La ciudad extremeña de Trujillo ejemplifica, quizá como ninguna, el apogeo del Imperio español y la llegada de grandes cantidades de oro de América.
No en vano, fue la ciudad natal de varios de los más renombrados conquistadores de tierras americanas: los hermanos Pizarro, Francisco de Orellana o Francisco de las Casas.
Su atractivo casco antiguo se encuentra repleto de callejas empedradas, imponentes palacios de piedra y altivos torreones. Lo que permite hacerse una idea de cómo fue esta importante urbe allá por el siglo XVI.
A pesar de ello, incomprensiblemente, el ayuntamiento todavía consiente que los visitantes inunden de coches su excelsa Plaza mayor.
No obstante, Trujillo es una ciudad con mucho encanto y una visita de lo más atractiva para los amantes de la historia y el patrimonio artístico.
Es una buena idea hacer la visita con un guía oficial, ya que se realiza un recorrido por la ciudad muy ameno, lleno de relatos históricos y curiosidades.
Breve historia de Trujillo
En época romana aquí existió un asentamiento, de cierta entidad, conocido como Turgalium relativamente cercano a Augusta Emerita, capital de la Lusitania romana.
Edad Media
Pero fue bajo dominio musulmán cuando se transformó, en un importante centro de comercio con mercado, mezquitas y baños. Y también un enclave estratégico militar, prueba de ello es la construcción de la alcazaba y el recinto amurallado.
Durante la segunda mitad del siglo XII la plaza cambió de manos repetidamente hasta que, por fin, en 1233 las tropas cristianas la tomaron definitivamente en nombre del rey Fernando III de Castilla.
En el siglo XV, Trujillo vivió el comienzo de su época dorada, primero con la concesión del título de ciudad en 1430 y más tarde con la prosperidad que trajo la celebración de su propio mercado franco.
En Trujillo, de hecho, se oficializó la unión entre los reinos de Castilla y Aragón, ya que Isabel de Castilla y Fernando se encontraban en Trujillo cuando murió el rey Juan II de Aragón en 1479.
Época de esplendor
A pesar de la numerosa emigración a las colonias americanas, la ciudad siguió creciendo a principios del siglo XVI, más allá de las murallas.
En aquellos tiempos la Plaza Mayor estaba situada en los arrabales de Trujillo y era ocupada por comerciantes y mercaderes. Sin embargo, al cabo de unos años, muchos indianos volvieron enriquecidos de América y construyeron sus palacios y casonas solariegas en torno a la Plaza Mayor convirtiéndola en el corazón de la ciudad.
Decadencia
Hacia finales del XVII comenzó el declive inexorable de la ciudad, propiciado por sucesivos conflictos. El peor de ellos, probablemente, fue la Guerra de Independencia contra Francia que ocasionó estragos en Trujillo. Las tropas napoleónicas ocuparon la ciudad, cometiendo expolios y causando graves destrozos en el patrimonio trujillano.
Trujillo siguió perdiendo relevancia, finalmente, con la división territorial de España en 1833, en la que Cáceres se alzó como capital de provincia.
Actualidad
En el último medio siglo, el centro histórico de Trujillo ha experimentado cierta revitalización, en parte gracias a la incansable labor de Xavier de Salas Bosch (1907-1982). Este enamorado de la ciudad extremeña, fue un destacado historiador, escritor y director del Museo del Prado durante casi una década.
Xavier de Salas fue el precursor de la restauración de una parte importante del desvencijado patrimonio arquitectónico de la ciudad, a través de numerosas iniciativas y la Fundación que lleva su nombre.
Hoy Trujillo es con merecimiento uno de los lugares que más visitantes atraen de la provincia. Una magnifica ruta monumental que puede completarse con la capital Cáceres, Plasencia, Guadalupe o Hervás.
Qué ver en Trujillo
En el conjunto urbano de Trujillo se distinguen tres áreas o etapas bien diferenciadas. Una primera, en lo alto de la colina, en la se superponen los asentamientos celta y romano, con la medina árabe y la villa amurallada cristiana. La posterior ciudad renacentista con sus suntuosos palacios que se desparrama por la ladera y rodea la Plaza mayor.
Y por último, la ciudad moderna que se extiende al este y sobre todo al sur de la localidad.
