Al sur de la ciudad de Córdoba, en dirección a la costa malagueña se atraviesan tierras cubiertas de olivos y salpicadas de pueblos de casas encaladas. Nadie diría que estos apacibles parajes tuvieran hace siglos una historia tan deslumbrante como atribulada.
Allá por el siglo XIII el reino de Castilla reconquistó vastos territorios al sur del Guadalquivir, provocando que toda esta región se convirtiera en fronteriza. Y así permaneció durante más de 200 años, lo que propició no pocas tensiones bélicas, pero también intercambios culturales casi a partes iguales.
Lucena es en la actualidad la segunda localidad más populosa de la provincia de Córdoba (con 42.000 habitantes) y un importante centro de fabricación de maquinaria industrial y muebles.
Poco hace sospechar que la conocida como ‘Perla de Sefarad’ fuera otrora una notoria ciudad, habitada casi exclusivamente por judíos durante tres siglos. Y que a pesar de su aspecto de ciudad moderna y corriente cobija hermosas iglesias barrocas, palacetes y un castillo.
La manera más cómoda de ver la ciudad es con una visita guiada por Lucena con Civitatis.
Un poco de historia
Lucena judía
La antigua Eliossana judía (אלי הושענא) o la Al-Yussana musulmana (اليشانة) fue en tiempos del Emirato de Córdoba un enclave único, ya que dispuso de facto de un autogobierno, propio casi de una ciudad estado. A cambio de los tributos al emir y a los posteriores gobernantes almorávides, Lucena permaneció casi como una isla judía sobre el territorio musulmán del Al-Andalus.
Aquí se estableció entre los siglos IX al XII una de las comunidades judías más prósperas de la península. De hecho, la población intramuros era exclusivamente judía, mientras que los musulmanes vivían en los arrabales de la ciudad. Hasta Lucena llegaron muchos hebreos huyendo de las persecuciones de Granada y Córdoba las dos grandes urbes del Al-Andalus.
Pronto Lucena se convirtió en un importante foco de la cultura judía en la península y atrajo a algunos de los más destacados intelectuales, filósofos y médicos sefardíes de la época. Uno de los personajes más destacados fue Isaac Al Fasi, que fundó en Lucena la Academia de Estudios Talmúdicos, una de las escuelas rabínicas más importantes de su tiempo.
Lucena almohade
Sin embargo, este largo periodo de esplendor tuvo un final abrupto con la llegada de los almohades desde el norte de África que invadieron Al-Ándalus en el año 1146. El judaísmo comenzó a ser perseguido y la Academia fue clausurada apenas dos años más tarde.
Los nuevos gobernantes almohades obligaron a la población judía a convertirse al islam, si deseaban permanecer en la ciudad. Por lo que muchos optaron por el exilio y algunos de los más destacados sabios acabaron en la Escuela de traductores de Toledo, fundada por el rey cristiano Alfonso X el sabio.
Lucena cristiana
Un siglo más tarde, en 1240, Fernando III de Castilla conquistó Al-Yussana, la cual pasaría definitivamente a manos cristianas. Lucena y sus alrededores se convirtieron a partir de entonces en un territorio avanzado junto a la frontera del Reino nazarí de Granada.
Mientras que apenas 25 kilómetros más al sur, Iznájar, uno de los pueblos más bonitos de la Subbética, permanecía en manos musulmanas dos siglos más.
En 1483, en plena decadencia del reino de Granada, estas tierras fueron escenario de la batalla de Lucena. En ella el emir Boabdil, apodado el Chico, fue capturado por las tropas cristianas y encerrado en la torre del castillo del Moral.
Boabdil fue finalmente liberado por los Reyes Católicos a cambio de territorios y tributos, lo que supuso el principio del fin del reino nazarí. Granada caería en manos cristianas en 1492.
Qué ver en Lucena
El Castillo del Moral
El histórico castillo donde estuvo preso el último emir de Granada, declarado Monumento Nacional, se alza severo en mitad de la ciudad de Lucena.
La fortaleza se levantó en el siglo IX cuando la ciudad pertenecía al emirato de Córdoba y estaba ocupada por la comunidad judía. Aunque probablemente se usaran como basamento los restos de fortificaciones romanas y visigodas.
En el castillo destaca la Torre del Homenaje donde se confinó a Boabdil y en el otro extremo del patio de armas, la Torre del Moral, con su singular traza octogonal.
Sus muros desgastados por el tiempo han sido restaurados y hoy el castillo alberga el Museo Arqueológico y Etnológico. Este contiene una de las colecciones arqueológicas más interesantes de la provincia, por lo que bien merece una visita.
