZLN en 1994, un grupo armado que, sin embargo, dejó las armas una década después. Pero que todavía se muestra visible en esta parte de Chiapas por medio de pancartas y pintadas.
La Seguridad en San Cristóbal
Pese a todo, San Cristóbal de las Casas es una ciudad muy agradable para pasear, que atrae bastante turismo extranjero y que ofrece una gran sensación de seguridad. Simplemente hay que tomar las precauciones lógicas que aconsejan el sentido común, como en cualquier otro lugar.
Por otro lado, la carretera que une San Cristóbal con Palenque (la otra gran localidad turística chiapaneca) no siempre resulta segura. En el pasado se han producido algunos ‘bloqueos carreteros’ en los que se pide una especie de ´tasa´ para permitir el paso de los vehículos.
En torno al Zócalo y la Catedral
La Plaza 31 de marzo o Zócalo es el centro neurálgico de la ciudad y dónde se reúnen los coletos, como popularmente se conoce a sus habitantes. La plaza tiene un jardín lleno de árboles frondosos, con un quiosco en el centro y se encuentra rodeada de bellos edificios con soportales y casas señoriales. En uno de sus laterales se encuentra la encantadora Catedral barroca de San Cristóbal, pintada de ocre, blanco y rojo y cuya fachada principal va a dar no al Zócalo, sino a la contigua Plaza de La Paz.
Ambas plazas bullen de actividad desde bien temprano hasta que oscurece y en ellas se mezcla de manera natural, una cierta atmósfera cosmopolita con la tradición maya más arraigada. Algunas mujeres indígenas acarrean pesadas cargas todo el día, sobre todo blusas, bolsos y demás abalorios que venden a los turistas, que no dudan en regatear unos pesos.
No es de extrañar que los visitantes occidentales estén a gusto aquí, San Cristóbal se encuentra a unos 2100 metros de altitud, lo que permite unas temperaturas mucho más agradables que otros lugares de su entorno. Casi 5 grados menos de media, que la calurosa Tuxla Gutierrez, la capital de Chiapas, situada a tan sólo 60km.
En la esquina del Zócalo se encuentra San Nicolás, otra iglesia de tonos similares a la catedral pero más austera. Allí mismo comienza el andador Real de Guadalupe, uno de los lugares más concurridos y atestados de turistas. Se trata de un tramo peatonal, ideal para pasear y tomar un chocolate o un café y donde se agolpan, uno tras otro, restaurantes, cafeterías y tiendas de artesanía.
En torno a la Plaza 31 de Marzo todas las calles son rectas y las cruzan otras perfectamente perpendiculares, creando manzanas o cuadras, casi perfectas. Muchas de estas vías son sinuosas pues trepan suaves pendientes, mientras que otras son totalmente llanas. Los edificios de las más alejadas suelen ser casas más humildes y sencillas mientras que las céntricas están ocupadas por mansiones imponentes.
Merece la pena intentar perderse por el centro de San Cris (como se la llama popularmente) porque aunque todas las calles parezcan iguales, todas tienen algo singular y distinto. Unas tienen unas aceras de medio metro de altura, en otra puedes tropezarte con un edificio azul pastel primorosamente pintado en dos tonos y también puedes encontrarte una majestuosa mansión señorial con leones y sirenas en su fachada.
Las iglesias
Diseminadas por toda la ciudad se levantaron un puñado de bonitas templos coloniales y pueden ser la excusa perfecta para recorrer los barrios menos céntricos, pero no faltos de encanto.
En los barrios delSur, podemos encontrar la coqueta iglesia de Santa Lucía pintada de azul y blanco y su curioso aspecto como de tarta de cumpleaños. No muy lejos queda el Cerrito de San Cristóbal, quizá no sea la más bonita, pero las vistas de la ciudad desde lo alto del cerro bien merece la pena el esfuerzo de la subida.
Además de la catedral, el otro gran edifico religioso de la urbe es la de Santo Domingo, anexa al antiguo ex convento del mismo nombre. El templo de Santo domingo es una de las máximos exponentes del barroco del oriente mexicano. Destaca su elaborada y ornamentada fachada, construida en argamasa a modo de enorme retablo. En su interior guarda un valioso púlpito tallado en madera de roble, varias tallas y retablos barrocos.
Una de las iglesias más bonitas es sin duda la de Guadalupe, a la que se llega fácilmente desde la Plaza 31 de Marzo recorriendo de punta a punta Real de Guadalupe. La parroquía se divisa a lo lejos, en lo alto del cerro de Guadalupe y se accede a ella tras subir una ancha escalinata. Tiene una bonita fachada en tonos blancos y ocres, coronada por dos torrecillas y una cruz en el centro. Y aunque la arboleda no permite tener una panorámica extensa, sí que es un lugar privilegiado desde donde otear gran parte de San Cristóbal.
El barrio de Guadalupe, surgido en el siglo XIX, resulta uno de los más atractivos por sus tiendas de artesanía con juguetes de madera y también por tener talleres donde se trabaja el cuero. Sus concurridas fiestas tienen lugar a principios de diciembre y atraen a gentes de todos los alrededores.