La Plaza Mayor
El centro indiscutible de Trujillo es su distinguida Plaza Mayor y en la que prácticamente todos los visitantes inician su recorrido por la ciudad.
La plaza es un enorme espacio totalmente rodeado de palacios renacentistas y casonas con arcadas, que pese a su planta irregular forma un conjunto muy armonioso.
En uno de sus ángulos destaca la inconfundible silueta de la iglesia de San Martín de Tours, con su aspecto macizo y sus dos torres tan distintas, una robusta y la de reloj muy fina. La iglesia de una sola nave y elegantes bóvedas de crucería fue construida a lo largo de varios siglos, por lo que posee elementos góticos y renacentistas.
En un lateral la atractiva Puerta de las Limas (por los frutos que la decoran) posee un enrevesado arco lobulado y una vieja puerta de madera con clavos de herrero.
Frente a la iglesia se sitúa la estatua a caballo del trujillano más célebre: Francisco de Pizarro, conquistador del Perú y Gobernador de Nueva Castilla. Un enorme monumento de seis toneladas realizado a principios del siglo pasado por el escultor Charles Cary Rumsey.
En el extremo opuesto de la Plaza mayor se halla el Palacio de la Conquista, probablemente el más majestuoso y suntuoso que tuvo Trujillo.
Su construcción la encargaron Hernando Pizarro y su esposa (y a la vez sobrina) Francisca Pizarro Yupanqui, hija de Francisco Pizarro y descendiente del emperador inca.
Hoy, lamentablemente, este palacio renacentista se encuentra muy deteriorado y cuenta con unos llamativos anclajes de pared que evitan que el edificio se venga abajo.
En todo caso, todavía podemos contemplar la espléndida decoración en torno a su balcón esquinado. En ella están talladas las efigies del matrimonio Pizarro y los padres de ella, así como el soberano inca Atahualpa con las manos en el cofre que ofreció a Francisco Pizarro por su liberación.
La ciudad Renacentista
A partir del siglo XV y XVI la ciudad creció extramuros y muchas de aquellas construcciones fueron palacios y casas solariegas de estilo renacentista. Docenas de estos edificios nobles pueden encontrarse simplemente callejeando en el entorno de la Plaza Mayor o junto a las antiguas murallas.
Hace ya algunos años el escritor y heraldista Pedro Cordero Alvarado contabilizó más de 900 emblemas heráldicos en las fachadas de Trujillo, sin duda, una de las cifras más altas de España.
Sin embargo, la inmensa mayoría de estas residencias palaciegas son de titularidad privada y no pueden visitarse, salvo unas pocas excepciones que se han convertido en hoteles, restaurantes o pequeños museos.
La Oficina Municipal de Turismo ofrece un bono, a un precio asequible, que permite el acceso a cinco edificios históricos, entre los que destaca el castillo y la Torre del Alfiler.
Agazapado junto a la iglesia de San Martín, asomándose tímidamente a la Plaza Mayor surge uno de los palacios más singulares de Extremadura.
El palacio de los Duques de San Carlos posee un marcado estilo italiano, como sacado de Florencia o Bolonia, ya que según parece, los duques hicieron venir a artesanos italianos para su construcción.
En todo caso, el palacio se encuadra dentro del estilo plateresco, con un balcón esquinero muy habitual de los palacios renacentistas cacereños y una alta triple arcada. Posee un bonito patio interior, muy apreciado para celebrar bodas y grandes eventos.
A espaldas de la plaza, el Palacio de Juan Pizarro Orellana levantado en el siglo XVI es uno de los edificios más señoriales que se conserva en Trujillo.
Este palacio renacentista tiene dos robustas torres en la fachada y entre ellas una logia con cuatro columnas.
En su día fue la Casa de Contratación, para aquellos que deseaban enrolarse hacia Perú. Y más tarde albergó el Palacio de Justicia, el Ayuntamiento y en la actualidad un colegio, por lo que es posible normalmente asomarse a su bonito patio plateresco.
La villa amurallada
Acercándonos a las antiguas murallas árabes, dejamos atrás los suntuosos palacios renacentistas, las calles se estrechan y las cuestas se empinan.
Produce una gran impresión acceder al recinto por la Puerta de Santiago (o Arco de la Sangre), ya que la pronunciada pendiente hace que las torres parezcan aún más altas e inexpugnables. Sobre el arco se sitúa el torreón de la Casa Fuerte de los Chaves y al otro lado el campanario de la iglesia de Santiago.