El recorrido por el museo se adapta a las intrincadas salas del castillo original, lo que hace que no haya dos espacios iguales.
La colección hace un exhaustivo repaso por la historia local, desde la prehistoria, pasando por la herencia judía y la prisión de Boabdil, hasta nuestros días.
La Parroquia de San Mateo
A dos pasos del castillo encontramos la joya de Lucena, la iglesia de San Mateo, que alberga una de las cumbres del barroco cordobés.
Da que pensar que este mismo emplazamiento sirvió de lugar de culto para tres religiones distintas en poco más de un siglo. Ya que aquí se hallaba la sinagoga judía, más tarde una mezquita y finalmente una iglesia cristiana. Parece que la convivencia entre religiones no fue demasiado armónica en aquellos tiempos.
Sobre aquella iglesia se erigió después, a principios del siglo XVI, la parroquia de San Mateo.
Su construcción se inició en torno al ábside del templo, por eso allí encontramos elegantes muestras del gótico final como la puerta de la sacristía, coronada por dos leones. Mientras que el resto de la iglesia se erigió con posterioridad y es en gran parte de estilo renacentista.
Posee tres portadas, aunque la más imponente es la de su fachada principal, que se abre a la amplia Plaza Nueva, lugar habitual de reunión de los lucentinos. En ella destaca por un lado el alto campanario y al otro lado la cúpula de la capilla del Sagrario de San Mateo.
En el centro, la puerta se encuentra flanqueada por dos columnas a cada lado y sobre ellas los santos San Pedro y San Pablo. Mientras que sobre el arco de entrada aparece la figura de San Mateo, al que está consagrada la parroquia.
En el interior, las tres naves de igual altura están sustentadas por airosos pilares y conectadas por arcos ojivales.
El gran retablo cubierto de dorado de estilo manierista ocupa todo el espacio tras el altar. Sin embargo, se ve empequeñecido por la magnificencia de una de las capillas laterales.
El Sagrario de San Mateo
La capilla del Sagrario de San Mateo, de hecho, casi podría considerarse un templo dentro de otro.
Su elaborada portada de mármoles jaspeados, sobre todo, en rojos y negros se abre a una de las naves laterales. A través del arco se atisba la suntuosidad de la capilla que contrasta con la relativa sobriedad de la parroquia que la acoge.
Al penetrar en el interior de la capilla uno queda atónito ante aquella aglomeración de personajes que rezuman a borbotones de las paredes y la bóveda.
La obra, diseñada por Leonardo Antonio de Castro y llevada a cabo entre 1740 y 1772, está considerada con merecimiento una de las obras maestras del barroco andaluz.
La capilla posee una planta octogonal que se levanta sobre cuatro pilares que a su vez sustentan cuatro pechinas, un tambor con ventanas y todo ello rematado por una espectacular cúpula gallonada. Todos los elementos forman un complejo conjunto iconográfico que hace referencia al sacramento de la Eucaristía.
Resulta casi imposible admirar la capilla en su conjunto, tal es la riqueza de su policromía, el abigarramiento de sus personajes y la opulencia de su ornamentación. Merece la pena detenerse en sus detalles y fijarse en los santos que parecen asomarse a una ventana rodeados de angelotes, volutas, espejos y decoración vegetal.
No hay que irse de la comarca de la Subbética sin visitar otra de las grandes obras del barroco cordobés. La capilla del Sagrario de la cercana localidad de Priego de Córdoba, de un blanco pulcro ofrece un contraste espléndido con la colorida capilla lucentina.
La Necrópolis judía
En 2006 las obras de la ronda de circunvalación que se estaba construyendo al sur de Lucena dejaron al descubierto un numeroso grupo de enterramientos.
Los expertos determinaron que las casi 350 tumbas encontradas databan de la primera mitad del siglo XI y que por sus características pertenecían sin duda, a una necrópolis judía.
Este cementerio se hallaba a poco más de medio kilómetro de las antiguas murallas de la Eliossana judía y está considerada la necrópolis más antigua y de mayor tamaño de Sefarad.
Para las comunidades judías este espacio poseía una enorme significación ya que era el lugar donde los cuerpos descansaban antes de la resurrección. Y solían situarse extramuros, a cierta distancia de las poblaciones y protegidos por un muro.
Los distintos tipos de fosas encontradas en la necrópolis de Lucena (individuales, dobles, con nicho lateral) proporcionaron a los estudiosos valiosa información sobre los ritos funerarios que se utilizaron en la llamada ‘Perla de Sefarad’.