El Mercado Municipal
Los mercados son fiel reflejo de una comunidad y en San Cristóbal de las Casas muestran mejor que ningún otro lugar la diversidad de esta región.
En el Mercado Municipal, o de Castillo Tielemans, predominan los comerciantes indígenas de las regiones circundantes. Son en su mayoría agricultores de las etnias tzotziles y tzeltales que llegan a la ciudad a vender sus productos.
Estos indígenas conservan todavía sus idiomas propios, considerados descendientes de las lenguas mayas. Grupos étnicos afines todavía habitan Centroamérica y el Este de México como el estado de Campeche, Tabasco y Chiapas.
Bajo un edificio inmenso de más de 50 años, se disponen cientos de tiendas muy variadas, trufadas de aromas, texturas y colores distintos. Abundan, sobre todo, los puestos de verduras y frutas, aunque también se encuentran carnes, pescados, panes, dulces y textiles. Es un lugar vivo, frenético, lleno de actividad y lenguas extrañas.
Los turistas aquí son vistos con cierto recelo, quizá porque suelen entorpecer el paso, hacer muchas fotos y comprar poco. Los indígenas son muy reacios a que los fotografíen por lo que conviene evitarlo o ser muy respetuoso.
Junto al mercado en lo que debería ser el aparcamiento y las calles adyacentes se ha terminado por asentar el tianguis, como se llama en México a un rastro o mercadillo, con puestos algo más humildes cuando no improvisados.
A dos pasos, frente a la fachada barroca de Santo Domingo se sitúa otro mercadillo, este dirigido más específicamente a los turistas donde pueden encontrarse camisetas, bolsos, complementos, tazas y demás recuerdos a buen precio.
Los Museos
San Cristóbal cuenta con algunos museos muy singulares que dan cuenta de las particularidades de la región.
Uno de los más conocidos es el Museo del Ámbar, instalado en el antiguo convento de La Merced. Ya en época prehispánica se utilizó esta resina fósil como pago de tributos, como objeto ceremonial y para elaborar amuletos. En el museo se explica el origen del ámbar y se muestran algunas joyas creadas por los mejores artesanos chiapanecos.
En las principales calles del centro histórico no es difícil encontrar joyerías con hermosos pendientes, anillos y otras joyas elaboradas con ámbar.
Al norte, en las afueras del pueblo, se encuentra el pequeño Museo de la Medicina Maya, donde se muestran algunas prácticas curativas de las etnias tzotzil y tzeltal y se recrean ambientes y personajes de la medicina tradicional. Destaca el pequeño huerto con plantas medicinales.
Aunque quizá el más conocido e interesante museo de San Cristóbal sea el Na Bolom.
Este curioso museo se haya instalado en una preciosa casona del siglo XIX que fue la vivienda del antropólogo danés Frans Blom y su esposa la fotógrafa Gertrude Duby. El museo fue bautizado como Na Bolom que significa en lengua tzotzil ‘la casa del jaguar’ y también por su evidente parecido fonético con el apellido del antropólogo.
La colección muestra diversos artefactos, herramientas, armas y fotografías de etnias mayas. El museo no ha debido cambiar mucho desde que lo abrió el matrimonio Blom allá por los años 50 y mantiene ese encanto de pequeño museo provinciano. Pero además de museo la Asociación Cultural Na Bolom funciona también como hotel, restaurante, biblioteca, fototeca y tienda de artesanías. Y resulta un lugar imprescindible para el viajero interesado en la cultura indígena.
Hotel en San Cristóbal de las Casas
El Parador Margarita se encuentra en Doctor José Felipe Flores, a apenas 5 minutos a pie del Zócalo. El edificio es de nueva construcción pero mantiene un estilo de casa colonial y un agradable jardín central. Las habitaciones son amplias y cómodas con muebles de aspecto rustico y antiguo. Resulta una magnífica opción para una estancia de varios días en la ciudad ya que la relación calidad/precio es excelente.
En otro post, comentamos algunos otros alojamientos del sur de México. Sin duda el país azteca tiene alguno de los hoteles más bonitos del mundo:
Hoteles de estilo colonial y otros alojamientos con encanto en el Sur de México
Enlaces de interés:
Guía y consejos para viajar a México
Turismo de Chiapas
S.C. Creativa
Templo de Santo Domingo
Na Bolom
Parador Margarita (Chiapas)
10 motivos para visitar San Cris
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29 mayo, 2019 at 4:20 pm
Sin duda, San Cristóbal de las Casas es uno de los pueblos mágicos mas hermosos del Estado de Chiapas. San Cristóbal de las Casas, es una ciudad de muchos museos e iglesias para recorrer y visitar, aparte de la amabilidad de su gente y gastronomía.
29 mayo, 2019 at 5:06 pm
Hola Quirino.
Estoy totalmente de acuerdo, San Cristóbal de las Casas tiene múltiples atractivos y creo que es una visita obligada para quien visita esa parte de México.