La humilde iglesia de Santiago, del siglo XIII, es uno de los edificios más antiguos de la ciudad y muestra dos bonitas puertas del gótico primitivo.
Otra de las puertas, la de San Andrés, quizá no sea tan imponente, pero a ella se puede llegar por la Ronda de las almenas, que ofrece unas bonitas vistas del pueblo.
Además, muy cerca encontramos la Alberca, un espectacular aljibe de época califal de aguas verdes y 11 metros de profundidad, que fue utilizado como baños públicos hasta mediados del siglo pasado.
En el interior de las murallas, comprobamos que las construcciones son más recias, en ellas predomina la piedra vista y tienen un marcado carácter defensivo.
Gran parte de la villa amurallada ha sido cuidadosamente restaurada, por lo que no es de extrañar que muchas películas y series de época se hayan rodado aquí. Entre ellas ‘Juego de Tronos’, ‘La peste’ o ‘1492: La conquista del paraíso’ con Gerard Depardieu como Cristóbal Colón.
La estrechez de las callejas hace que pocos coches se aventuren hasta aquí y produce que sea un auténtico placer deambular por esta parte de Trujillo, entre palacios medievales, iglesias góticas y alcázares.
La Iglesia de Santa María
En el centro del recinto amurallado se haya la Iglesia de Santa María la Mayor, considerado el edificio más relevante de la ciudad.
Se comenzó a construir poco después de la conquista cristiana, sobre el emplazamiento de la mezquita árabe. Frente a su portada estaba la entonces plaza del pueblo, hoy convertida en una agradable plazuela alejada del bullicio.
El templo es fundamentalmente gótico, aunque conserva algunos elementos del románico final. Merece la pena visitar su interior para contemplar las bellas bóvedas de crucería de sus tres naves, el retablo mayor del siglo XV y sobre todo las numerosas lápidas de los nobles trujillanos de la época.
La subida a la restaurada torre de la iglesia De Santa María la Mayor, ofrece quizá las mejores vistas de Trujillo. Una atalaya inmejorable que proporciona un punto de vista elevado de casi todos los monumentos de la ciudad.
Alrededor de la iglesia se sitúan otros edificios de interés como el Alcázar de los Altamiranos, el Palacio del Marqués de Lorenzana o la Casa Museo de Pizarro.
Este pequeño museo muestra una recreación de la casa familiar de los Pizarro y en el piso superior una exposición en torno a la figura de Francisco Pizarro. Obsérvese en la puerta el escudo familiar con los dos osos apoyados sobre un pino, aunque tengan quizá más aspecto de jabalíes.
El Castillo
Junto a la iglesia de Santiago parte el sendero empedrado que asciende hasta el castillo. A mitad camino, junto a la Puerta de San Juan se nos abre una panorámica esplendida, con la Torre del Alfiler que en su día formó parte del recinto amurallado y la Plaza mayor justo detrás.
Sobre un cerro, en la parte más alta de la ciudad se alza el castillo, levantado sobre una antigua alcazaba árabe construida entre los siglos IX al XII. De aquella época se conservan entre otros elementos: un par de aljibes y el arco de herradura de la entrada principal.
Desde aquí se dominan muchos kilómetros a la redonda y no es difícil de entender que se convirtiera en un importante enclave estratégico en el medievo.
Según cuenta la leyenda, antes de conquistar la ciudad, la Virgen se apareció a los soldados cristianos.
Desde entonces la Virgen de la Victoria es la patrona de Trujillo, su imagen la encontramos en una hornacina sobre la puerta principal del castillo y también en el propio escudo de la ciudad.
Dónde dormir en Trujillo
Si uno dispone de un presupuesto que no sea muy ajustado puede dormir en un precioso edificio histórico.
Por ejemplo, en el Parador de Trujillo, que se encuentra en el antiguo convento de Santa Clara. Que al mismo tiempo está a las afueras de la ciudad y a tan sólo 5 minutos a pie de la Plaza Mayor.
Otra buena opción, más económica de lo que parece, es alojarse en el Palacio de Chaves Hotel, un magnífico palacio renacentista del siglo XVI, con interiores muy cuidados y muebles antiguos.
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