Cómo era de esperar las tumbas se encontraron orientadas al este, en dirección a la ciudad santa de Jerusalén. Uno de los grandes hallazgos descubiertos en la necrópolis fue una lápida con caracteres hebreos que puede admirarse en el Museo del Castillo del Moral.
La necrópolis de Lucena que puede visitarse en la actualidad es un pequeño recinto al aire libre junto a las últimas casas de la ciudad.
Consta de tres partes bien diferenciadas, una primera didáctica con interesantes paneles informativos y algunas réplicas de tumbas judías. Después una larga pasarela de madera que recorre de punta a punto el lugar. Y por fin, a su lado, los enterramientos de decenas de lucentinos judíos del siglo XI.
En todo caso, para entender la verdadera dimensión del lugar y la importancia de Lucena en aquellos tiempos, es necesario acercarse a la necrópolis de la mano de un guía especializado. Esta es la mejor manera de tomar conciencia de que la herencia judía en nuestra historia, cultura o gastronomía es mucho mayor de lo que uno pensaba.
Tu Historia (Ciudades medias centro de Andalucía) es una Fundación que ofrece una interesantísima visita guiada por los lugares del pasado judío de Lucena. Y también otras experiencias para los interesados en la Semana Santa o el patrimonio de la ciudad.
Otros monumentos de Lucena
Lucena se ha reinventado en numerosas ocasiones y en la actualidad está cubierta de construcciones modernas, por lo que no cuenta con un centro histórico al uso. Sin embargo, sí que conserva un puñado de edificios históricos que salpican la parte antigua de la ciudad.
La calle San Pedro fue sin duda una de las más importantes arterias de Eliossana y todavía hoy atesora algunos de los monumentos más emblemáticos de Lucena.
En ella se enclava el elegante Palacio de los Condes de Santa Ana, de mediados del siglo XVIII. El palacio cuenta con una suntuosa fachada realizada en mármol y dos hermosos patios interiores, a parte de una bella escalera y una bóveda atribuida a los mejores artesanos de la época.
Este es, sin duda, el edificio civil más interesante de la villa y puede visitarse su interior ya que alberga el Centro de Interpretación de la Ciudad y la Oficina de Turismo.
Un poco más allá, en la misma calle San Pedro, encontramos la iglesia del mismo nombre, sobria y de gran tamaño. Que cobija a su lado la bonita capilla de Nuestro Padre Jesús Nazareno. Una de las imágenes más veneradas de la conocida Semana Santa lucentina.
También anexa a la iglesia de San Pedro Mártir se halla la Casa de los Mora, un antiguo convento rehabilitado como sala de exposiciones que cuenta con un precioso patio interior.
Lucena posee un importante conjunto patrimonial de iglesias católicas, pero bien por obras de restauración, bien porque su apertura se limita a las horas de misa, resulta difícil visitarlas.
Entre ellas destaca la Parroquia de Santiago de estilo gótico-mudejar, la parroquia del Carmen del siglo XVII o la iglesia y antiguo hospital de San Juan de Dios de un colorido barroco.
Dónde comer y dormir
En Lucena no faltarán opciones para una buena comida. Quizá un buen lugar para buscar donde hacerlo sea en los alrededores de la Plaza Nueva.
Si uno gusta de mezclarse entre la gente local y disfrutar de unas raciones sabrosas y abundantes, entonces el Bar Plaza Mayor en la Calle Flores de Negrón, es una buena elección. No hay que irse sin probar la fritura de pescado, según parece, una antigua tradición judía.
El hotel más elegante y con más encanto de Lucena es sin duda el Hotel Santo Domingo, instalado en las antiguas dependencias del Convento del homónimo. Un edificio histórico totalmente restaurado en el que destaca su precioso claustro usado ahora como acogedor patio para los huéspedes.
En todo caso, en la página de Destino Subbética pueden encontrarse otras buenas ideas de experiencias, restaurantes o alojamientos para su estancia en Lucena.
Este artículo se ha escrito tras un viaje de prensa en el que se me han proporcionado diversos servicios. Sin embargo, las opiniones aquí recogidas son todas reales y fruto de mi experiencia personal.
Enlaces de interés:
Monumentos de Lucena
Experiencias en Lucena
Tu historia. Visitas guiadas
España (zona Sur):
Consejos para Viajar por España:
Andalucía:
Carcabuey (Córdoba)
Iznájar (Córdoba)
Lucena (Córdoba)
Priego de Córdoba (Córdoba)
Zuheros (Córdoba)
Canarias:
Santa Cruz de Tenerife
Extremadura:
Cáceres
Guadalupe (Cáceres)
Hervás (Cáceres)
Rutas Valle de Ambroz (Cáceres)
Trujillo (Cáceres)
Deja una respuesta